La pandemia, ya ha impuso un retroceso en la reducción de la pobreza, en 2021 hasta 150 millones de personas pasarían a vivir en esta condición. En el otro extremo de la escala, la riqueza total de los multimillonarios alcanzó los 10,2 billones (millones de millones) de dólares en julio, en lo que describe como «un nuevo máximo», en comparación con los 8,9 billones de dólares de 2017.
Por Thalif Deen
NACIONES UNIDAS, 15 oct 2020 (IPS) – El fenomenal aumento de la pobreza extrema, por primera vez en 20 años, se acompaña en el polo opuesto de un aumento en los ingresos de los multimillonarios y súperricos hasta nuevos máximos históricos, en un fenómeno que profundiza las desigualdades económicas y sociales en el mundo.
La paradoja del alza de la pobreza y la riqueza extremas es alimentada por la pandemia de covid-19 que ha llevado a millones, principalmente en Sur en desarrollo, a un estado de pobreza que se perpetuaría largo tiempo, mientras ha creado nuevos y rápidos negocios para el club de los milmillonarios.
Cuando las Naciones Unidas conmemoran el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, este sábado 17, los ricos se vuelven más ricos y los pobres más pobres, lo que también puede reflejar la realidad de las desigualdades económicas generalizadas en todo el mundo.
El Banco Mundial indica en su bianual “Informe sobre pobreza y prosperidad compartida”, lanzado el 7 de octubre, que la pobreza extrema aumentará este año, por primera vez en más de dos décadas, mientras que se espera que el impacto de la propagación del virus empuje a 115 millones de personas a la pobreza.
La pandemia, que también agrava los conflictos y el cambio climático, ya ha impuso un retroceso en la reducción de la pobreza, asegura la institución multilateral con sede en Washington.
Como consecuencia, en 2021, hasta 150 millones de personas podrían vivir en la pobreza extrema.
En el otro extremo de la escala, los milmillonarios han visto cómo sus fortunas alcanzaron niveles récord durante la pandemia, y los principales ejecutivos de tecnología e industria son los que más se benefician.
La riqueza de los multimillonarios alcanzó un nuevo récord en medio de la pandemia, principalmente como «un repunte de las acciones tecnológicas que impulsa la fortuna de la élite mundial», según un informe publicado también el 7 de octubre por dos entidades suizas, el banco UBS y la consultora PwC.
Con base en una serie de estadísticas, el informe afirma que la riqueza total de los multimillonarios alcanzó los 10,2 billones (millones de millones) de dólares en julio, en lo que describe como «un nuevo máximo», en comparación con los 8,9 billones de dólares de 2017.
El número de multimillonarios en el mundo se estimó en 2189, frente a 2158 en 2017.
El aumento de las ganancias de los súperrricos provino principalmente de tres sectores: tecnología, atención médica e industria, una tendencia acelerada por la pandemia.
El estudio asegura como elemento positivo que el aumento de multimillonarios ha llevado a una mayor filantropía, con unos 209 multimillonarios comprometiendo en donaciones 7200 millones de dólares.
Los más ricos del mundo vieron subir su riqueza un 27,5% tan solo entre abril y julio, cuando alcanzó los 10,2 billones de dólares.
Pooja Rangaprasad, directora de Políticas, Defensa y Financiamiento para el Desarrollo de la Sociedad para el Desarrollo Internacional (SID), con sede en Roma, dijo a IPS que «la filantropía o la caridad no sustituyen a las soluciones sistémicas» que deben adoptarse para un mundo menos desigual y más inclusivo, donde las crisis golpean siempre a los mismos.
Muchos países en desarrollo ya están al borde de una crisis de deuda, que se ve agravada aún más por un sistema tributario internacional quebrado que permite a las corporaciones e individuos ricos pagar poco o ningún impuesto, señaló.
«A menos que se dé prioridad a las soluciones económicas globales para garantizar que los países en desarrollo tengan el espacio fiscal para responder a la crisis, las consecuencias serán devastadoras y millones serán empujados de nuevo a la pobreza extrema», advirtió.
Los gobiernos deben acordar urgentemente soluciones sistémicas, como la condonación de deuda, un marco vinculante y multilateral para la resolución de la crisis de la deuda que aborde el endeudamiento insostenible e ilegítimo y una convención fiscal de la ONU para arreglar las lagunas en el sistema fiscal internacional, argumentó Rangaprasad.
