(En honor de Jimmy Sierra, Entusiasta, alegre, correcto, amigable y consciente ciudadano) Por Luis Fernández Muchos como Jimmy existen en la tierra: amantes, sacrílegos, honrados y alegres, conscientes del papel ciudadano que no a todos se nos brinda un viernes. Pero este Jimmy, el feliz “Teórico” del solar cercano, es un ser tan inconfundible como inimitable, uno lleno de paz y amor, de rabia que no cesa cuando comprueba injusticias banales. Acreedor por derecho propio de una santidad bien compartida. No juzga. No miente. Sabe que el Sol sale todos los días para humanos y animales, sordos y mudos, para ciegos de corazón y de conciencia. Este Jimmy es un “teórico” amante de la verdad que se compruebe, de la amistad que no se rinde, del sentimiento que se entrega, de la ansiedad que nos aturde, de las mañanas, tardes y noches llenas de azules y grises, de frutas sabrosas y rosas hermosas, del “cocinao” entretenido que ennoblece. Es “El Teórico” número Uno del país aunque no esté acreditado en la Academia, el prelado de pobres y necesitados de orientación y del fervor humano, es el muchacho tierno que afana por un mundo menos inhumano.
Jimmy Sierra es el teórico que ama: al de izquierda, al del centro y al de la derecha y por igual a todos los que se oponen a estos. No presume, pregunta, conversa, deleita con sus principios y razones, con historias y cuentos que recuerda; sin tener, todo le sobra para dar pues nunca ha sido amigo de lo material. Más callado que parlante, este Jimmy escucha, comprende y da razón hasta a aquellos que nunca la tienen para que no fallezcan o aturden sus caminos. Le sobra corazón en sus andanzas y nada puede hacer con sus neuronas que no sea brindarlas a sus aliados.
Este Jimmy no es ningún “teórico” sino un ser humano irrepetible: un tataranieto de Duarte, de Gandhi, de Lincoln, un hijo bendecido de su progenitora y de la misma Madre Teresa de Calcuta. Por eso tiene tantos amigos en la tierra. Por eso también yo soy su amigo.