Por Araceli Aguilar Salgado. “En un futuro, las clases sociales se convertirán en clases biológicas.” Antonio Diéguez
Reflexionar acerca del surgimiento del transhumanismo que plantean la eliminación de ciertas enfermedades o la prolongación de la vida del ser humano en esta Tierra, la ingeniería genética, tecnociencia y filosofía de la tecnología en nuestras sociedades contemporáneas, desde la producción de alimentos, vacunas y distintos aparatos tecnológicos que empleamos en la cotidianeidad hasta la producción de armas biológicas y de destrucción masiva.
La bioética los límites y alcances al que se le pueden dar las nuevas tecnologías desde un horizonte interdisciplinario y plural.
Mientras tanto la incertidumbre, inseguridad, miedo, desconfianza. Estos son quizá los sentimientos más comunes estos días, mientras dura el confinamiento por el coronavirus, la investigación científica y tecnológica en la lucha contra esta enfermedad ya la tecnología ha potenciado algunos de los aspectos más preocupantes de la pandemia. El virus no solo ha sido un virus biológico, sino también un virus informático, un virus mental.
La pandemia marca como el inicio de la Gran Evolución, el futuro cambia de dirección es el triunfo final de la tecnología, porque solo ella puede ofrecer soluciones efectivas. Esta crisis, según dicen, será el detonante del cambio de época, el momento que hay que aprovechar, ahora que finalmente hemos comprendido con una fuerza que había estado retenida, amortiguada durante generaciones, que nuestro cuerpo está sometido a la tiranía de las enfermedades, el envejecimiento y la muerte. Nuestro cuerpo biológico, lejos de mostrarse como algo prescindible, ha manifestado toda su realidad. Sin él no somos, con él somos mortales. No hay alternativa.
Se pensaba que las ciencias iban a ser la genética, la IA y la gerontología, y probablemente lo serán, pero habrá que introducir entre ellas a la virología, la microbiología y la epidemiología el fin del ser humano sublimado por la tecnología, un fin del mundo relegados por la tecnología, como podemos ver las prótesis biónicas, ciborgs, clones, el control de las máquinas digitales, mecánicas y la creación de una inteligencia no biológica que desafía la humana provocará, sin duda, grandes cambios en la sociedad, tanto culturales como éticos
Si necesitamos una tecnología que no sea sólo para las minorías. Hay que incrementar la investigación para protegernos de las enfermedades que más seres humanos matan y que se dan sobre todo en los países más pobres, como es el caso de la malaria. Fomentar el desarrollo tecnológico, por otra parte, no implica dejar de resistirse a otorgar mayor poder y control a las empresas y a los gobiernos a través de la tecnología, ni dejar de defender la privacidad.
Será necesario con detenimiento tomar las medidas para atenuar los efectos físicos, mentales, económicos, sociales, etc. de la próxima pandemia, porque es obvio que vendrá. debemos mejorar los sistemas sanitarios públicos, así como los mecanismos de protección social y de ayuda a los más castigados económicamente por la crisis. La salud pública, por si alguien no se había dado cuenta, tiene ya carácter global es imprescindible mejorar las condiciones de los longevos y buscar alternativas cuando las haya. Hay que reflexionar en el envejecimiento y la ancianidad. No todo es negativo en esa fase de la vida. El envejecimiento no es una enfermedad, e incluso si llegara el día en que pudiera ser ralentizado, no es un estado anormal y abomínale. Es parte de la vida humana y puede ofrecer también cosas valiosas.
Como se puede ver el transhumanismo relacionada con la inmortalidad está más cerca que nunca, y que no tardaremos de ver los resultados de unir ciencia y tecnología puede ser factible, se temen y manifiestan que sean las propias empresas proveedoras de tecnología, que solo ven el interés comercial que pueden sacar de estas nuevas aplicaciones, sin reparar en las desigualdades que podrá provocar entre la población que pueda o no acceder a estos privilegios tecnológicos.
Entre tanto, los científicos convocan a la reflexión en aplicar la ética a la innovación tecnológica, pensando en cómo se puede emplear de forma igualitaria y de todo lo que se puede ocupar, antes de llegar a crear hombres medio humanos, medio máquinas y desarrollar su mayor potencial: disfrutar de la plenitud de la vida a través del ejercicio de una inteligencia verdaderamente libre y creativa en todas y cada una de las actividades.
Este es el gran desafío al que se enfrenta la humanidad. No es una utopía imposible, sino una cuestión de vida o muerte.
“El peligro del pasado era que los hombres fueran esclavos. Pero el peligro del futuro es que los hombres se conviertan en robots.” Erich Fromm