“Enfrentamos una alteración climática severa si los países continúan produciendo combustibles fósiles en los niveles actuales, y será aún peor con los aumentos planeados”: Michael Lazarus.
– Los países planifican producir más petróleo, carbón y gas en la próxima década, al contrario de lo que se necesita para limitar el calentamiento global, advirtió un informe sobre la brecha de producción de combustibles fósiles divulgado este viernes 4 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma).
El estudio “deja claro que enfrentamos una alteración climática severa si los países continúan produciendo combustibles fósiles en los niveles actuales, y será aún peor con los aumentos planeados”, dijo Michael Lazarus, del Instituto Ambiental de Estocolmo (SEI, en inglés) y autor principal del informe.
Indicó que durante la próxima década el mundo necesita disminuir seis por ciento anual la producción de combustibles fósiles, para abonar la meta pactada en el Acuerdo de París de 2015 sobre cambio climático, de llegar al año 2050 con una temperatura no mayor en 1,5 grados centígrados sobre los niveles de la era preindustrial.
Para ser consistente con esa meta, la producción de carbón debería disminuir 11 por ciento cada año, la de petróleo cuatro y la de gas tres por ciento.
Por el contrario, los planes nacionales revisados en el informe muestran que se busca aumentar en dos por ciento anual la producción de combustibles fósiles, y en 2030 se estaría produciendo más del doble, 120 por ciento sobre los niveles actuales.
Según las estadísticas de la trasnacional energética BP, en 2019 el mundo produjo unos 4500 millones de toneladas de petróleo crudo, y 3,9 billones (millones de billones) de metros cúbicos de gas natural, en tanto la producción de carbón pasó de 8000 millones de toneladas según la firma británica GobalData.
La covid-19 y las medidas de confinamiento contra su propagación provocaron caídas a corto plazo en la extracción de carbón, petróleo y gas, pero los planes anteriores a la pandemia apuntan a que continuará la creciente brecha de producción de combustibles fósiles, con el riesgo de graves alteraciones climáticas.
Por ejemplo, para el período 2020-2030, México previó un crecimiento de 50 por ciento, Brasil y Emiratos Árabes Unidos 70 por ciento cada uno, y Argentina apuntó a un aumento del 130 por ciento en la producción de petróleo.
Hasta la fecha, los gobiernos del Grupo de los 20 (G20, grandes economías industrializadas y emergentes) han comprometido más de 233 000 millones de dólares para los sectores responsables de la producción y el consumo de combustibles fósiles en sus medidas de recuperación prevista frente a la pandemia.
Es una cantidad mucho mayor que los 146 000 millones de dólares destinados a la producción de energía limpia, eficiencia energética y alternativas bajas en carbono.
El informe expone que los gobiernos y formuladores de políticas deben revertir esta tendencia y “aprovechar la oportunidad de desviar sus economías y sistemas energéticos de los combustibles fósiles, para reconstruir mejor hacia un futuro más justo, sostenible y resiliente”, dijo la directora del Pnuma,
Inger Andersen.
“Invertir en energía e infraestructura bajas en carbono será bueno para el empleo, las economías, la salud y el aire limpio”, insistió.
Entre las recomendaciones a los gobiernos está reducir el apoyo a los combustibles fósiles, introducir restricciones a su producción, garantizar que los fondos de estímulo se destinen a inversiones ecológicas, y alinear los proyectos altos en carbono con objetivos climáticos de largo plazo.
Se requieren reducciones más rápidas en los países que tienen una mayor capacidad financiera e institucional y son menos dependientes de la producción de combustibles fósiles, mientras que los que sí son dependientes y tienen capacidad limitada requerirán apoyo internacional para una transición equitativa.
El informe también recoge distintas proyecciones de los pronosticadores de la industria energética, con un primer grupo que calcula para 2030 un aumento de la demanda de petróleo entre uno y 10 por ciento sobre los niveles de 2019, y de gas entre nueve y 22 por ciento.
Por el contrario, algunos analistas y ejecutivos de la industria postulan que, dada la interrupción de la demanda inducida por la pandemia y los cambios subyacentes a largo plazo en los patrones de consumo, es posible que la demanda de petróleo nunca vuelva a los niveles de 2019.
Para el carbón, que depende sobre todo del mercado eléctrico, las perspectivas para la demanda futura parecen ser planas o descender ligeramente, debido un tema de costos, pues la energía solar fotovoltaica y la energía eólica terrestre son ahora las fuentes más baratas de electricidad de nueva construcción.
A-E/HM