En el 2020 recibimos a un visitante inesperado, un intruso que perturbó las vidas mas de 7, 700 millones de habitantes que habitan el globo terráqueo, sembrando la muerte, el confinamiento y la desolación por todas partes.
Los acelerados procesos de investigación de la mano del desarrollo de la ciencia y la tecnología han prendido luces al final del túnel, y ya por lo menos una docena de países aplica vacunaciones, pero aun así las secuelas de la irrupción del Covid19 se quedarán durante el 2021, elevando a más de dos millones el número de personas fallecidas.
Todo esto después de haber empezado a vivir los dos primeros decenios del siglo XXI, entendiendo que entre los graves problemas que nos ocuparían, no estarían las pestes, por lo que en su obra “21 lecciones para el siglo XXI”, Yuval Noah Harari sostiene: “Por primera vez en la historia, las enfermedades infecciosas matan menos personas que la vejez, el hambre mata menos personas que la obesidad y la violencia mata menos personas que los accidentes”.
Lo bueno del Covid19 es que las principales economías del mundo han tenido que centrarse en su combate, logrando una unidad en beneficio de la humanidad, que ha estado muy lejos de alcanzarse para enfrentar dos graves amenazas de extinción, que no tienen un carácter tan coyuntural como la de la pandemia que nos ataca tanto en lo sanitario como en lo económico.
Noam Chomsky las denomina las amenazas gemelas, se refiere al calentamiento global y a la posibilidad muy real de un exterminio nuclear, que por momento se esconde en otras discusiones, pero hay advertencias como la planteada por William Perry: “Hay más probabilidades de que los peligros nucleares que afrontamos hoy estallen en un conflicto nuclear de las que hubo durante la Guerra Fría”.
Chomsky entiende que la opinión de Perry “está lejos de ser aislada. Todos los años, un grupo de expertos organizado por científicos nucleares actualiza el Reloj del Apocalipsis, creado en 1947, en el albor de la era atómica, en el que la media noche significa desastre terminal para todo el mundo”.
Resalta que en 2014 se movieron las agujas tres minutos más cerca de esa hora, y ahí sigue, “es lo más cerca que ha estado desde principio de nos años ochenta, cuando el temor a la guerra era algo muy serio”.
Sobre la amenaza ambiental recuerda que “un informe de julio de 2016, según el cual, las partículas de CO2 superaban las cuatrocientas por millón, así como el nivel del mar se estaba elevando a un ritmo sin precedentes en el registro ideológico. Estudios posteriores han demostrado que estas cifras no suponen una mera fluctuación, sino que se trata de una condición permanente”.
Pero esas dos amenazas se añaden otras dos sociopolíticas, el crecimiento de la desigualdad y el socavamiento de la democracia. Harari: “las 100 personas más ricas poseen más en su conjunto que cuatro mil millones de los más pobres. El 1% de la población más rica posee la mitad de las riquezas del mundo”.
Sobre la tercera amenaza dice Comsky lo que se ha observado en los últimos años: “han concentrado la riqueza y socavado la democracia operativa, dejando marginada a la mayor parte de la población e induciendo en ella un resentimiento y una rabia perfectamente comprensibles, que a menudo adoptan formas patológicas y hacen a la gente una presa fácil para los demagogos”.