Una de las mayores preocupaciones de los padres que trabajan, de cara al año escolar 2020-2021, es el seguimiento a los niños, sobre todo de primaria e inicial, en sus clases virtuales o a distancia, pues las mismas serán impartidas en horario laboral dada la crisis sanitaria generada por la pandemia coronavirus.
La inquietud obedece a que las clases se impartirán justo en el tiempo que algunos están laborando. Significa que tendrán que pagarle a alguien para que supervise a los alumnos, sumándose un costo adicional al deteriorado presupuesto familiar, al pago de la cuota mensual del colegio, transporte, comida, alquiler y salud.
El Gobierno anunció que el nuevo año escolar comenzará en el 18 de septiembre, con la capacitación de todos los profesores, y será impartido en la modalidad de educación a distancia.
Sin embargo, gran parte de los colegios privados del país ya han adelantado la parte de la capacitación docente, y están listos para iniciar las actividades. No pierden tiempo. Enviaron la lista de los libros y otros artículos escolares que es necesario comprar, incluyendo los famosos papeles de baño y de oficinas, que en un año los estudiantes nunca agotan, además de las famosas reinscripciones.
A la par de esas utilidades, y aprovechando la crisis, los colegios privados se inventaron vender este año a los padres un paquete de libros con códigos especiales para impartir las clases de forma virtual. Me enteré que el costo rondaría por los 30,000 pesos (me niego a creerlo). Es decir, hay que devolver los libros que ya hemos comprado, para adquirirlos con ellos. Es otra puñalada mortal a los padres que, por razones entendibles, se resisten a inscribir a los hijos en las escuelas públicas.
Esa eventualidad no se registra en las escuelas públicas porque el gobierno provee de todo a los estudiantes: libros, cuadernos, lápices, uniformes, computadoras, tablet, internet, meriendas y otros beneficios.
La carga pesada la llevan los tutores que inscriben sus hijos en centros privados, unas instituciones (creo que son un mal necesario) que actúan sin frenos bajo la indiferencia de la clase política gobernante, en complicidad con los legisladores y algunos sectores del empresariado dominicano.
Aunque en principio el ministro de Educación, Roberto Fulcar, no consideró justo que una parte de la población estudiantil iniciara la docencia mientras otra se quedara rezagada, éste permitió que los colegios iniciaran el ciclo escolar antes que el sector público.
La fecha establecida por las autoridades para el comienzo de la docencia fue el 2 de noviembre, por lo que se prevé que los meses de septiembre y octubre sean aprovechados por los colegios para la orientación a los padres y la ambientación, inducción y repaso de los últimos contenidos impartidos a los estudiantes durante los últimos dos meses del pasado año escolar.
Otra de las preocupaciones de los padres de familia, es la posibilidad de que tengan que pagar a los colegios dos mensualidades extras por los meses de septiembre y octubre. O sea, ¿hay que pagar esos dos meses sin impartir docencia. Pagaríamos por la orientación y la ambientación, inducción y repaso de los últimos contenidos impartidos a los estudiantes durante los últimos dos meses del pasado año escolar? Esa es la deducción más lógica.
La interrogante gira en torno al hecho de si los colegios podrían terminar el año escolar en junio del 2021, cuando se cumplirían los diez meses del ciclo escolar, y no en agosto, cuando termina el ciclo tradicionalmente, pues esto implicaría el pago de 12 mensualidades en centros privados.
¿Por qué permite el Ministerio de Educación esas prácticas? ¿Hasta cuándo estaremos soportando esa vaina?
La inversión en dispositivos electrónicos y planes de internet, son otras de las inquietudes de los padres de clase media con hijos en colegios privados, pues hasta el momento el Ministerio de Educación no ha incluido a los estudiantes de esos centros educativos en las entregas de laptop y tabletas que realizará a los estudiantes de escuelas públicas. ¿Discriminación?
Las reuniones virtuales, uso de nuevas plataformas tecnológicas, desconocidas tanto para los padres como para los alumnos, necesidad de adecuar espacios para las clases, que en muchos casos implicarán compra de sillas y escritorios, se suman a la larga lista factores preocupantes para la familia de clase media al acercarse el primer inicio de año escolar virtual.
La realidad es que estamos padeciendo un vía crucis, una nefasta e insoportable situación educativa de larga data, agravada con la peste Covid-19, que espero llegue a su fin con la intervención de las nuevas autoridades gubernamentales.
Está comprobado que los padres de familia de clase media no tienen quién los defienda en esta lucha (ni siquiera los medios de comunicación). Ya no resisten estar a merced de los chupa sangre y, por ahora, incontrolables propietarios de colegios privados.