Por Thalif Deen
NACIONES UNIDAS, 5 nov 2020 (IPS) – Cuando la Organización de las Naciones Unidas (ONU) luchaba por hacer frente a una crisis de liquidez en abril de 1996, una de las muchas medidas drásticas que tomó fue reducir su personal.
Entonces, tomó el camino de las corporaciones del país que acoge su sede central, Estados Unidos, e, irónicamente para una institución con problemas de liquidez, ofreció un «apretón de manos dorado», una indemnización por despido de aproximadamente 80 000 dólares a aquellos que voluntariamente dejasen la Organización, lo que la acercó a la bancarrota.
Unos 400 empleados de la ONU decidieron seguir la consigna y el título de una exitosa película de 1969 de Woody Allen de “toma el dinero y corre”.
En el contexto actual, aseguró a IPS un diplomático asiático, la ONU no está en posición de ofrecer un apretón de manos dorado ni siquiera a algunos de los funcionarios de más alto rango y por tanto más caros, si es que se ofreciesen voluntariamente para renunciar.
Una «crisis de liquidez» desencadenada por el atraso o el impago de las contribuciones señaladas por 61 Estados miembros, que crea un asombroso déficit de 5100 millones de dólares, amenaza ahora a la ONU con socavar su propio mandato y las operaciones que desarrolla por todo el mundo.
Al 2 de noviembre, solo 132 Estados miembros (de 193) habían pagado sus cuotas del presupuesto ordinario en su totalidad, según los datos de la ONU.
Las alertas sobre la actual crisis de liquidez provienen de tres direcciones: del secretario general António Guterres; del presidente de la Asamblea General, Volkan Bozkir; y del Grupo de los 77 (G77), la coalición de 132 países, la más grande del organismo mundial y que aglutina al Sur global.
Cuando presentó un proyecto de presupuesto por programas para 2021 a mediados de octubre, Guterres advirtió que «la crisis de liquidez no ha disminuido y obstaculiza gravemente la capacidad de la Organización para cumplir sus obligaciones con las personas a las que servimos».
«En este momento crucial para nuestro trabajo, vale la pena repetir que la Organización solo puede cumplir con sus mandatos si los Estados miembros cumplen con sus obligaciones financieras en su totalidad y a tiempo», declaró.
La responsabilidad de las operaciones cotidianas, actualmente amenazadas, recae directamente sobre los hombros de un personal mundial de alrededor de 32 417, según las últimas cifras de la Junta de los jefes ejecutivos coordinación, mientras que se estima que el personal de la Secretaría General en Nueva York suma más de 3000.
Prisca Chaoui, secretaria ejecutiva del Consejo de Coordinación del Personal de la Oficina de la ONU en Ginebra (ONUG), con 3500 miembros, dijo a IPS, como ejemplo de la crisis actual de recursos, que “la gerencia nos informó que no permitirán prórrogas de contratos por más de dos años, mientras que las reglas actuales permiten una extensión de hasta cinco años».
Para reducir costos, hay un «congelamiento de contratación actual, lo que significa que nadie puede ser reclutado y nadie puede ser promovido debido a la crisis de liquidez», explicó.
«Lo que sabemos es que hay una aguda crisis de liquidez pero nadie ha hablado todavía de una crisis financiera, aunque sentimos que se avecina», agregó.
Todo esto se debe al hecho de que los Estados miembros se enfrentan a una crisis económica y es claro que pagar a la ONU no será su prioridad, argumentó.
Además, “lamentamos que el ciclo presupuestario haya pasado de dos años a un año, lo que hizo que la organización negociara el presupuesto anualmente. Antes, teníamos ciclos presupuestarios de dos años, y esto era más seguro que la situación actual, cuando se repite todos los años el estrés de negociar”, se quejó Chaoui.
