Permanecí 8 años como director de prensa o de comunicaciones en el pasado gobierno sin tener méritos partidistas, o sea, sin ser peledeísta. Sabía que estaba expuesto a ser despedido, pero nunca ocurrió. Y no presumo razones para reclamar que debía seguir con el empleo en el nuevo gobierno de Luis Abinader, si no acumulo méritos como perremeísta.
Solo me considero un ciudadano con derecho al trabajo. Luego, me concibo solo como periodista. En ambos roles milito en lo correcto. Como empleado, donde quiera que laboro, cumplo estrictamente con mis responsabilidades: hablo de horario y resultados. El Ministerio de Cultura no ha sido la excepción.
Cuando laboré en CERTV a principio de este siglo, un chofer me dijo: “Don Cheo, no se afane mucho, que al Estado le da igual el empleado que actúa bien y al que actúa mal”. Ese consejo lo cargo al hombro, para no pretender que en medio de la vorágine política alguien se detenga a reconocer mis méritos laborales y profesionales.
Probablemente, sabiendo que al Estado le da lo mismo un empleado con méritos a uno sin ellos es que aquellos de escasa pulcritud que llegan a ocupar un cargo público optan por prevaricar, para no correr el riesgo de que lo echen a la calle a pasar trabajo, en medio de turbulencias como las que se viven en estos días en las instituciones públicas.
Llegué a Cultura en el 2012 porque José Antonio Rodríguez –por recomendaciones de amigos- me pidió que dejara otro empleo para que lo acompañara en el Ministerio de Cultura; luego, al ser nombrado ministro, el escritor Pedro Vergés, me pidió que me mantuviera colaborando con él, y lo mismo hizo el arquitecto Eduardo Selman. Permanecí ocho años allí, recibiendo la mayor consideración y respeto.
El pasado martes las nuevas autoridades, designadas por el presidente Luis Abinader, que lidera la meritoria ministra, profesora Carmen Heredia, me entregaron la carta prescindiendo de mis servicios. En 67 años de vida es la primera vez que algo así me ocurre. Y duele, cuando a usted lo despiden primero que a las "botellas". Pero esa decisión de la ministra Heredia la comprendo y no lo asumo como un asunto personal. A ella y su equipo le deseo mucha suerte en sus nuevas y complicadas responsabilidades de dirigir las políticas culturales del Estado.
Allí trabajé con un personal laborioso con mucho deseo de superación. Conformamos un equipo y los resultados son visibles. Ellos permanecen allí, y espero se le reconozca a cada uno sus méritos laborales, pues es gente con muchas necesidades, y no sería justo que fueran lanzados a las calles en medio de los apremios de la pandemia del COVID-19.
Esta es mi rendición de cuentas para que otro no la rinda por mi.