Por Rubén Moreta.- Este viernes 25 de septiembre se conmemora el cincuenta y siete aniversario del infeliz golpe de Estado al presidente Juan Bosch.
Los jóvenes deben saber que la génesis de gran parte de las falencias institucionales y el atraso político de la República Dominicana se ubican en el destronamiento abrupto que sufrió el gobierno constitucional del Profesor Bosch el 25 de septiembre del 1963.
Se trató de un funesto Golpe de Estado en contra de un gobernante que había sido elegido por una abrumadora mayoría popular, tras el ajusticiamiento del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Esta digresión histórica representó un infértil retroceso político y el estropicio de los sueños de libertad del pueblo dominicano, que durante treinta y un años padeció la dictadura más cruel del caribe, que encabezó el déspota Trujillo.
El ascenso al poder del político y literato vegano se produjo el 27 de febrero del 1963 tras ganar las elecciones nacionales con el 59% de los votos, que adhirió 22 senadores y 52 diputados, contra solo 4 senadores y 13 diputados de su contendor la Unión Cívica Nacional.
En el marco de una coyuntura internacional caracterizada por la Guerra Fría, el triunfo de la Revolución Cubana -cuatro años antes en 1959- y “el peligro comunista” que falsamente sostenían los sectores oligárquicos nacionales y los Estados Unidos, quienes no deseaban en el caribe insular otro gobierno progresista, fueron factores que actuaron como caldo de cultivo para abortar el régimen democrático-liberal bochista.
Un factor determinante en la caída del primer gobierno genuinamente democrático surgido el siglo pasado, fue la hostilidad del clero católico, quienes abiertamente patrocinaron una conspiración en contra del régimen del Profesor Bosch.
Las críticas mordientes desde el púlpito a Bosch y las marchas y jornadas de “reafirmación cristiana” a todo lo largo y ancho de la geografía nacional, fueron un mecanismo abierto de maquinación dirigido hacia la ruptura del orden constitucional. En San Juan de la Maguana, las Matas de Farfán y todo el ámbito de la Diócesis Católica –para solo citar un ejemplo-, el Obispo Monseñor Thomas F Reilly sacaba a los feligreses a marchar a las calles contra el mandatario “ateo y comunista”, como falazmente tildaba al presidente Juan Bosch.
Los mandos militares, de ascendencia trujillista, cuya cúpula el Profesor Bosch dejó intacta, fueron el brazo ejecutante del infeliz Golpe de Estado, que desalojó del poder al político procero más acrisolado, después de Duarte, que ha parido la República Dominicana, que sin dudas lo fue Juan Bosch.
Tras el Golpe de Estado, se instaló un Triunvirato, integrado por Emilio de los Santos (sanjuanero), Ramón Tapia Espinal y Manuel Tavarez Espaillat, todos elementos con vinculación a los sectores de poder y a los intereses de Estados Unidos.
Las consecuencias del Golpe de Estado fueron impactantes: se truncó el sueño de libertad; se esfumó la oportunidad de cristalizar importantes reformas sociales y políticas; triunfaron la derecha, los sectores conservadores y el neotrujillismo; se produjo un nefasto retroceso político y dos años después del golpe (1965), se produce el fraccionamiento de las Fuerzas Armadas y una guerra civil de gran calado, que exigía la restitución de Bosch y la vuelta a la constitucionalidad, con un saldo de miles de muertos y heridos -militares y civiles- y la pérdida de la soberanía con la invasión de veintiocho mil marines norteamericanos, constituyendo la segunda intervención de Estados Unidos a nuestro país.
En fin, el Golpe de Estado a Juan Bosch significó para toda la sociedad dominicana la utopía rota.
El autor es Profesor UASD.