El combate a la corrupción además de representar un reclamo popular es curador de la democracia, sistema con apreciables defectos, pero que no tiene otro que le supere por lo que la única opción es fortalecerla.
Pero en un régimen de derechos donde todo ha de estar sujeto al respeto de la dignidad de las personas y la presunción de inocencia que le asiste aún el que pudiera ser imputado de las peores cosas, volar paredes en horas de la madrugada, romper puertas y someter a familias a pesadillas y humillaciones indescriptibles, no es algo que luzca justificado para investigar a personas que no representan peligro de fuga ni de resistencia violenta contra la autoridad judicial que los requiera, menos aún cuando son personas que previamente ni siquiera se les había interrogado.
La dramática determinación adoptada por una persona que prefirió quitarse la vida, antes de verse expuesto a semejante trato, aunque no estaba siendo objeto de investigación ni se le había requerido, debe mover profundamente a la reflexión porque el suicidio no obedeció al temor a responder cualquier tipo de indagatoria, sino a la posibilidad de vivir las desconsideraciones que presenció frente a otros.
Dice el refrán que quien no la debe no la teme, pero eso sólo en el refranero, porque a la realidad le es más aplicable la doctrina de Trasímaco que plantea que la justicia es simplemente el interés del más fuerte.
César Prieto fue un servidor público eficiente y honesto, prueba de ellos es que salió de las funciones que desempeñó más pobre de como ingresó, y que eran precisamente las limitaciones económicas parte de las preocupaciones que lo aproximaron a la depresión, pero reunía el perfil apropiado para ser despertado en cualquier momento por una acción atropellante del Ministerio Público, porque era persona del entorno cercano del expresidente Danilo Medina, que es en la presunta corrupción sobre la que hace énfasis el interés de los persecutores.
El Partido de la Liberación Dominicana gobernó durante dieciséis años y varias de las personas que contribuyeron a que la sociedad percibiera a esa organización como corrupta, ya no forman parte de ella, pero los años sobre los que está colocada la lupa son los correspondientes a la gestión de Medina.
Percatado de los excesos y politización de las acciones que se han emprendido, el presidente Luis Abinader, formuló un planteamiento muy atinado: “Les pido que no generemos un circo de la persecución, ni un espectáculo de la infamia arrastrándonos a todos al barro, porque la justicia no es venganza, y no podemos, por la responsabilidad de los cargos que ostentamos, dividir al país ni polarizarlo”.
La Procuraduría ha reiterado no investigaba a Prieto y pidió respeto por su memoria, pero inexplicablemente “se filtró”el interrogatorio policial en el que supuestamente el hijo mayor del fallecido informa que su padre le había confesado que cometió irregularidades por órdenes de superiores, manipulación categóricamente desmentida por Bashir:
“Mi padre nunca me dijo lo sugerido allí, por ende nunca he declarado que me habló de procesos irregulares o que trataran corrupción. Primero porque no me dijo algo así y segundo porque no lo dije”.
El que haya hecho uso inapropiado de fondos públicos que responda por sus hechos, pero la lucha contra la corrupción se desmerita cuando se perciben sesgos, o se le intenta probar con revelaciones mediáticas que pueden resultar escandalosos ante la población pero insustanciales en los expedientes.
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