Peligroso que un partido en el gobierno deslegitime al presidente que ayudó a colocar en la Presidencia de la República.
Esta situación se pueda presentar por desencuentros entre el mandatario y los principales dirigentes partidarios por protestada escasa representación de afiliados en la administración pública.
Tradicionalmente todos los dirigentes del partido desean ir a los más importantes y rentables puestos públicos sin importarles la suerte de la organización. Incluso con posiciones ganadas en el Congreso Nacional presionan su paso para altos cargos, como ocurre en la actualidad con tres diputados electos del Partido Revolucionario Moderno.
También acontece que presidentes electos se apartan de sus compañeros de partido desde la transición y luego suben las escalinatas palaciegas acompañados por empresarios, financiadores de la campaña, familiares, amigos y uno que otro “notable” (o notorio, como imputó un magistrado a un omnipresente). El “grajo” se queda en los apretujones de la campaña, alegarían.
Otro factor de enfrentamientos es la ambición de puestos por el particularísimo beneficio personal, grupal o familiar, sin importar si desde esas posiciones se ayuda al partido y al país.
Además, la aspiración desproporcionada que va tras posiciones sin menor calificación profesional o técnica. Estos desencuentros en la mayoría de los casos se subsanan o esclarecen.
Sin embargo, la formación de proyectos presidenciales extemporáneos es el mayor peligro para un gobierno que apenas da sus primeros pasos, algunos a tientas, en medio de una crisis económica sin precedentes provocada por el daño mundial del Covid-19, aunque según el presidente Luis Abinader hubo una pandemia precedente de “corrupción e impunidad”, de la que responsabilizó al saliente gobierno de Danilo Medina.
Es ceguera por ambición política, extrañamente de personas y grupos que no vivieron aquellos vicios y locuras del partido padre, camino a la extinción.
(En Estados Unidos resolvieron este asunto permitiendo una reelección de los presidentes, como figura hoy en el país, consignándolo en la enmienda 22 de la Constitución luego que Franklin Delano Roosevelt violara vieja norma que inició Washington. Roosevelt iniciaba el cuarto mandato al morir. Ningún dirigente disputa la candidatura a un presidente en ejercicio).
Quienes quieren saltar procesos no se comprometen con sinceridad y a profundidad con las políticas de gobierno, algunas necesariamente amargas en momentos de crisis, lo que se evidenció con el resbalón que dio el gobierno al anunciar impuestos de fuerte impacto en amplios segmentos de clase media. Abinader se vio obligado a salir el sábado 3 de este mes a improvisar la contención de la rebelión, ganar tiempo y el jueves último retirar la “reformita” e informar una solución basada en adelantos impositivos empresariales, recobrando la sintonía popular.
Algunos de los involucrados en estos proyectos marchan camuflados entre naturales disgustos partidarios por el fuerte acento empresarial en el gobierno y las quejas de aquellos que desesperan porque los decretos que les designarían retrasan su salida. Hay grupos que enganchan con cualquier disgusto para reclamar mayor cuota de empleos.
En el proceso de elección de los miembros de la Junta Central Electoral se ha producido una conjunción dañosa que enfrenta la reiterada voluntad del presidente Abinader de excluir elementos partidarios de este órgano y las altas cortes.
Una cosa es que las bases electorales de Abinader se desencanten y le retiren su apoyo y otra es que sectores internos conspiren contra el éxito del primer gobierno del PRM, por ambición desmedida y en la incomprensión de que es vital la legitimidad del mandatario para combatir la corrupción y la impunidad y devolver la confianza en las instituciones nacionales. Validación necesaria para otro intento del PRM. Solo 56 días…