Por María Estela de León.- La paridad es entendida como una participación equilibrada de hombres y mujeres en posiciones de poder y de toma de decisiones en todas las esferas de la vida.
Actualmente, es habitual encontrar espacios de toma de decisiones donde las mujeres están ausentes o subrepresentadas. Se trata de una realidad que vulnera derechos políticos y la posibilidad de que las mujeres puedan intervenir e incidir en la definición de políticas públicas.
La representación de las mujeres en las diferentes instancias de los gobiernos es importante, relevante y necesaria ya que marca una diferencia, se ha comprobado que cuando las mujeres se encuentran en los espacios de decisión política o cuando hay paridad, se promueven políticas públicas, leyes y cambios que impactan la nación.
La paridad política es necesaria para que las mujeres puedan tomar control de las decisiones que afectan sus vidas y se beneficien del proceso de la democracia. La democracia paritaria propone un nuevo modelo de un Estado inclusivo, tal como lo propone la Agenda 2030, y un nuevo pacto social donde la igualdad sustantiva entre hombres y mujeres sea en definitiva una realidad.
Es necesario que, en los debates y discusiones con miras a una reforma a los mecanismos electorales en la República Dominicana, se contemple la inclusión de la paridad en la participación política en el Código Electoral, para una mayor calidad y legitimidad de la democracia.
Producto de las conquistas de mujeres políticas visionarias y de organizaciones sociales identificadas con las luchas, entra al sistema electoral la cuota femenina, al amparo de la Ley 275-97, acción que tiene sus detractores, pero necesaria para avanzar hacia una mayor representación política.
En este sentido, es importante revisar los mecanismos de elección tendentes a la renovación de los puestos de dirección partidarias, es necesaria la presencia de más mujeres para ocupar puestos donde se toman decisiones importantes. Es una discriminación que las organizaciones políticas del sistema estén regentados por más hombre y pocas mujeres.
Somos de opinión, que es preciso la visibilidad de las partidas asignadas en los presupuestos partidarios con miras a la formación y educación política con perspectiva de género.
El camino para elevar la participación política de las mujeres ha sido largo y tortuoso, para romper con una conducta machista en el quehacer político, además del rediseño de una sociedad patriarcal con mirada de mujer ha sido un desafío.
Cabe mencionar, que antes de la entrada de este mecanismo transitorio la representación de la mujer estaba en un 14.4% y con él aumentó a 25.5%. Vale indicar que para entonces la cuota era de 25% para la participación en el nivel de la diputación, luego aumentó a un 33% para ese mismo apartado.
Con esta modificación se logró que aumentamos de 2 mujeres a 9 entre 1998-2002, la posición de sindica. En tanto que en las regidurías se aumentó de 25.5% en 1998 a 27.7% en 2002. En la actualidad la cuota de género está establecida, “no menos del 40% ni más del 60% de hombres y mujeres”.
Concluimos, dejando por sentado para qué quieren las mujeres el poder político; para construir democracia, ciudadanía y sociedades orientadas hacia el bien común.
- La autora es dominicana, abogada y periodista