Estimado amigo: recibe un abrazo fuerte y envíale mis parabienes a Raquel, las niñas y a tu madre Sula, que tanto cariño y afecto me profesan.
No me imagino en tus zapatos. Conociendo tu sincero deseo de ser un gran presidente, uno que la historia escriba en letras de oro, te has encontrado con una situación muy grave; una crisis económica global y particular profunda en medio de una pandemia también global, con una herencia catastrófica porque el Partido de la Liberación Dominicana en 20 años, endeudó el país de manera irresponsable, de manera que sobrepasa el 50% del Producto Interno Bruto, (PIB)
De cada cien pesos que recibe el Estado tienen que pagar más de la mitad a sus acreedores, (servicio de la deuda) dejándonos el resto para educación, salud, vivienda, seguridad social, seguridad ciudadana, energía, transporte, alimentación, etc., lo cual –objetivamente- es imposible cubrir todas las necesidades, obligándonos a continuar tomando dinero prestado y reformar el sistema tributario para sobrevivir. No es fácil.
Presidente, tengo mis dudas y mis temores con relación al éxito de sus planes y proyectos para beneficio del pueblo dominicano porque una mayoría piensa con el estómago y parece no darse cuenta de lo que pasa, tanto en nuestro territorio, como en el mundo.
No creo que el pobre pueblo dominicano tenga conciencia de la realidad que todos, no tú únicamente, debemos enfrentar. Los causantes de la crisis, los depredadores del erario, saben muy bien lo que hicieron. Robaron, robaron y continuaron robando hasta que se acabó todo lo que había. Dejaron las arcas del Estado vacías. Llenaron sus alforjas y se largaron para sus mansiones, villas, fincas, apartamentos en Estados Unidos y Europa, donde vacacionan placenteramente sin ninguna preocupación, convencidos de que la impunidad los protegerá.
Someter a esos señores y señoras, incluso algunos “señoritos”, a la justicia, condenarlos por delincuentes y despojarlo de sus fortunas, no será fácil tampoco; requerirá de tiempo y paciencia, algo que la gente no tiene.
Amigo presidente: has pedido tres meses para reorganizar el Estado. Estoy seguro no será posible. En un año, ni en dos, podrás hacerlo. No es cuestión de tiempo, es de actitud, de voluntad política, cosa que no tiene el Partido Revolucionario Moderno, ni la mayoría de los funcionarios que te acompañan en el gobierno, ni los poderes fácticos, co-responsables de todos nuestros males.
Reorganizar el Estado implica una ruptura para que no sea un instrumento al servicio de las 20 y tantas familias dueñas del país y sus riquezas. Reordenar el Estado –presidente- es no ponerlo al servicio de los que reciben más de 250 mil millones de pesos todos los años en exenciones fiscales, los dueños de las aduanas, responsables del contrabando y la evasión fiscal. Reordenar el Estado es romper con las mafias que operan en complicidad con empresarios, en todas las instituciones públicas. Detrás de cada gran negocio, hay uno o varios empresarios que invierten mucho dinero en las campañas electorales. Y no lo hacen por patriotismo. El que patrocina un candidato o un partido no lo hace por patriotismo, ni por amor al prójimo.
Presidente, a grandes males, grandes remedios. En medio de la crisis, los que más tienen son quienes deben pagar más. Quienes más tienen deben ser los más perjudicados, no los que menos tienen o no tienen nada. La clase media se empobrece cada día, los pobres, pobres son, no tienen nada que perder. Protejamos la industria, la agricultura, el comercio, la moneda, pero sin sacrificar a los obreros, trabajadores, campesinos y amas de casas. Esos no aguantan más, presidente.
Se podrán hacer algunos cambios, pero no profundos, ni sustanciales. No se trata de cambiar para que todo siga igual como en la novela de Giuseppe Tomasi de los años 50 del siglo pasado.
Tenga cuidado presidente. Hay sectores sediciosos conspirando contra su gobierno; quieren pescar el río revuelto por ellos mismos. No se deje engañar ni confundir. Quieren provocar una poblada como en el 84 durante el régimen de Salvador Jorge Blanco que costó la vida de cientos de dominicanos y terminó sacando al PRD del poder. “Ojo pelao”, presidente. Hay que estar “mosca” frente a los conspiradores. Hay que tomar el toro por los cuernos; empoderar al pueblo y tomar las decisiones que demandan las circunstancias para sacar el país del hoyo en que está sumergido, que ni los “tres que sacaron a Pedro del pozo”, podrán hacerlo.
No olvide aquel eslogan del líder José Francisco Peña Gómez retomado por el ex presidente Hipólito Mejía: “gobernaré para todos, sin olvidarme de los míos”. No se olvide de los suyos, presidente Luís Abinader. Ellos lo llevaron al poder después de 16 años de tristeza y soledad, de abandono y humillaciones. Y ellos –los suyos- serán los que protegerán y defenderán su gobierno.
El país precisa, más que un presidente, un líder, fuerte, valiente, decidido, honrado, que haga de su palabra un templo, de su práctica un monumento, de su honestidad, un paradigma. Es un reto que espero estés dispuesto a asumir. Si así lo hiciere, el pueblo y la historia te lo reconocerán, de lo contrario, el pueblo y la historia te condenarán.
Con cariño y afecto, Juan T H.