Un elemento fundamental en las acciones de un ministerio público independiente es que el ritmo de trabajo no lo marca la dinámica política. Anteriores sincronizaciones concluyeron en descrédito de falsas iniciativas contra la corrupción.
Un dirigente perremeista en Procuraduría hubiese abierto el circo al día siguiente de la asunción de Luis Abinader, aunque faltaran algunas manos de pintura al escenario desde donde se formularían ruidosas acusaciones.
El librito político, ante la conjunción de las graves crisis sanitaria, económica y social, hubiese recomendado inmediatas citaciones y persecuciones. Aumento de muertes y contagios por Covid, más denuncias, hubiese sido la fórmula.
Las posibles críticas ante la presentación de un presupuesto altamente deficitario y las previsibles protestas de un difícil enero, se ahogarían con las denuncias más escandalosas sobre corrupción, de acuerdo a la tradicional fórmula de asesores y manejadores de crisis.
En esta ecuación no interesa que se desinflaran casos que con tiempo suficiente pudieran sustentarse adecuadamente para garantizar condenas, y se frustrara nuevamente a los dominicanos.
En un escenario politizado, claro que se reviviría a un partido abatido, pero con 20 años de experiencia del manejo del poder y con enormes recursos económicos.
Hubiese sido ideal para el grupo dominante en el PLD, por aquel “principio” perverso de responder a crisis internas creando un enemigo externo o magnificando las contradicciones con el adversario para acallar la disidencia o nuevamente postergar los reclamos de revisión y reestructuración.
Danilo Medina sale prematuramente al ruedo esperando ese embate, pese a que no ha habido articulación política, para tratar de encabezar la defensa del PLD, cuando en realidad buscaría relegitimarse, defender a su subgrupo, posible centro de las investigaciones por corrupción, y evitar que se establezcan responsabilidades por la división y posterior derrota y salida del poder de la organización.
Algunos desesperan desde los ámbitos partidarios y sociales al recordar el latrocinio pasado, pero los fiscales afincan las pisadas y organizan, reestructuran, refuerzan , buscan informaciones maliciosamente extraviadas.
En la famosa Pepca, por ejemplo, habían más de 300 casos de investigación de corrupción en una “morgue”, desde principios de siglo, según su nuevo director Wilson Camacho.
Yeni Berenice Reynoso directora de Persecución advirtió que no quedará sin investigar ninguna denuncia que tenga que ver con la sustracción de un peso del Estado y proclamó : “Vamos con todo y por todos”.
Y Miriam Germán, Procuradora General de la República (los tres en Despierta con CDN) alertó que en las declaraciones juradas “hay un mundo de informaciones” y que no quedarán ninguna sin investigar, de los funcionarios salientes y de los entrantes.
Ante las tres revelaciones, podrían recrudecerse las satanizaciones de dirigentes perremeistas contra los independientes (“le dije a Luis que no lo hiciera”, murmuran algunos), visto que hay investigaciones pendientes desde 2003 y todos los gobiernos, como en el caso Odebrecht, están en” la tómbola”.
Ese “mundo de informaciones”, afecta significativamente a los salientes por los evidentes enriquecimientos desde el poder, pero también complica la vida a muchos de los funcionarios entrantes.
Difícil de sostener numerosas declaraciones juradas de montos altos y bajos, si se realizan investigaciones rigurosas de los patrimonios.
Los que tienen historial productivo o familiar, justificarían los teneres, pero podrían chocar con los registros de impuestos en la DGII. Y eso que algunos se auxiliaron de verdaderos expertos y de hábiles mañosos.
Algunos funcionarios de alto nivel podrían pasar por momentos difíciles. Ya algunos sabios recomiendan asumir el camino del alcalde de Pedro Brand, que atribuyó un error a su hija y le “tumbó” mil millones a la declaración original.