El Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez en 2021 en sus 60 años de sacerdocio
El sábado 13 de marzo del año de la Era Cristiana 2021, el día que la humanidad continuaba agobiada por un año cumplido días antes del inicio de la pandemia del corona virus, Papa Francisco conmemoraba su octavo aniversario del comienzo de su misión como pastor y jefe de la Iglesia Católica Romana.
Cuando este primer Papa jesuita y de origen argentino casi celebraba su primer aniversario de pontificado, en el 2014, muchos dominicanos eran víctimas de una campaña internacional realizada por una minoría vocinglera de cómplices dentro desde nuestro mismo país, que pretendía desacreditar tanto al pueblo como al Gobierno Dominicano presentándolos como xenófobos y racistas.
Una voz responsable defendió a nuestro pueblo en todas partes, y esa fue la del Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, Arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, Primado de América hasta septiembre del 2016.
Nuestro Cardenal también fue víctima de esos conocidos detractores, que pretendieron incluso que el Papa destituyera al Arzobispo López Rodríguez y de esa forma humillara la conciencia nacional del pueblo de la República Dominicana.
Para que todo lo que sucedió quede registrado en la conciencia histórica de nuestro país, a continuación presentamos los siguientes testimonios históricos.
Estábamos en Roma, la Ciudad Eterna, Hoy capital de la República Italiana, y en el territorio soberano del corazón de esa capital donde se encuentra el Estado de la Ciudad del Vaticano.
Habíamos salido de una celebración eucarística en la Basílica de San Pedro y caminábamos hacia Casa Santa Marta, residencia del Sumo Pontífice Francisco, cuando sucedió lo siguiente:
"Él es bueno", dijo delante de nosotros el Papa Francisco, refiriéndose al cardenal Nicolás de Jesús Lopez Rodríguez, frente a frente del cardenal y de mi esposa, y de mi, yo que era entonces embajador dominicano en Roma, ante la Santa Sede y la Orden Militar de Malta, con concurrencia en Grecia.
Estábamos a la puerta de entrada de la Casa Santa Marta. Al aire libre, un coro de jóvenes acababa de entonar un canto gregoriano. Éramos unas treinta personas, quizás menos, los que nos encontrábamos en este lugar situado entre la Puerta de los Rezos de la Basílica Vaticana y la residencia del Papa.
“Santidad”, le dije al Papa Francisco cuando concluyó de cantar el coro. Estábamos a unos cinco pasos de distancia.
El Papa se acercó. Nos dio un apretón de manos a cada uno y después conversó en voz baja, con el Cardenal.
Cuando ellos concluyeron su conversación, una de varias veces en que hablaron en aquellos días de febrero 2014 durante los cuales cardenales de todo el mundo celebraron un concistorio, pues habíamos también participado con el Papa en la misa del domingo, Francisco sonrió y nos dijo a mi esposa Rita y a mi delante de Nicolás: ‘Él es bueno’, refiriéndose al cardenal López Rodríguez.
Santo Domingo, sábado 13 de marzo 2021
Entonces escribí también:
Lo que he escrito y no he hablado:
Desde que se conoció que el 13 de febrero 2014 dirigí una carta al Papa Francisco, se me han atribuido muchas cosas que no he dicho, pues hasta ahora de este tema no he hablado. He escrito solamente, y lo escrito varias veces ha sido sacado de contexto o citado incorrectamente.
Lo que he escrito es mi punto de vista que está basado en la defensa de la Constitución de la República, específicamente en los artículos referentes al respeto a la vida desde la concepción hasta la muerte y que el matrimonio y la familia, según nuestro ordenamiento jurídico como Estado organizado, se fundamenta en la unión de un hombre y una mujer.
He escrito también que el pueblo dominicano es el pueblo constituido en Nación de la época moderna más antiguo de América, si entendemos lo que significa el gentilicio dominicano, y que somos el primer crisol de culturas y razas de lo que hoy se llama América completa, si nos atenemos a lo que es la llamada cultura occidental. Que tenemos unos valores fundamentales que nos han forjado como pueblo, Nación y Estado, y eso tiene que ser respetado por los Estados grandes y por los chiquitos.
Además, he escrito que el Estado dominicano por primera vez a partir de la Constitución de 2010 es laico como lo fue con la Constitución de 1963 también. Es laico pero respeta los valores de la tradición cultural dominicana que tiene profundas raíces en el cristianismo. Y aunque parezca paradójico, no somos un Estado confesional, sino laico. Y que por eso como Embajador defiendo la Constitución para la cual juré para el cargo. Y como cristiano defiendo los valores de la cultura cristiana, independientemente de mi fe personal.
Que respeto la pluralidad, la libertad mía, y de los demás, si bien los demás deben respetar nuestra cultura, tradiciones, valores y, sobre todo, el ordenamiento jurídico que nos hemos dado como país y Estado independiente. Luego de lo escrito, Su Santidad Papa Francisco nos ha agradecido la carta que le he dirigido en fecha 13 de febrero 2014 con informaciones relativas al tema de la familia y la Constitución de la República Dominicana que tantas distorsiones ha producido en los enemigos de la verdad.
Como lo indicó una nota del 18 de febrero recibida del sustituto de la Secretaría de Estado de la Santa Sede (equivalente al ministro administrativo de la Presidencia en Santo Domingo) sobre este asunto, se trataba de informaciones de la prensa relacionadas con los temas de la carta dirigida al Papa. Y el domingo 23 de febrero el Papa Francisco nos dijo que el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez es una persona buena.
Publicado el 06 de marzo del 2014 – En El Nacional de Ahora