Parece ser que la aparición de la especie foránea en ríos y lagunas conocidas como pez gato se remonta a 2007, sin que hasta el momento se hayan tomado acciones concretas para controlar su indetenible avance.
Se trata de un formidable depredador de emboscada, capaz de sobrevivir en cualquier entorno natural húmedo, lo que lo convierte en un peligro para las especies nativas.
Esta plaga de peces, que pertenecen a la familia de los bagres, ya ha invadido prácticamente todos los ríos, arroyos y lagunas del país, llevando a la casi extinción a la guabina, camarones, anguila y otras especies de agua dulce.
Las nuevas autoridades deberían emprender acciones para repoblar los ríos, arroyos y lagunas de esas especies y de otras, que prácticamente han desaparecidos. Además, de establecer los controles necesarios para erradicar la pesca indiscriminada de las especies de agua dulce, que nunca han tenido dolientes.
Aunque en su momento las autoridades del Ministerio de Medio Ambiente llamaron a la población a consumir el pez gato, por el impacto nocivo sobre las especies nativa, este “monstruo de río” resulta casi imposible de erradicar.
El pez gato es capaz de sobrevivir por mucho tiempo fuera de agua, de trasladarse por tierra a otros estuarios y se alimenta de todo cuanto encuentra.
Naturalmente que no es tarea fácil eliminar a un formidable invasor como el pez gato. En otros lugares del planeta ha resultado imposible eliminar a las especies foráneas, tal es el caso de Estados Unidos con la carpa asiática, que ha invadido las vías fluviales a lo largo de la cuenca del Mississippi y los ríos Illinois y Missouri.
En el caso del pez gato, además de estimular su consumo masivo para bajar su población, bien podríamos utilizarlo como un atractivo para el turismo de pesca. Hacer como Tailandia que tiene granjas de crianza de peces, algunos importados, que utiliza para atraer turistas en la modalidad de captura y liberación.
Un ejemplar puede alcanzar los 290 kilos de pesos y llegar a los 2.5 metros de largo, cuya captura puede resultar excitante para un pescador y un atractivo para el turismo de pesca.
No tengo el dato de cuánto genera el turismo de pesca en el mundo y en esa modalidad de granja, pero creo que sería una opción para diversificar cada día más la industria turística dominicana.
Al fin y al cabo, el pez gato llegó para quedarse, por qué no buscar alternativas para sacarle provecho como oferta complementaria.