El proyecto de presupuesto complementario y el plan de recuperación turística traducen dinámica económica, pero no suplen una propuesta integral de relanzamiento de la economía.
Nadie tiene dudas de la prioridad en las circunstancias que vivimos: la salud, el control de la pandemia, y para tales fines se ha presentado un plan que continúa el que venían ejecutando las autoridades anteriores, aunque aspira a elevar el número de pruebas PCR y adicionar mil médicos.
La crisis sanitaria y la económica están hermanadas, la segunda es producto de la primera y también puede producir efectos catastróficos.
La propuesta de modificación presupuestaria que se ha presentado al Congreso, asciende a los 202,020.9 millones de pesos, de los cuales 122 mil 057.8 millones son incrementos del gasto y los otros sustituyen disminuciones en los ingresos.
La administración anterior estimó que producto de la parálisis económica los ingresos experimentarían una caída de 94 mil millones de pesos, estimación a las que el nuevo gobierno se ha añadido otros 62 mil millones,para totalizar una reducción de gasto de 156 mil millones. La economía dominicana no había padecido nada parecido a eso desde que la Gran Depresión de 1929 redujo dramáticamente los precios del azúcar, el tabaco, el cacao y el café, los únicos rubros de los que el país generaba divisas.
“En este escenario, se prevé una disminución del PIB nominal de -1.6% con relación al PIB del 2019 y una caída del PIB real -4% con respecto al año anterior, según cifras preliminares contenidas en el Panorama macroeconómico 2019-2020, consensuado por el equipo técnico interinstitucional de los ministerios de Economía, Planificación y Desarrollo, Hacienda y Banco Central, en fecha 19 de agosto del presente año”, así finaliza la carta con la que el ministro de Haciendas entregó la propuesta a los legisladores.
El desafío es extraordinario porque sólo con nuevos endeudamientos se puede llenar el hueco de más de tres mil millones de dólares, que una parte pueden abordarse por la colocación de bonos, pero también se hace inevitable tocar las puertas del Fondo Monetario Internacional, que, aunque flexibilice sus exigencias tradicionales, impone condicionantes incómodas.
Ejemplo, el presidente Abinader anunció la disposición de cinco mil millones de pesos a tasa cero en el Banco Agrícola, lo que además de no alcanzar ni a un 20% de las cobertura de financiamiento anual de esa entidad, contraviene un compromiso con el Fondo Monetario Internacional que en la gestión del presidente Fernández había enlistado la eliminación de esa entidad, pero Medina renegoció no cerrarla a condición de que abarataría el crédito a los productores sin colocarlo en un plano que se traduzca en competencia desleal con las otras instituciones financieras. Medina encontró los préstamos del Banco Agrícola a un 18% y logró descenderlos al 8%.
La preocupación inmediata son más de 750 mil trabajadores que permanecen suspendidos sin la posibilidad de volver a encontrarse con las plazas de las que fueron apartados, y, aunque el gobierno anunció que mantendrá las ayudas sociales que recibían, ese es un paliativo que no evita que en poco tiempo eso no se esté traduciendo en graves problemas sociales.
Muy bien todo lo que se anunció para colocar al turismo dominicano en condiciones de aprovechar las rutas de invierno y las reconsideraciones impositivas para que las empresas del sector sobrevivan, pero el resto de la economía aguarda por una plan más abarcador, porque en crisis las reanimaciones son directas.