En estos tiempos duros del coronavirus, de ausencia de abrazos y amores, de deudas y enfermedades distintas, hago mía esta conclusión del artículo del psiquiatra y amigo José Miguel Gómez:
“La consciencia emocional, la empatía, asertividad, la inteligencia emocional y social, son las (características o premisas) determinantes para salir resilientes y mejores personas de esta pandemia prolongada y sufrible”. HOY, 31-08-2020.
Claro, pedimos y nos piden comportamientos en torno a estos tiempos que no todos podemos o queremos cumplir.
¿Cómo pedirles a personas sin trabajo, sin dinero, sin nada, que se queden en casa donde no hay luz ni agua potable, y sí ratones, cucarachas y mosquitos?
¿Cómo esperar que gente que no lee periódicos, no tiene internet ni radio, se entere y acepte las sugerencias oficiales?
¿Cómo decirle que se quede en casa a una madre soltera con 15, 16 o 17 años y dos o tres criaturas descalzas junto a ella?
¿Cómo algunos no entienden que deben salir a la calle a buscársela, a rifar algo, a pedir un “préstamo”, a dejar los niños con una vecina para irse a un motel cercano tras el peso?
Y si todo esto ocurre en las barriadas pobres y populares de la capital, imaginaos qué pasa en provincias lejanas del Palacio, en la zona fronteriza, en el profundo Este, solo para visitantes extranjeros y poderosos criollos.
El alma se llena de bruma y los ojos de lágrimas, cuando pienso en estos problemas, sabiendo que nada puedo hacer para mitigarlos o resolverlos.
¡Y el COVID-19 bailando solo en la cancha mundial y burlándose de todos, pero más de los desposeídos de fortunas!
31-08-2020.