Por Thalif Deen
NACIONES UNIDAS, 24 sep 2020 (IPS) – Con más de 20 000 civiles muertos el año pasado en conflictos en tan solo 10 países, el secretario general de la ONU, António Guterres, reiteró ante la Asamblea General del organismo su llamado a un «alto el fuego global», una propuesta que no ha logrado generar una respuesta positiva desde que la lanzó en marzo por primera vez.
Esa propuesta se estrella ante un conflicto interno en la propia ONU (Organización de las Naciones Unidas). Su organismo más poderoso, el Consejo de Seguridad (CSNU), sigue paralizado y enfrentado por la confrontación incruenta de dos de sus potencias con derecho al veto.
Así que antes de poder afrontar la solicitud de Guterres, la ONU tiene que alcanzar un popio “alto el fuego político” entre los 15 miembros del CSNU.
De hecho, En la segunda jornada de la sesión de alto nivel de la 75 Asamblea General de la ONU (AGNU) que comenzó el lunes 21, ya China y Estados Unidos escenificaron su “guerra” diplomática, económica y política con acusaciones y contraacusaciones.
Es previsible que esa aspera confrontación pública entre Beijing y Washington paralice al Consejo de Seguridad y que cada uno vete las resoluciones del otro, lo que coloca al organismo ante un virtual «cese de utilidad».
Richard J. Ponzio, director de Just Security 2020 e investigador principal del Centro Stimson con sede en Washington, recordó a IPS que entre marzo y julio Estados Unidos bloqueó la aprobación de una resolución del CSNU, en respaldo al llamado de Guterres de un alto el fuego mundial.
Ese alto el fuego, como ha reiterado desde marzo el secretario general, tiene como fin el garantizar que durante la pandemia de covid-19 se garantice que la asistencia para salvar vidas pueda llegar a los más vulnerables, que en buena parte se concentran en territorios en conflicto.
Una lucha, dos discursos
Fiel a su esencia, el presidente estadounidense Donald Trump puso todo el énfasis de su discurso ante la Asamblea, el martes 22, en culpar a China por el surgimiento y propagación del coronavirus por el planeta y más en general por buena parte de los males de la escena mundial.
Tanto en tono como en sustancia, señaló Ponzio, el discurso ante la AGNU de Trump contrastó con el de sus contemporáneos, incluido el presidente chino Xi Jinping y sus pares Vladimir Putin, de Rusia, o Emmanuel Macron, de Francia.
Mientras que Trump eligió en sus breves palabras por videoconferencia atacar principalmente a China por difundir la covid-19 y otras transgresiones, “los otros líderes mundiales hablaron extensamente sobre la necesidad de cooperación mundial y de un orden internacional basado en reglas para enfrentar mejor las amenazas y desafíos globales”, anotó.
En su participación en la 75 AGNU, que en esta ocasión se realiza en forma telemática, mediante intervenciones pregrabadas, Trump utilizó el foro mundial para intensificar su larga batalla con China, incluida una enconada guerra comercial bilateral, al lanzar un devastador ataque contra Beijing.
«Debemos responsabilizar a la nación que desató esta plaga en el mundo: China», dijo tras autoalabarse por su gestión de la pandemia de covid, pese a que Estados Unidos es el país del mundo con más casos y muertes.
Trump también acusó a China de «controlar» a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y arrojar millones y millones de toneladas de plástico y basura a los océanos, explotar con sobrepesca los mares de otros países, destruir vastas franjas de arrecifes de coral y emitir más mercurio tóxico en los océanos y la atmosfera que cualquier otro país.
Un sitio digital estadounidense sintetizó el discurso del mandatario con el titular: «Trump en la ONU: Estados Unidos es el bueno, China es el malo».
El multilateralismo según Beijing
Contracorriente de la exhibición de unilateralismo de Trump, el presidente chino, Xi Jinping, defendió la bondad de acciones conjuntas de la comunidad internacional.
En su discurso por videoconferencia a la Asamblea General se mostró optimista sobre que «la humanidad ganará esta batalla» contra el virus y apuntó «cualquier intento de politizar el tema o estigmatización debe ser rechazado». Añadió que la covid “nos recuerda que la globalización económica es una realidad indiscutible y una tendencia histórica”.
China «no tiene intención de librar otra guerra fría o una caliente con ningún país… que esto quede claro: el mundo nunca volverá al aislamiento y nadie puede romper los lazos entre países», subrayó el presidente chino antes de advertir que su país «no participará en un juego de suma cero».
