Por Luis Brizuela
LA HABANA, 7 oct 2020 (IPS) – Cuba sigue con especial atención la campaña electoral en Estados Unidos, pues del triunfo de uno u otro candidato el 3 de noviembre dependerá un previsible mayor deterioro de las relaciones bilaterales o el retorno al diálogo interrumpido hace más de tres años.
Ambos países viven el peor momento de sus relaciones desde que el presidente Donald Trump entró a la Casa Blanca, en enero de 2017.
La administración republicana ha maximizado la presión contra la endeble economía de este país insular caribeño, golpeada aún más por los efectos de la covid-19.
Justifica además su política de línea dura contra La Habana por el presunto papel cubano en el desplome de Venezuela.
En junio de 2017, Trump firmó en Miami un memorando con el cual, aseguró, cancelaba el acercamiento a Cuba legado por su antecesor, el demócrata Barack Obama (2009-2017).
Sin embargo, el mandatario estadounidense “no ha desmontado toda la política de Obama. Por ejemplo, mantiene la embajada (en La Habana) que le sirve como atalaya para permanecer en la isla vigilante y agresivo. Incluso, si fuera reelecto, no la eliminaría…Ese sería un error que no cometería”, reflexionó en diálogo con IPS el politólogo Esteban Morales.
Desde el 20 de agosto funge como Encargado de Negocios el diplomático Timothy Zúñiga-Brown, con una larga experiencia en el país, pues trabajó en la entonces Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, a fines de la década de 1990 y anteriormente, en la Oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado.
“El resto de la política se sigue atacando con la intención de desmontarla, incluido la eliminación de los viajes y las remesas, estas últimas llevándolas a su mínima expresión porque su cancelación en estos momentos podría perjudicar la votación en la Florida”, complementó Morales, experto en los vínculos entre los dos países.
Una encuesta de la estadounidense Universidad Internacional de la Florida mostró, realizada a comienzos de octubre, que alrededor de 60 por ciento de los votantes cubanoamericanos en ese decisivo estado respaldará a Trump, algo congruente con la histórica alineación que ha tenido ese grupo con el Partido Republicano.
Aunque la mayoría de la comunidad cubanoamericana favorece las sanciones para forzar un “cambio de régimen” en la isla, así como la permanencia del embargo, también defiende medidas hacia Cuba aprobadas por Obama como la venta de alimentos y medicinas, los vuelos directos a todas las regiones del país y el mantenimiento de relaciones diplomáticas, contrastó el estudio.
Los gobiernos de Cuba y Estados Unidos suscribieron una veintena de acuerdos desde diciembre de 2014 a enero de 2017, como parte de un complicado y para algunos expertos lento proceso de normalización de nexos entre dos antiguos adversarios de la Guerra Fría, cuyos territorios los separa tan solo 90 millas náuticas (167 kilómetros).
Ese proceso incluyó el restablecimiento de relaciones diplomáticas, la apertura de embajadas, la autorización para vuelos comerciales y remesas sin límites, así como la ampliación de categorías de licencias para viajes a Cuba, flexibilizando la ley estadounidense que prohíbe a sus ciudadanos hacer turismo en la isla.
Además, ambas partes consensuaron convenios de cooperación en áreas mutuamente beneficiosas como la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico, el tráfico de personas, enfrentamiento al delito a nivel internacional, telecomunicaciones y salud.
Pero los misteriosos y nunca comprobados incidentes acústicos, reportados públicamente por primera vez en agosto de 2017, fueron usados por Washington para justificar la retirada de la mayor parte de su personal diplomático, así como decretar el cierre de los servicios consulares en la capital cubana.
También estuvo detrás de la reducción del tiempo de validez de las visas para entrar a Estados Unidos y la obligatoriedad de los cubanos de viajar a un tercer país para obtenerlas, mientras Washington anuló los vuelos regulares y chárter a todas las ciudades cubanas, excepto al capitalino aeropuerto internacional José Martí.
“No he podido viajar más a Estados Unidos a buscar insumos para mi negocio y al cancelarse los vuelos, tampoco han venido más los estadounidenses que solían dejar mejores propinas que otros visitantes”, explicó a IPS vía correo electrónico Ana Iraida Riverón, dueña de una casa de alquiler en la ciudad de Holguín, a 678 kilómetros al este de La Habana.
“Tengo vecinos y amistades con familiares en (los estados de) Texas, Nueva Jersey y California para los cuales ahora es más costoso y complejo venir a visitarlos”, agregó Riverón.
El 9 de septiembre, Trump extendió por otro año la Ley de Comercio con el Enemigo, una normativa de 1917 en la cual se sustenta la permanencia del embargo económico que Washington mantiene sobre Cuba desde 1962.
En lo que va de 2020, el estadounidense Departamento del Tesoro estableció prohibiciones para imposibilitar que entidades bancarias y financieras puedan transferir remesas a la isla, luego que en septiembre de 2019 limitara a 1000 dólares por trimestre dichos envíos.
“Prohibir que los familiares se apoyen entre sí en medio de una pandemia y escasez de alimentos en Cuba, y cerrar los canales de remesas sin asegurar una alternativa viable, es cruel y va en contra de los valores estadounidenses”, criticaron el 29 de septiembre en un comunicado siete organizaciones de ese país favorables a los vínculos con Cuba.
El Centro por la Democracia de las Américas, una de las entidades firmantes del documento, recordó en un memorando que la comunidad cubanoamericana –estimada en 1,2 millones de personas-, remite anualmente a sus familias en la isla alrededor de 3700 millones de dólares
Pero en los primeros cinco meses de 2020, dicho monto se redujo en unos 518 millones de dólares respecto al mismo periodo de 2019, contrastó el comunicado, al valorar el impacto de los cambios relacionados con las remisiones monetarias.
“El enrarecimiento del clima político entre los dos gobiernos ha ocasionado serios problemas para el desempeño de miles de cuentapropistas (emprendedores autónomos) y agravado el impacto sobre ellos de la crisis económica que vive la isla”, comentó Oniel Díaz, fundador y líder de la consultora Auge, que asesora al sector privado cubano.
La política de Obama hacia Cuba priorizó el desarrollo del sector no estatal que floreció como parte del proceso de actualización económica desde 2010, y que en la actualidad emplea a más de 600 000 personas, alrededor del 13 por ciento de la fuerza laboral del país.
El 80 por ciento de los emprendedores opina que las políticas de Trump hacia Cuba han afectado su negocio, con una disminución en los ingresos y números de clientes, además de contribuir de manera general a un entorno desfavorable y pesimista para el desarrollo y crecimiento del sector privado, indicó en septiembre de 2019 una investigación de AUGE.
“La pesquisa efectuada en La Habana reveló que el 73 por ciento de las y los emprendedores quisiera que se retomara la normalización de relaciones con Estados Unidos, el 69 por ciento que finalizara el bloqueo, mientras el 40 por ciento desearía disponer de acceso a programas de formación en la nación vecina”, precisó Díaz en su diálogo con IPS.
El candidato demócrata Joe Biden, quien fue vicepresidente durante el mandato de Obama, afirma que de resultar electo cambiará la política hacia Cuba y que, entre otras medidas, respaldaría el envío de remesas a la isla.
“De Trump no debemos esperar nada. Solo algunas ventajas podríamos tener si Biden es elegido. Lo único que nos salva hacia adelante es superar nuestra situación económica y salir de la pandemia”, razonó Morales.
ED: EG