La pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19) ha provocado una crisis sin precedentes en todos los ámbitos, incluyendo la esfera de la educación, que ha dado lugar al cierre masivo de las actividades presenciales de instituciones educativas en más de 190 países, afectando a mayo de 2020 más de 1.200 millones de estudiantes. De ellos, más de 160 millones eran estudiantes de 33 países de América Latina y el Caribe.
Un estudio auspiciado por la Cepal y la Unesco presenta las consecuencias que ha tenido en la educación de América Latina el estado de emergencia provocado por la pandemia de COVID-19: en este artículo presentaremos algunas incidencias del despliegue de modalidades de aprendizaje a distancia; la atención a la salud y el bienestar integral de los estudiantes y el impacto en el currículo.
Modalidades de educación no presenciales
En gran parte de los países de América Latina (29 de los 33) se establecieron formas de continuidad de los estudios en diversas modalidades a distancia: 26 países implementaron formas de aprendizaje por Internet, y 24 establecieron estrategias de aprendizaje a distancia en modalidades fuera de línea, 4 que cuentan con modalidades exclusivamente en línea y 2 con modalidades solo fuera de línea.
Entre las modalidades de aprendizaje a distancia en línea destaca el uso de plataformas virtuales de aprendizaje asincrónico, utilizadas en 18 países, en tanto que solo 4 países ofrecen clases en vivo (Bahamas, Costa Rica, Ecuador y Panamá). A su vez, entre las formas de aprendizaje a la distancia fuera de línea, 23 países realizan transmisiones de programas educativos por medios de comunicación tradicionales como la radio o la televisión.
A la fecha de elaboración del documento solo 8 de los 33 países contemplan entre las medidas adoptadas para implementar las actividades de aprendizaje a distancia la entrega de dispositivos tecnológicos Además, para llevar a cabo el aprendizaje a distancia, 14 países consideraron la capacitación de docentes en el uso y manejo de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).
Como afecta los beneficios no educativos
“Además de interrumpir las trayectorias educativas, el cierre de las escuelas afecta la alimentación y la nutrición de la población estudiantil, especialmente en los sectores más vulnerables” establece la Cepal en el documento “La educación en tiempos de la pandemia de COVID-19”.
En el momento de elaboración de dicho documento (inicios de julio), 21 de los 33 países mantenían los programas de alimentación escolar mediante la modalidad de entrega de kits de alimentos para preparar en el hogar (13 países), seguida de la provisión de almuerzos (3 países) y, en menor medida, las transferencias monetarias y la entrega de vales para alimentos.
Adicionalmente, muchos estudiantes acceden a través de las escuelas a otros servicios que también se han visto interrumpidos como, por ejemplo, la entrega de anticonceptivos, servicios de salud mental o actividades recreativas.
Continuidad de los aprendizajes
Para realizar los ajustes, antes la necesidad de mantener la continuidad de los aprendizajes, se requiere tomar en cuenta las características de los currículos nacionales, los recursos y capacidades del país para generar procesos de educación a distancia, los niveles de segregación y desigualdad educativa del país y el tiempo transcurrido del año escolar.
Mientras que algunos países como México y la República Dominicana y algunos sectores del Ecuador y el Brasil se encontraban en la mitad del año escolar cuando comenzó la pandemia, la gran mayoría se encontraba en el inicio.
Al momento que surge la pandemia, pocos países de la región cuentan con estrategias nacionales de educación por medios digitales con un modelo que aproveche las TIC, así como un acceso desigual a conexiones a Internet, que se traduce en una distribución desigual de los recursos y las estrategias, lo que afecta principalmente a sectores de menores ingresos o mayor vulnerabilidad
Impacto curricular
La pandemia ha transformado los contextos de implementación del currículo, porque existen aprendizajes y competencias que cobran mayor relevancia en el actual contexto. Ha sido preciso, entonces, tomar una serie de decisiones y contar con recursos que desafían a los sistemas escolares, los centros educativos y los docentes.
Tal es el caso de los ajustes y las priorizaciones curriculares y la contextualización necesaria para asegurar la pertinencia de los contenidos a la situación de emergencia que se vive, a partir del consenso entre todos los actores relevantes.
Es igualmente importante que en estos ajustes se prioricen las competencias y los valores que se han revelado como prioritarios en la actual coyuntura: la solidaridad, el aprendizaje autónomo, el cuidado propio y de otros, las competencias socioemocionales, la salud y la resiliencia, entre otros.
Un aspecto controvertido y complejo se refiere a los criterios y enfoques para la toma de decisiones respecto a los aprendizajes prioritarios y la forma de realizar ajustes. Una alternativa es la lógica de la selección de aquellos contenidos más relevantes, que se priorizan sobre otros. Otra perspectiva es integrar los contenidos y objetivos de aprendizaje en núcleos temáticos interdisciplinarios.
Este último enfoque requiere que se aborden diversas asignaturas a la vez por medio de tópicos que resulten especialmente pertinentes y relevantes para el alumnado en el contexto actual, mediante metodologías de proyectos o investigaciones que permitan un abordaje integrado de los aprendizajes. Esta alternativa requiere valorar la autonomía docente y desarrollar competencias sofisticadas entre los profesores.
Algunos países han diseñado propuestas de priorización curricular que incluyen un conjunto reducido de aprendizajes esenciales en las diferentes disciplinas, transitando desde la priorización curricular al currículo vigente y modularizando los contenidos por nivel, desde los imprescindibles hasta los nuevos aprendizajes asociados a objetivos integrados o significativos que puedan articularse entre asignaturas.
En la adaptación, la flexibilización y la contextualización curricular se deben considerar elementos como la priorización de objetivos de aprendizaje y contenidos que permitan lograr una mejor comprensión de la crisis y responder a ella de mejor forma, incorporando aspectos relativos al cuidado y la salud, el pensamiento crítico y reflexivo en torno a informaciones y noticias, la comprensión de dinámicas sociales y económicas, y el fortalecimiento de conductas de empatía, tolerancia y no discriminación, entre otros.
Por otro lado, se debe buscar un equilibrio entre la identificación de competencias centrales, que serán necesarias para continuar aprendiendo, y la profundización del carácter integral y humanista de la educación, sin ceder a la presión por fortalecer solamente los aprendizajes instrumentales.
Asimismo, los ajustes curriculares y los recursos pedagógicos que se elaboren deben considerar las necesidades de colectivos que tienen requerimientos específicos. Por ejemplo, es fundamental realizar las adecuaciones y proveer los apoyos necesarios para estudiantes con discapacidad o en condiciones y situaciones diversas que han dificultado la continuación de estudios.
También se debe abordar la diversidad lingüística y cultural de poblaciones migrantes y de comunidades indígenas. Igualmente, es necesario incorporar un enfoque de género, que permita visibilizar y erradicar situaciones de desigualdad o violencia de género que podrían estar viéndose profundizadas en el contexto de confinamiento.
Por ahora, no es posible determinar con certeza el impacto que tendrá la crisis en la implementación curricular en los distintos grados de la enseñanza primaria y secundaria, pero se prevé una profundización de las diferencias en lo referente a los logros de aprendizaje, debido a las desigualdades educativas imperantes y a un acceso desigual a la cobertura curricular.