Los árabes tienen miles de fábulas, historias y cuentos, que han deleitado a la humanidad por generaciones. La mayoría, contienen un mensaje de sabiduría.
Uno muy famoso, nos cuenta de un mercader que estaba vendiendo un camello y presentaba al camélido como un prodigio. Contaba las cosas increíbles que podía realizar el noble animal. Eventualmente, lo vendió. Pero, el comprador regresó al día siguiente diciendo que ese cuadrúpedo no hacía nada de lo que el vendedor afirmaba, que era el jamelgo más vago e inútil que él había visto en su vida.
El mercader le dijo al comprador; “no hables mal del camello, después no lo vas a poder vender”
En esa disyuntiva está el gobierno de Luís Abinader, recuerden que está prohibido decir licenciado, quieren vender el camello, pero han hablado muy mal del mismo.
Tuvieron que admitir que se equivocaron con el camello “economía” y con el fin de negociarlo por 3,800 millones de dólares, volvieron sobre sus pasos y empezaron a decir maravillas de este.
Se cansaron de hablar mal del dromedario “Turismo” y alejaron a los habituales compradores que llenaban las plazas y ahora no saben cómo comercializarlo.
Del jorobado “Covid-19”, dijeron barbaridades para luego retractarse y admitir que el tratamiento aplicado era el correcto.
Dicen que el perro huevero ni que le quemen el hocico. Todavía continúan hablando mal de un animal que desean vender. Ahora le tocó al garañón “Punta Catalina” quieren venderlo, pero le siguen inventando graves problemas a este ejemplar de dos jorobas.
Dijeron que esta bestia no es verdad que puede recorrer 750 millas en el desierto, que apenas llega a 600. Que cojea. Que come mucho y que el alimento que consume es contaminante y crea muchos desperdicios. Si siguen en esas, ¿cómo lo van a vender?
Estos modernos beduinos gubernamentales, deben ponerse de acuerdo. Puede resultar que no encuentren un buen comprador y tengan que vender el camello a precio de vaca muerta. Esto es algo que de verdad nos preocupa y nos obliga a formular una pregunta que nos estremece por el pánico,
¿será eso lo que están buscando?
Carlos McCoy
Octubre 2020