El Luis que vi en el 2019 tenía un conocimiento cabal del tablero político, sabiendo con certeza cómo y en qué momento mover sus fichas.
Por: José Francisco Peña Guaba
Conozco a Luis desde hace muchos años, mas siendo honesto mi relación afectiva principalmente era con su padre, mi buen amigo el Dr. José Rafael Abinader (EPD) Creo que en honor a ese vínculo, que perduró por más de 35 años, se construyó ese lazo de amistad con el hoy Presidente de la República.
De las varias veces que tuve el honor de recibir en mi casa a Luis, siempre fue muy sincero. Muchas veces, con elegancia pero con firmeza, me cuestionó mis vínculos con el PLD. Le hice conocer al amigo Luis las razones de amistad de larga data que me unían al Dr. Leonel Fernández y él, muy respetuoso, entendió mis razones.
La cercanía se hizo más notoria ante el hecho de que mi hermano Toni fue por varios años el armador principal de su equipo. En los diálogos que sostuvimos observé su agudeza, aunque en mi criterio se mostrara algo conservador en sus posiciones: de los temas que tocamos siempre lo hizo con precisión e inteligencia pero, sobre todo, advertí en él que estaba siempre muy bien informado y actualizado.
En los procesos del año pasado, durante varias reuniones que sostuvimos por diferentes motivos, me convencí de que con seguridad sabía lo que hacía y confirmé, además, que lo guiaba la experiencia porque había pasado por 2 procesos electorales, el del 2012 –como compañero de fórmula de Hipólito– y el de 2016, como candidato presidencial.
El Luis que vi en el 2019 tenía un conocimiento cabal del tablero político, sabiendo con certeza cómo y en qué momento mover sus fichas. Armó alianzas partidarias, sociales e internacionales importantes para su proyecto.
Luis no dejó nada suelto ni al azar. Se hizo acompañar de un excelente equipo de cuadros políticos y de consultores de una vastísima capacidad y experiencia, conocedores de la profundidad de la división morada y de la imposibilidad material de construir unidad a lo interno del peledeismo.
Unificó todo su partido, sin sectarismos. Como carpintero de su causa, colocó todas las piezas en el lugar adecuado.
Sabedor de que necesitaba solidificar las boletas municipal y senatorial, tomó la iniciativa y nos solicitó que, a través de la plataforma JUNTOS PODEMOS, se unificará toda la oposición frente al gobierno.
El hoy inquilino del Palacio vio en la unidad de las fuerzas opositoras lo que otros inclusive en su propio partido no avizoraron, algo a lo que incluso una parte de su partido se opuso activamente: la creación de un verdadero “tsunami electoral” en esos niveles de elección, por el acuerdo de la oposición.
Sin embargo, la mayor agudeza de Abinader se evidenció al apostar por una ingeniosa acción de fortalecimiento del liderazgo de su partido a través de sus candidatos, en la seguridad de que esto catapultaría finalmente su candidatura para hacerla ganadora en primera vuelta electoral.
Actuó con “instinto”, con garras de político avezado que ve, cómo expresaba mi padre, “más allá de la curva”.
No cabe duda que el reposicionamiento de los liderazgos locales que construyó esa alianza fortaleció a la opción presidencial mostrándola como verdadera opción ganadora, lo que después fueron mostrando las diversas encuestas celebradas durante el período de campaña, hasta que quedó comprobado lo que aquí les digo, por el hecho de que varios Senadores y Alcaldes alcanzaron votaciones que rozaron casi el 69% de preferencia.
Luis consiguió para sí el apoyo de sectores tradicionalmente opuestos al PLD pero, con una habilidad inusual, también se granjeó el apoyo de gente que estuvo con los morados y que al final se desencantaron por apoyarle, porque nunca cerró las puertas a apoyo alguno, entendiendo que para ganar se necesitaban todos los votos.
Con paciencia y tenacidad Luis fue el principal arquitecto de su victoria, inclusive más allá de los criterios menos entusiastas de muchos de nosotros, que no la creíamos tan contundente como fue.
Con la llegada de Luis se han visto cambios en el gobierno, y son cambios profundos. Utiliza la consulta y la inclusión como formas para hacer consenso, algo que no veíamos los dominicanos porque siempre estuvimos acostumbrados a que las decisiones presidenciales se tomaran sólo con “el equipo” de turno, unilateralmente. Este nuevo estilo crea un nuevo paradigma que, se espera, construirá una nueva relación entre gobernantes y gobernados.
El Presidente ha conferido una relevante participación en diferentes temas, a sectores de la sociedad civil. Se está cuidando de cumplir sus promesas de campaña, siendo la más notable de ellas la designación de independientes al frente del Ministerio Público.