Xi también fue contundente al asegurar que “ningún país tiene derecho a dominar los asuntos globales, controlar el destino de los demás o reservarse las ventajas en el desarrollo para sí mismo. Menos aún debería permitírsele a uno hacer lo que quieran y ser un hegemón, el matón o el jefe del mundo”.
“El unilateralismo es un callejón sin salida», sentenció el mandatario de la gran potencia mundial emergente, antes de subrayar que ante la crisis de crisis generada por la pandemia “el mundo necesita solidaridad, no confrontación”.
La inutilidad del Consejo de Seguridad
Mientras la ONU conmemora su 75 aniversario, una de las críticas más generalizadas contra la Organización se centra en gran medida en el Consejo de Seguridad, donde los Estados miembros han fracasado, durante los últimos 25 años, en sus esfuerzos por reformarlo y ampliarlo.
Quizás la crítica más dura es su incapacidad —y su monumental fracaso— para resolver conflictos militares y problemas políticos de larga data, incluida el otorgar una patria a los palestinos.
Stephen Zunes, profesor de Política de la estadounidense Universidad de San Francisco, quien ha escrito extensamente sobre el Consejo de Seguridad, dijo a IPS que es notable que la mayoría de los vetos en ese órgano en las últimas décadas se hayan relacionado con resoluciones que abordan violaciones del derecho internacional humanitario.
«Estados Unidos y Rusia han abusado repetidamente de su poder de veto para proteger a los gobiernos aliados de la rendición de cuentas”, dijo.
Prácticamente todas las resoluciones que se evitó que prosperasen, como propuestas o en las votaciones, estaban bajo el Capítulo VI de la Carta de la ONU. Eso significa que se trataba de reconocer y deplorar violaciones humanitarias e incluían intervenciones militares, sanciones o medidas similares.
Se trata de resoluciones que fueron bloqueadas antes de someterse a aprobación o al hacerlo quedaron vetadas en su mayoría por solo un voto negativo, indicó Zunes.
El mensaje esencial de Moscú y Washington es que sus aliados, como se evidenció en el caso de Siria por citar solo uno, “pueden actuar con impunidad”.
Courtney B. Smith, decano interino de la Escuela de Diplomacia de la estadounidense Universidad Seton Hall en Nueva Jersey, dijo a IPS que el balance del Consejo de Seguridad en sus tres cuartos de siglo de existencia es “decididamente mixto”.
El Consejo en repetidas ocasiones no cumplió las esperanzas depositadas en él, en buena parte por la posición de sus cinco miembros permanentes (China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia), que han manejado el máximo órgano de la ONU con un lente nacionalista y atado a sus intereses tanto internos como externos.
«Esto se demuestra más vívidamente en la postura reciente de Estados Unidos y China en una serie de temas del Consejo», dijo Smith, quien ha entrevistado a más de 100 representantes e integrantes del personal de la ONU para su investigación sobre la organización y sus miembros.
A su juicio, en el CSNU convive «una historia de dos Consejos», uno que busca desarrollar nuevos métodos de trabajo que promuevan los intereses compartidos y otro que está empañado por el desacuerdo entre las grandes potencias.
El 75 aniversario, a su juicio, podría presentar una ocasión para ir más allá de estas contradicciones, pero es pesimista sobre que eso suceda, porque todo hace presuponer que los dos Consejos sigan conviviendo y arrojando, por ello, un desempeño desigual.
«El Consejo va a tratar desesperadamente de seguir siendo relevante”, pero va a sufrir los achaques de la edad y de la falta de renovación ante un mundo muy diferente a cuando surgió, por lo que “vivirá momentos de esperanza y desesperación para todos los que anhelamos un Consejo más sólido y eficaz en los años venideros”, sentenció Smith.
Ponzio consideró que sería muy útil para mejorar la utilidad del Consejo que se amplíe su composición, para alinearlo con las realidades políticas actuales y modificar el uso del veto de los cinco miembros permanentes, sobre todo en los casos que involucran la prevención de atrocidades masivas.
Pero dado que las iniciativas para esa ampliación han fracasado a lo largo de este siglo, el especialista planteó como alternativa la enmienda del Artículo 23 de la Carta de la ONU, para que se permita que los principales miembros no permanentes apodan ser reelegidos en periodos consecutivos en el Consejo, lo que les volvería en “permanentes de facto”.
Además los cinco permanentes se verían obligados a ser más responsables con sus bloqueos si tuviesen que defender públicamente su voto negativo en las resoluciones relacionadas con la implementación del principio de Responsabilidad de Proteger.