La dirección del Partido de la Liberación Dominicana ya asume que Román Jáquez y Miriam Germán son sus garantes para los futuros procesos electorales y eventualmente penales.
El infructuoso esfuerzo de impedir que llegaran a la Junta Central Electoral y a la Procuraduría General de la República, respectivamente, se ha trocado en sentido práctico de aceptación y el discernimiento de que otros caminos eran, y son, de alto riesgo. Claro, sembraron ortigas. Dirigentes peledeistas cobardes saltaron de pánico cuando escucharon esos nombres para encabezar la JCE y el ministerio público, sabedores de los abusos infligidos.
Los más arrogantes del grupo dominante recién salido del poder, se adelantaron a colocar banderillas a los entonces posibles funcionarios, sin hallar endosos significativos.
El partido morado asumió institucionalmente la campaña cuestionadora para colocar algunas “páginas para el expediente, justificar enfrentamientos de distracción y colocar en el archivo eventuales excusas futuras.
La dividida organización utilizó diversos amplificadores que relativizaban y hasta justificaban los daños morales a Miriam Germán ante el sagrado escenario nacional televisado del Consejo de la Magistratura (una puesta en escena del entonces Procurador Jean Alain Rodríguez y el presidente Danilo Medina), y a su vez advertían del “riesgo” de las vendettas desde el ministerio público.
En el caso de Jáquez la ofensiva fue virulenta, con un barraje propagandístico sesgado y amenazador, en el que se advertía hasta la posibilidad de que colapsara la democracia.
El presidente interino del PLD, Temístocles Montás y el senador peledeista Iván Lorenzo encabezaron las escaramuzas, pese a que el legislador fue beneficiado en un contencioso electoral por el Tribunal Superior Electoral, que presidía Jáquez, a quien le objetaban decisiones desfavorables. Antonio Marte de la FD resaltó este dato en una sesión de la cámara alta.
Pasada la tempestad , los peledeistas acudieron mansitos al despacho del presidente de la JCE, “aceptando” la legitimidad de las autoridades escogidas y ,después de algunas formalidades solicitaron la asistencia técnica de la institución para los trabajos del noveno Congreso y para la elección de los miembros del Comité Central del PLD.
Los morados se tratan con Jáquez desde que éste era miembro de la Junta Electoral del Distrito Nacional y conocen muy bien de su comportamiento legal y ético, pero por un discurso político coyuntural rebasaron lo obsceno con algunas acusaciones. Respuesta positiva de la JCE.
Un PLD que llegó a la audacia de proponer a un dirigente del PRM para presidente de la JCE, ya admite, aunque no públicamente, que Jáquez y los cuatro miembros que le acompañan constituyen garantía de transparencia y dique de contención a cualquier empuje manipulador o trastornador del partido oficial.
Lo que realmente reafirmó el talante intolerante y que provocó que estallara de cólera el grupo dominante en el PLD en el proceso electoral pasado, es ahora la principal divisa salvadora: la capacidad de resistir y rechazar presiones de parte de Jáquez.
En el caso de la Procuradora Germán, ahora los peledeistas resaltan su apego al debido proceso y trasladan sus sospechas a otros litorales del ministerio público.
Parecen convencidos de que realmente es independiente y que no actúa en función de los tiempos políticos que pauta el populismo y de los circos mediáticos.
Germán ha actuado con extrema prudencia y pese a los ruidosos reclamos de “tránquenlos”, y se ha centrado en investigaciones y levantamientos de evidencia sin apresamientos dando todas a las oportunidades a sospechosos de enriquecimiento ilícito de puedan avalar documentalmente lo que dicen tener.
Los temidos “demonios” son ahora la esperanza del PLD para no ser atropellados.
“Cosa más grande, chico”, decía Tres Patines.
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