Señores, en círculos científicos cada vez más grandes se discute el futuro de la humanidad ante el avance exponencial de la ciencia y la tecnología
No logro entender por qué la iglesia católica en los países atrasados como el nuestro discute temas intrascendentes que en muchas otras latitudes ya fueron superados por la ciencia y la tecnología. El tema no es si una mujer decide o no tener hijos, mantenerlo en su vientre o suspender el embarazo. Las “tres causales” no debe estar en discusión; de hecho la mayoría de naciones similares a la nuestra hace años que la aprobaron. Una mujer no debe tener un hijo fruto de una violación, un incesto o cuando su vida está en riesgo. Negarle ese derecho es negarle el derecho a la dignidad y a la vida; es negarle su condición social y humana, convirtiéndola en un aparato reproductor, en una vagina, como si fuera una cosa.
El fundamentalismo religioso y una cultura trasnochada del pensamiento no pueden impedir que el Congreso dominicano apruebe el aborto por las tres razones señaladas.
Hay más de 200 millones de niños deambulando por las calles del mundo. Una gran parte de ellos muere de hambre, frío, desnudez, violencia, falta de vivienda y hasta de padres. La mayoría sobreexplotada y abusada sexualmente. Es escalofriante. Esos que han nacido y que mueren en las calles, cazados como si fueran animales en muchos de nuestros países. Niñas sacrificadas por haber nacido hembras. A esa iglesia, ni a gran parte de la civilización parece preocuparle mucho. Sin embargo, en nuestro país una iglesia anquilosada en el tiempo se opone rabiosamente al aborto en circunstancias tan necesarias como las “tres causales”. (Se ocupan de los que aún no han nacido, no de los que ya nacieron y que mueren de hambre)
Señores, en círculos científicos cada vez más grandes se discute el futuro de la humanidad ante el avance exponencial de la ciencia y la tecnología. La inteligencia artificial emerge como un peligro para los humanos. ¿Qué hacer con un planeta que no necesita tantos humanos? Se preguntan algunos expertos ante el crecimiento de la población, que pronto alcanzará los 9 mil millones. La mecanización, la automatización, la robótica, desplazan a los humanos a una velocidad espantosa. En un país atrasado como México la robótica crece en más de un 100 por ciento todos los años. en países desarrollados, como Estados Unidos, por ejemplo, la mecanización y la automatización han ido desplazando a los humanos. Las ciudades son cada vez más urbanas y menos rurales. Los robots hacen el trabajo de campesinos y t rabajadores, incluso de abogados, periodistas, médicos, ingenieros, etc. Cadenas de hoteles manejados por robots. Pronto, en menos de lo que canta un gallo habitaremos ciudades totalmente automatizadas, sin semáforos, autos sin conductores, aviones sin pilotos, etc. Un robot de cien dólares que no pide prestaciones laborales, que no se organiza en sindicatos, que no se cansa, que se repara así mismo, que no requiere de vacaciones, que no pide licencia antes y después del parto, que no se embaraza, que no menstrúa, harán innecesaria a la gente. No hace mucho leí un libro donde su autor reclama una “ética para las máquinas”. (Cientos, miles de millones de hombres y mujeres pierden sus empleos todos los días por esas razones)
Y mientras eso pasa, los religiosos tercermundistas de la República Dominicana se aferran al siglo 17 y otros al 18, creyendo que todavía los “perros se amarran con longaniza”, que vivimos en los tiempos de “concho primo”. No se dan cuenta que el mundo cambió, que marcha a una velocidad supersónica, que existe una vaina que se llama Internet que convirtió el planeta en una aldea, que la humanidad, afilando cuchillo para su propia garganta, tal vez, inventó el “Internet de las cosas”, impresora 3D, la tecnología 5G y hasta la 6G, que estamos en la era los cambios más espectaculares que hayan visto jamás.
Desgarrarse las vestiduras por temas tan insignificantes como el aborto es una manera tonta, por no decir otra cosa, de perder el tiempo, cuando deberíamos correr tras la ciencia y la tecnología para tratar de cerrar la enorme brecha que nos separa de los países desarrollados.
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