Me fascinó el montaje que rodeó el lanzamiento de la estrategia de marca país: un protocolo estricto para evitar que una congregación de personas se convierta en foco del virus del Covid19, que incluyó el sometimiento a una prueba rápida el día previo al acto de todo el que confirmara participar; distanciamiento físico de los asientos con láminas protectoras transparentes entre las ubicaciones, además del uso obligatorio de la mascarilla.
Un espectáculo artístico y cultural impresionante, de una sincronía perfecta entre lo virtual y lo presencial, lo que aparecía en las pantallas que rodeaban el escenario de repente cobraba vida en el público, y representaciones que subían al escenario uniformadas como si se tratara de algunos de los sectores de la economía, el contagio de la música los transformaba en bailarines que ponían a vibrar a todos los presentes con la gracia y la energía de sus coreografías.
Discursos breves y pregrabados en la dinámica del montaje, como fueron los de Ligia Bonetti, ejecutiva por parte del sector privado en la comisión de decretada por el presidente Abinader; y de Biviana Riveiro, directora de Prodominicana; el ministro de Turismo, David Collado, quien preside la comisión de Marca País, y el presidente de la República, hablaron en directo.
Ninguno de los discursos pronunciados hasta ese momento por el presidente Abinader me habían removido tan emotivamente las fibras de la dominicanidad:
“Nuestra música se conoce en cada rincón del mundo. Las proezas de nuestros atletas continúan inspirado generaciones. Estamos entre los mayores exportadores de puros. Nuestra azúcar, nuestro cacao y nuestro café han endulzado las mañanas de millones de personas alrededor del mundo. Y hay, cientos de inversionistas extranjeros con más de US$40 mil millones de activos, reconocen nuestra seguridad jurídica y confían en nuestro compromiso con el desarrollo”.
Y siguió contando el presidente que somos los líderes en el turismo de sol y playa, que 98% de nuestros visitantes prometen regresar; que tenemos un rol muy importante en la cadena de valor global con las exportaciones de zonas francas, que se suman a las de oro, cacao, café, frutas y vegetales; que más de dos mil millones de dólares de inversiones extranjeras buscan todos los años el camino seguro dominicano.
Ese país descrito por el presidente Abinader, para nada se parece a uno quebrado, pese a todos los desafíos de la actual crisis económica y sanitaria.
Lo que no vi correcto es que lo que se estaba anunciando se presentara como un logro de cincuenta y tantos días de gobierno, cuando la verdad es que era el producto de varios años de trabajo en el que la administración anterior había colocado todo su empeño, y había dejado la mesa servida para su lanzamiento.
Lo cuestioné la misma noche en un tuit y en mi comentario del Sol de la Mañana del día siguiente, y los cuestionamientos que generó el parecido del logo con otro, me dieron la razón, porque ahí si que las autoridades informaron que habían sido las anteriores las que llevaron a cabo el proceso de creación de la marca país.
El acto fue bonito e impresionante, pero hubiese sido más emotivo presentándolo con su verdadera historia, lo que lejos de restarle le daba mayor impacto.
Manejado sin exclusiones pudo haber tenido un broche de oro: la presencia de los tres expresidentes vivos que tiene el RD, haciendo saber que única bandería Marca País es la dominicanidad.