Los discursos pronunciados ante la Asamblea Nacional el pasado 16 de agosto por el presidente Luis Abinader y el presidente del Senado Eduardo Estrella, fortalecieron los deseos del 53% de la población dominicana que votó por un cambio y mejores perspectivas a futuro para el país.
Fueron discursos no solamente cargados de aliento y esperanzas, sino que han sembrado en el pueblo un optimismo tan elevado que podría resultar altamente peligroso y con consecuencias impredecibles, de no concretarse con hechos las expectativas de mejoría enarboladas por ambos dirigentes.
Abinader y Estrella coincidieron en asegurar que todo el que tenga cuentas pendientes con la justicia debe ser llevado ante esta sin retaliación, sin favoritismo, “de manera que el Estado recupere los fondos que se ha llevado la corrupción”.
La sinceridad del presidente del Senado fue clara cuando le expresó a Abinader que “muchos pregonarán ser sus amigos, pero sus verdaderos amigos serán aquellos que con su conducta ejemplar lo ayuden a ejecutar un gobierno que cumpla con las necesidades del pueblo dominicano”.
De haber prometido en campaña electoral lo que aseguró hará ahora como gobernante, de seguro que algunos de sus colaboradores y buscadores de oportunidades se le hubiesen retirado a mitad de camino.
Abinader, en su plan de gobierno anunciado, fue más directo en sus propósitos como mandatario, firme en sus intensiones de recuperar la economía del país, categórico en su promesa de luchar contra la corrupción y la impunidad, y concreto sobre cómo luchar para detener la propagación de la pandemia del Covid-19 que azota el país.
Un discurso que calma a los hambrientos de pan y justicia, expresado con altura, respeto y reverencia en honor a los caídos por el Coronavirus, a los sobrevivientes, a los médicos y enfermeras protagonistas convertidos en mártires y héroes en su labor de salvar a los enfermos contagiados del virus.
Las promesas hechas y las expectativas creadas por el Presidente, no deben desaparecer ni decepcionar a quienes le han dado la oportunidad de entrar a la historia en la que se encuentran los grandes hombres y mujeres que por sus hechos, están escritos con hilos de oro para ser recordados con orgullo y admiración.
El está consciente de que promesas y expectativas similares fueron ofrecidas por gobiernos anteriores que luego se convirtieron en fatídicas frustraciones que crearon las bases para el surgimiento de grandes protestas sociales contra la corrupción, la impunidad y el desempleo.
De nada sirve recordar los 54 años de gobierno repartidos entre Joaquín Balaguer, Salvador Jorge Blanco, Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, cuando las primeras acciones del gobierno de Abinader apuntan a que, al parecer, será completamente diferente.
El país recibió con aplausos y vítores su gran verdad al afirmar que “la corrupción de arriba incentiva a la de abajo, que es la delincuencia, que se traduce en inseguridad”, y que “ambas deben ser combatidas sin tregua”.
Fue meritorio de una ovación con todos los presentes de pie, cuando prometió que “no habrá impunidad para la corrupción del pasado, ni para la que se cometa en el futuro”.
No dudamos de sus palabras, y le daremos crédito a sus promesas; las primeras disposiciones tomadas en la designación de los nuevos hombres y mujeres de su gabinete, auguran un gobierno honesto y transparente como lo requiere el país y como lo han decidido los votantes mayoritariamente dentro y fuera de República Dominicana.
Desmantelar una estructura gubernamental montada sobre una plataforma de corrupción blindada por más de 20 años no es una tarea fácil para un gobierno nuevo, si este no cuenta con el apoyo popular de todos los sectores sociales interesados en acabar con este flagelo.
Lo que las nuevas autoridades encontrarán en cada una de las instituciones del Estado sobre corrupción administrativa será tan monstruoso y vergonzoso, que probablemente no lo puedan divulgar todo a la opinión pública, para evitar que sectores indignados de la población reaccionen con rebelión contra los culpables de los desfalcos.
La independencia de la justicia, hoy bajo la dirección de las reputadas abogadas Miriam Germán Brito, como Procuradora General; Yeny Berenice Reynoso, como Procuradora Adjunta, y Milagros Ortiz Bosch, como encargada de la Dirección General de Ética e Integridad Gubernamental, tendrá su prueba de fuego después que concluyan las auditorías para llevar a los culpables con pruebas contundentes a la justicia.
La rumba apenas comienza, los nuevos bailadores ya están sobre la pista y los músicos afinando sus instrumentos.
Mientras el pueblo dominicano, observará con detenimiento la reacción de los organizadores para cuando algunos de los invitados se “embriaguen” del poder, darse cuenta de cómo verdaderamente terminará la fiesta.