Un cirujano es un profesional egresado de una escuela de medicina que tiene la facultad de ejercer su profesión con extrema concentración y cuidado, para no cometer errores en su intento de extirpar un órgano o sección maligna de un cuerpo previamente diagnosticado.
Es normativa de un cirujano, cualquiera que sea su especialidad, aplicar líquido anestésico previo al acto quirúrgico, como forma de bloquear sensibilidades táctiles o dolores en el cuerpo del intervenido.
Dedican una buena parte de su tiempo a estudiar los factores de riesgo que implicarían la invasión quirúrgica a un paciente determinado, cumpliendo los protocolos establecidos para eliminar fallas que pudieran ser perjudiciales.
Al razonar sobre estas ideas, me he atrevido a compararlas con la actitud y comportamiento profesional de un abogado, a conocimiento de que son completamente diferentes, pero que por su actividad tienen cierta similitud en cuanto a la preparación previa del intervenido, sea en materia judicial o facultativa.
Un abogado es de por sí doctor o licenciado en derecho, que tiene similares facultades a la de un cirujano, en el sentido de que debe ejercer su profesión con extrema concentración y delicadeza, para asegurar una correcta aplicación de leyes que corrijan hechos y actitudes negativas de la persona involucrada en un proceso judicial.
En una sencilla entrevista realizada a la magistrada Miriam Germán Brito, Procuradora General de la República Dominicana, por el periodista Fausto Rosario Adames, en el espacio “Y tú… qué dices”, de Acento TV, el pasado 10 de septiembre, me di cuenta de que la comparación es válida, por los razonamientos expresados por la experta abogada.
Tras la población dominicana diagnosticar con gran precisión que el cáncer de la corrupción se había apoderado de los cuerpos de los funcionarios de las administraciones de los gobiernos peledeístas, requirieron en masa la intervención quirúrgica de dicho mal, recomendando la acción judicial de una profesional como la magistrada Germán Brito.
El nuevo gobierno del presidente Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno, no vaciló en aceptar la demanda popular, complaciendo a la sociedad dominicana con la designación de la veterana abogada al frente del Ministerio Público para que iniciara el procedimiento quirúrgico que extirpe el mal que ha afectado al país por largos años.
En el conversatorio periodístico, como le llamó su productor y conductor, me di cuenta que la magistrada Miriam Germán no solo conoce el mal identificado, sino que está trabajando con extrema cautela para actuar con precisión y no dañar “otros órganos vitales” del paciente a intervenir.
Sus pasivas respuestas y explicaciones de cómo se debe hacer el procedimiento quirúrgicamente legal deben tranquilizar a quienes, preocupados por el mal, piden a viva voz de que se actúe rápido y sin contemplaciones contra los afectados.
Miriam Germán, en todo el trayecto de su entrevista, se mantuvo sentada como si estuviera en el podio de una sala penal dirigiendo un proceso judicial en la que se está decidiendo el destino de la libertad de un acusado de violar leyes específicas judiciales.
Fausto Rosario, todo un periodista investigador, con sumo cuidado y respeto hurgaba, indagaba con sus preguntas directas sobre diferentes procesos judiciales en curso por parte del Ministerio Público.
Pero la magistrada procuradora, con sus parsimoniosas, cortas, precisas y honestas respuestas, complacían al veterano comunicador.
Miriam Germán confesó no estar dispuesta en principio a aceptar la oferta que se le hacía para ocupar el cargo; pero que fue la voz del pueblo que personalmente en la calle y a través de las redes sociales la convencieron de que tenía una misión que cumplir en bien de la justicia dominicana, aceptando luego dicha designación por parte del Poder Ejecutivo.
Con mucha firmeza, dejó en claro que sancionará los actos de corrupción que lleguen documentados a su despacho, pero sin pasar por encima el debido proceso que amerita esa actuación.
Para Miriam Germán, combatir la corrupción no es ir detrás de una persona en actitud vengativa o por una simple denuncia. Ella va más lejos: investigar las causas, motivaciones y efectos, sin sentimientos adversos que la pueda condicionar en un proceso de persecución judicial.
Todos los expedientes depositados en la fiscalía, que aseguró son muchos, entre los que se incluyen los de Odebrecht, Ministerio de Obras Públicas, los Tucanos, Oisoe, entre otras denuncias de corrupción documentadas de la pasada administración peledeista, no serán archivados para el olvido, serán investigados independientemente hasta tener un expediente completo y seguro antes de ser presentados ante jueces calificados.
Dijo que al ver el expediente del caso Odebrecht, le asustó por la debilidad de su elaboración, al notar que estaba muy poco sustentado y podría ser un encausamiento fallido de la justicia y a favor de los involucrados.
Esto demuestra que un diagnóstico médico mal elaborado es una cirugía fallida en perjuicio de un paciente. Y un expediente judicial mal instrumentado, es un caso judicial perdido que solo beneficiaría al delincuente violador de las leyes.