Kunal Sen, director del Instituto Mundial de Investigaciones sobre Economía del Desarrollo, de la Universidad de las Naciones Unidas (UNU-WIDER), dijo a IPS que la pandemia empujará a millones de hogares a la pobreza en todo el Sur en desarrollo.
«El desafío para la comunidad internacional es canalizar recursos adicionales a través de la Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) hacia los países de bajos ingresos, donde se concentra la pobreza mundial», indicó.
«La ONU puede jugar un papel importante en la movilización de recursos para financiar los esfuerzos de los estados miembros para contrarrestar los efectos de la pandemia en los pobres y vulnerables de sus propios países», planteó Sen, quien también es profesor de economía del desarrollo en el Instituto de Desarrollo Global de la Universidad de Manchester, en Reino Unido.
El aumento proyectado de la pobreza ha socavado, además, uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a que se convirtió la comunidad internacional dentro de la ONU, que tenía como metas la erradicación de la pobreza extrema y el hambre para 2030.
Según el Banco Mundial, la «pobreza extrema» la padecen quienes sobreviven con menos de 1,90 dólares al día. El aumento proyectado de la pobreza sería el primero desde 1998, cuando la crisis financiera asiática sacudió la economía mundial.
Antes de que golpeara la pandemia, se esperaba que la tasa de pobreza extrema cayera al 7,9% en 2020. Pero ahora es probable que afecte a entre 9,1% y 9,4% de la población mundial este año, según el Informe Bienal sobre pobreza y prosperidad compartida de la entidad multilateral.
«La pandemia y la recesión mundial pueden provocar que más de 1,4% de la población mundial caiga en la pobreza extrema», dijo el presidente del Grupo del Banco Mundial, David Malpass al dar a conocer el informe.
A su juicio, para revertir este «serio revés», los países necesitarían prepararse para una economía diferente poscovid, permitiendo que el capital, el trabajo, las habilidades y la innovación se movilicen hacia nuevos negocios y sectores.
Malpass ofreció el soporte del Banco Mundial a los países en desarrollo «mientras trabajan para avanzar hacia una recuperación sostenible e inclusiva», con subvenciones y préstamos a bajo interés. Esa asistencia sería hasta por 160 000 millones de dólares y respaldaría al centenar de países más pobres.
Ben Phillips, autor del libro “Cómo luchar contra la inequidad”, dijo a IPS que la concentración de la riqueza entre un puñado de súperricos y la extensión del empobrecimiento a cientos de millones de personas más no son coincidencias desconectadas.
A su juicio, esas dos realidades son dos caras de la misma “mala” moneda.
La covid, argumentó, no ha creado esta desigualdad obscena pero sí la ha sobrealimentado.
Ante una crisis sistémica y de tales dimensiones, la filantropía del grupo de la oligarquía de los milmillonarios no pasa de ser igual a poner una curita en una herida abierta y profunda.
La única forma “no desastrosa” de salir de esta hecatombe de desigualdad “es un reequilibrio de las economías” para servir a la gente común, tal como han coincidido en plantear, recordó Phillips, figuras como el papa Francisco, el secretario general de la ONU, António Guterres, o la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardem.
«Eso es absolutamente factible, de hecho, lo hemos hecho antes, pero los mercados no pueden autocorregirse y las élites nunca otorgan una economía justa desde arriba. Solo la presión de la gente común puede ganar una economía que sea humana y segura», insistió el especialista sobre desigualdad.
Dereje Alemayehu, coordinador ejecutivo de la Alianza Global para la Justicia Fiscal, dijo a IPS que la desigualdad está aumentando también dentro de los países así como el número de grandes fortunas, y la situación a su juicio no es casual.
«Las empresas multinacionales y los ricos no pagan su parte de los impuestos, lo que priva a los países de los ingresos públicos necesarios para abordar la desigualdad», dijo.
Además, argumentó, la arquitectura financiera internacional imperante niega a los países en desarrollo su derecho a gravar su participación en las ganancias globales de las multinacionales. Para abordar adecuadamente la desigualdad, los gobiernos nacionales deben introducir avances y sistemas tributarios redistributivos.
T: MF