«Si bien entendemos las dificultades que enfrenta la Organización, no estamos de acuerdo con los intentos de hacer que el personal de la ONU se conviertan en empleados corporativos. Esto va en contra de los principios de funcionamiento de los funcionarios públicos independientes», añadió la dirigente del personal ginebrino de la Organización.
Guy Candusso, ex primer vicepresidente del Sindicato del Personal de la ONU en Nueva York, dijo a IPS que «con toda la incertidumbre del mundo actual, no soy optimista a corto plazo» sobre que los problemas de liquidez se alivien.
A largo plazo, añadió, lo más probable es que la crisis financiera se resuelva sola. «Mientras tanto, creo que todo el personal sufrirá y soportará el peso de los recortes cuando se acabe el dinero», señaló.
Hablando en nombre del G77 y China, Megayla Austin, de Guyana dijo en octubre al Comité Administrativo y Presupuestario de la ONU (también conocido como el Quinto Comité) que sus miembros intentaban cumplir con sus obligaciones financieras mientras superan las dificultades económicas y financieras, agudizadas por la pandemia de covid-19.
Sin embargo, «el Grupo también observa que el monto total de contribuciones pendientes y cuotas para el mantenimiento de la paz supera los 5100 millones de dólares, al 30 de septiembre, con la mayoría (de la deuda) a cargo de un solo Estado miembro».
Se trata de Estados Unidos, el mayor contribuyente al presupuesto de la ONU.
Volkan Bozkir, presidente del 75 período de sesiones de la Asamblea General, tocó el 28 de octubre el tema de la crisis de liquidez.
El secretario general, dijo, «me ha expresado en varias ocasiones su preocupación por la situación financiera de la ONU y su capacidad para cumplir con sus obligaciones financieras en curso. Comparto estas preocupaciones e insto a todos los Estados miembros a que paguen sus cuotas en su totalidad y a tiempo».
Durante la parte de alto nivel de la Asamblea General, desarrollada en forma virtual en septiembre, el mensaje que Bozkir dio a los líderes mundiales fue claro: «La cooperación internacional y la acción multilateral efectiva son esenciales para enfrentar la pandemia. Por eso, las Naciones Unidas necesita una base financiera predecible para hacer su labor».
Además de afectar las operaciones diarias, la ONU también puede carecer de fondos para la implementación de sus mandatos.
Cuando Guterres presentó el proyecto de presupuesto 2021, dijo que «para implementar plenamente los mandatos que se nos han confiado, la ONU requerirá un total de 2990 millones de dólares”. Eso, precisó, representa una disminución de 2,8 por ciento respecto al año anterior, pese a los mandatos adicionales derivados en parte de la pandemia.
Richard Ponzio, director del Programa Just Security 2020 del estadounidense Centro Stimson, dijo a IPS que los Estados miembros tienen la responsabilidad legal de pagar a tiempo y en su totalidad sus cuotas, evaluadas y mutuamente acordadas a tiempo y en su totalidad cada año.
«La grave crisis financiera del organismo mundial de los últimos años obstaculiza su labor urgente y vital, que solo se ha intensificado con el inicio de la pandemia de coronavirus», criticó.
Estados Unidos y otros países que fallan en sus obligaciones en tratados internacionales muestran así una carencia de liderazgo, más allá de sus fronteras, en un momento de aguda necesidad internacional, agregó.
Barbara Adams, presidenta de la Junta del no gubernamental Foro de Política Global, recordó a IPS que “esta no es la primera vez que la ONU ha sido rehén de la dependencia excesiva de un contribuyente».
A su juicio, la financiación sostenible es esencial para que la misión de la ONU y su propia reforman puedan tener éxito.
«La financiación sostenible es crucial para la capacidad de la ONU de hacer lo que fue creada para hacer, pero lo que es más pertinente, es necesario desconectar y romper los patrones actuales que están dominados por unos pocos donantes importantes, y la forma en que están influyendo en la toma de decisiones, el establecimiento de la agenda y las prioridades, y sesgando la implementación en todo el sistema «, dijo Adams.