“Una inmigrante siempre será una inmigrante.”
Las condiciones de extrema vulnerabilidad que habitualmente enfrentan los migrantes se agudizaron con la pandemia de Covid-19, de igual manera el que millones y millones de personas han sufrido el dolor de la separación de sus amigos y familiares y la incertidumbre del empleo y se han visto obligados a adaptarse a una realidad nueva y desconocida y ha hecho más evidente las desigualdades en el mundo
Por lo que considera que, en el mundo, casi la mitad de los y las que migran son mujeres, ellas se van de sus países por conflictos armados, violencia generalizada en sus países, van a buscan mejores condiciones de vida, escapan de violencia familiar o van a reunirse con sus familiares o en busca de un empleo que les permita apoyar económicamente a hijos e hijas que se quedan en su país de origen.
Actualmente las mujeres migrantes de todo el mundo, muchas de las cuales están trabajando en la primera línea de la crisis de la COVID-19, al prestar servicios en sus comunidades como profesionales capacitadas en el ámbito de la atención sanitaria, personal de limpieza, proveedoras de comida a domicilio, cuidando a enfermos y ancianos y trabajadoras agrícolas durante los confinamientos ya vivían contextos de vulnerabilidad como migrantes enfrenta también a la estigma, discriminación, exclusión legal y del acceso a derechos, que se ha profundizado aún más con la pandemia.
Para diversas mujeres migrantes de todo el mundo, las desigualdades de género generalizadas, sumadas al racismo sistemático, la violencia y otras formas de discriminación, tienen empleos vulnerables, mal remunerados y sin protección laboral, por lo que están más expuestas a ser víctima de violaciones de los derechos humanos y laborales, incluso de caer en las redes de trata antes de llegar a su destino; por lo que ahora con las fronteras cerradas y las restricciones de viaje vigentes, muchas mujeres migrantes no han podido abandonar los países donde trabajan, a la par que los índices de violencia sexual y de género han aumentado, y la vulnerabilidad económica y su desesperación las pone en mayor riesgo de ser víctimas de la trata, por lo que hacen que la pandemia haya tenido un efecto devastador en sus medios de vida y su salud.
Por otra parte, los efectos considerables en la salud y el bienestar de las mujeres migrantes durante la pandemia de la COVID-19 ponen de relieve cuán importante es que todas las personas migrantes, independientemente de su condición migratoria, tengan acceso a servicios con perspectiva de género.
El costo para el estado mental, emocional, de salud y social de las mujeres migrantes, asociado con el aislamiento y la soledad, que lleva a un mayor riesgo de sufrir violaciones de los derechos humanos, se pasa por alto con demasiada frecuencia, y para hacer frente a este problema, debe priorizarse el acceso a servicios integrales, incluido el apoyo psicosocial indispensable, para todas las personas migrantes, el Estado debe cumplir con sus obligaciones internacionales para garantizar los derechos de ese sector, prevenir las agresiones, sancionar a quienes las cometan y reparar el daño a las víctimas
Varias de ellas perdieron sus empleos, mientras que otras se enfrentan a un mayor riesgo de infección debido a que la modalidad de trabajo a distancia simplemente no se encuentra entre sus opciones, derivado de ello tan sólo un 22 % de las trabajadoras migrantes del mundo cuentan con protección social, las redes de seguridad financiera que algunos países establecen para mitigar la pérdida de ingresos a menudo no están disponibles para las mujeres migrantes y sus familias.
Con estos desafíos, las mujeres migrantes siguen aportando beneficios vitales a sus países de origen, tránsito y destino, todos los años, aproximadamente 100 millones de mujeres migrantes envían remesas a sus países, y aún persiste la brecha salarial de género, tienden a enviar una mayor parte de sus salarios que los hombres, además de hacerlo con más regularidad.
Estas contribuciones ayudan a sostener las economías de muchos países y representan un sustento para las familias y las comunidades, algo que es especialmente importante durante las épocas de crisis, por lo que en la actualidad, ante la pérdida de más de 495 millones de empleos desde el inicio de la pandemia muchos de ellos en el sector de los servicios, que da empleo a un 74 % de las mujeres migrantes, las familias que dependen de estas remesas están atravesando una situación de mayor vulnerabilidad.
Aparte de sus contribuciones financieras significativas, las mujeres migrantes también aportan beneficios sociales importantes, entre ellos, la adquisición y transferencia de competencias, conocimientos, ideas y normas sociales
Aprovechemos la oportunidad que nos brinda el proceso de recuperación de la pandemia para aplicar el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, que abarca todas las dimensiones de la migración internacional de manera holística e integral, los países tienen una nueva oportunidad de convertir a los derechos humanos y la igualdad de género en elementos centrales de sus programas y políticas de migración.
De igual manera también asegurar que los migrantes, independientemente de su estatuto jurídico, sean incluidos en la respuesta de los países a la pandemia, en particular en los programas de salud y vacunación, de igual manera buscar soluciones para los migrantes que se han quedado varados, sin ingresos ni estatuto jurídico y sin medios para regresar a su lugar de origen, re imaginar la movilidad humana, empoderar a los migrantes para que contribuyan a la reactivación de las economías en sus países y en el exterior, y construir sociedades más inclusivas y resistentes, juntas y juntos, debemos asegurarnos de cubrir las necesidades específicas de las mujeres migrantes, tanto durante la recuperación de la pandemia de la COVID-19 como en el futuro.
“El exiliado mira hacia el pasado, lamiéndose las heridas; el inmigrante mira hacia el futuro, dispuesto a aprovechar las oportunidades a su alcance.” Isabel Allende
Araceli Aguilar Salgado Periodista, Abogada, Ingeniera, Escritora, Analista y comentarista mexicana, del Estado de Guerrero, México.
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