Seis denuncias separadas tipificadas con el mismo delito derrumban toda duda y sospechasde incredulidad.
De haber logrado Donald Trump continuar como presidente de los Estados Unidos, las acusaciones de acoso sexual y conducta inapropiada por la que está siendo investigado judicialmente el gobernador demócrata de Nueva York, Andrew Cuomo, se hubiese interpretado como una persecución política dirigida por la Casa Blanca para lograr su destitución de forma deshonrosa.
Pero no. Cuomo está bajo investigación en el gobierno del presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y en la que una buena parte de los senadores y representantes de su propio partido en el Congreso quieren su dimisión por el escándalo que han generado seis demandas en su contra, por los delitos anteriormente citados.
Una acusación de tal magnitud, por las implicaciones políticas y escándalo social que produce, los imputados y sus acólitos cercanos tienden a combinarse para promover campañas de defensa que generen dudas de que sea verdad, ya que es costumbre añeja en la actual sociedad machista que predomina, acusar a la mujer, sin importar la edad o descendencia social, de provocar los abusos sexuales o cualquier tipo de violencia cometidos contra ellas.
Peor es cuando familiares y amigos cercanos de la víctima intentan convencerla de guardar silencio, ante la iniciativa valiente de querer defender ante la justicia su propia dignidad vejada o la de un hijo suyo contra una figura pública de alto poder económico, político, artístico,empresarial, líder social o miembro de pandillabarrial.
Seis denuncias separadas tipificadas con el mismo delito derrumban toda duda y sospechasde incredulidad, dan paso a la veracidad que ordena una investigación judicial con posible condena ejemplarizadora.
Las denuncias de acoso sexual contra Cuomo lo han colocado en una difícil situación. Más de 50 legisladores demócratas neoyorkinos, incluido el líder de la mayoría senatorial, Chuck Schumer, y la senadora Kirsten Gillibrand han pedido su renuncia.
El presidente Biden, al referirse al respecto, no pidió la dimisión, pero consideró que debería renunciar si una investigación confirma las denuncias de que cometió acoso sexual.
Una encuesta telefónica realizada por Siena College University, en Nueva York, reveló que un 50% de 805 votantes neoyorkinos consultados consideraron que el gobernador Cuomo no debería renunciar, un 35% pidió su dimisión del cargo y otro 15% no estuvo seguro.
Cuomo niega los hechos imputados, sigue mostrando una firmeza de inocencia que no coincide con las declaraciones que ofrecieron por separado las seis mujeres acusadoras ante la Fiscalía General de Nueva York que investiga las denuncias contra el gobernador neoyorkino.
Sin embargo, unas declaraciones publicadas por la agencia de noticias CNN cita a Cuomoexpresar lo siguiente: “Ahora entiendo que actué de alguna manera que hizo que las personas se sintieran incomodas. No fue intencional y me disculpo sincera y profundamente por eso. Me siento mal y francamente me avergüenza, No es fácil decirlo, pero esa es la verdad”.
Sus declaraciones citadas anteriormente lo delatan, lo incriminan. Admite sin querer queriendo la culpabilidad de los hechos. Y todavía dice que no va a renunciar.
La creciente presión política y la desvergüenza pública que lo agobia lo obligará a tomar esa decisión en cualquier momento y antes de concluir su tercer mandato de cuatro años en 2022.
Su declive político se acrecentó en la primavera del 2020 con la llegada de la pandemia del coronavirus o Covid-19.
Su imagen como líder con capacidad previsora para manejar con éxito situaciones de emergencia de gran envergadura quedó seriamente afectada durante el más difícil periodo del contagio de la pandemia.
La llegada del coronavirus destapó todas las debilidades y fallas existentes en el sistema sanitario, fue el más vulnerable por la falta de equipos médicos específicos, insuficiente personal facultativo especializado en los hospitales y centros de emergencias, lo que convirtió al estado de Nueva York en el número uno en el mundo en cuanto a personas fallecidas y contagiadas por la enfermedad.
Su ordenanza para que los hogares de ancianos recibieran personas mayores directamente de los hospitales, como forma de habilitar camas a la masiva llegada de infectados de Covid, fue seriamente cuestionada dado que, según reportes que aún se investigan, el número de muertes en los asilos se incrementó a partir de su orden ejecutiva 202, emitida el 10 de mayo de 2020.
Mientras estuvo en vigencia dicha orden, y en tan solo seis semanas, más de 6,300 pacientes de hospitales fueron llevados a unos 310 asilos de ancianos durante el peor contagio en todo el estado. Se reportó que más de 12,000 murieron en dichos centros.
Su manera de enfrentar como gobernador los desórdenes callejeros en la primavera pasada, dio como resultado que la policía de Nueva York saliera más desmoralizada y castigada económicamente que los delincuentes y anarquistas que cometieron delitos de robo, asalto y destrucción en plena cuarentena,provocando que cientos de empresarios y comerciantes aterrorizados abandonaran la ciudad hacia otros estados cercanos con mayor seguridad.
Si a todo eso ahora se le suma su comportamiento lascivo que afectaron la sensibilidad moral de damas que confiaron en su amistad, al gobernador Andrew Cuomo no le queda más que bajar la cabeza, renunciar y enfrentar con valentía el posible escrutinio de sus actos ante la justicia que le espera, sospechoso de cometer acoso sexual y conducta inapropiada, delitos severamente castigados por las leyes americanas.