Toma decisiones gubernamentales escuchando permanentemente las redes, en lo que se llama “Democracia de audiencia”, como magistralmente la describió en un reciente artículo el amigo Ángel Lockward. Aunque tengo mis reservas, de todas formas el procedimiento no deja de ser interesante, sobre todo porque demuestra que se está escuchando a la gente. Bien podría decirse que este Presidente “tiene lo oídos puestos en el corazón del Pueblo”.
Un dolor de cabeza es para el Presidente la inclusión de la militancia perremeista en el tren gubernamental, ante los derechos adquiridos en 16 años ininterrumpidos por la empleomanía peledeista. En términos políticos éste puede ser, hoy mismo, su mayor desafío. En términos de gestión lo será mantener la estabilidad macroeconómica, si bien será imposible pedirle crecimiento con las graves secuelas económicas que a escala planetaria está dejando la pandemia del Covid 19.
Al gobierno se le ve interesado en mantener los programas sociales, en invertir todo lo que sea necesario para garantizar el funcionamiento de todo el aparato estatal, particularmente en materia sanitaria. Lo que nos sorprende es que en medio de esta crisis el gobierno haya dispuesto un aumento de sueldo oportuno y considerable a los policías, lo que responde, de hecho, a una promesa realizada en campaña.
No me cabe la menor duda que el Presidente es el mejor activo con que cuenta el PRM y creo que lo será para las elecciones del 2024. Solamente imponderables pudiesen cambiar la ecuación política, por lo que ante un panorama de mantenimiento de la división de la oposición él podría estar en el carril de adentro para triunfar en otro proceso electoral, sobre todo si mantiene números aceptables en las encuestas y logra articular una gran alianza para la primera vuelta de 2024.
El presidente Abinader está decidido a lograr 3 cosas importantes, como nos lo hizo saber a los partidos miembros de FOPPPREDOM en un almuerzo en el Palacio Nacional: una reforma fiscal acordada con todos los sectores, el tan necesario y esperado Pacto Eléctrico –que logre disminuir el gravoso subsidio que afecta los ingresos nacionales– y la creación de un código electoral que haga armonizar las leyes Electoral y la de Partidos.
Tengo que admitir que la clase política valora el nivel de respeto y trato que el mandatario da a todos los partidos, eso habla de su “don de gentes” y de una sabia política de puertas abiertas.
Estamos todos conscientes de que se pueden cometer errores, puesto que “a gobernar se aprende gobernando”. Pero el Presidente ha demostrado que no tiene temor alguno de echar para atrás cualquier medida que no resulte aceptada por la mayoría.
Equilibrar la representación de sectores en su gobierno es una necesidad, porque sin políticos de oficio al lado no es fácil gobernar en tiempo de escaseces, que a la vez exigen mantener vínculos con los estratos humildes, que son la mayoría de los electores.
Como se ha referido antes en este mismo artículo, el Presidente podría estar en el carril de adentro y muchísimas cosas le favorecerán para una eventual repostulación. Ahora bien, aunque ganar no les fue fácil, mantenerse es mucho más difícil, sobre todo si vemos retrospectivamente lo que fueron los gobiernos anteriores del PRD, que es el hoy PRM.
En nuestra opinión hay cuando menos 5 retos cruciales que deberá sortear el amigo Presidente para poder extender su contrato de inquilinato 4 años más en la mansión de Gazcue, a saber:
1ero. Buscar mecanismos para satisfacer a la dirigencia de su partido, que históricamente tiene una alta proclividad a la división;
2do. Cuidar los índices macroeconómicos y, a la vez, hacer conciencia en la población de que sólo eso es un éxito en medio de la corona crisis mundial en que vivimos;
3ero. Lograr un respaldo mayoritario de las fuerzas políticas organizadas, como logró en su momento el PLD, porque son estos 27 partidos los que tienen los recuadros donde la gente votará;
4to. Armonizar las acciones del gobierno para evitar los “autogoles” que hemos visto, que podrían afectar sensiblemente su posicionamiento electoral, y
5to. Comprender que la idiosincrasia de un pueblo no se cambia en 4 años: hay que hacer cambios pero, sin pensar que cambiará de inmediato la mentalidad de la población. Huelga decir aquí cuáles son los toques distintivos del dominicano que nos hacen únicos y que han fomentado el mega clientelismo de hoy.
Por tanto, es importante que Luis Abinader entienda que él es el abanderado de una base de apoyo de centro-izquierda, herencia sobre la que dejó su impronta José Francisco Peña Gómez. Igualmente, es importante anotar que a la gente le interesa más un gobierno eficaz que un gobierno moralista. Sólo tenemos que ver al único que tuvimos, en el año 63. Penosamente, no estamos en Suiza.