Sucede -voy al grano- que Faña fue el único dirigente del PRM que enfrentó la mafia que tenían en el Palacio Nacional con los permisos de importaciones, el que dio la cara
Perdonen, mis queridos lectores, que insista en el caso del dirigente del Partido Revolucionario Moderno y ex director del Instituto Agrario Dominicano, Leonardo Faña, encarcelado por supuesto acoso y agresión sexual. No sé si Faña es culpable o inocente, no soy investigador, policía ni fiscal, pero sigo sin creer la historia novelesca y hasta infantil de la señora que lo acusa. Lo que si sé es que hay gato entre macuto, lo que sospecho -ya lo dije- es que Faña cayó en un gancho, como un niño cuando le ofrecen un caramelo.
No es la primera vez que ocurre, ni es el primer hombre que, atraído por la carne, como dirían los cristianos, sucumbe ante los encantos de una fémina, aunque en el caso que nos ocupa no los vi. Lo que si considero es que el dirigente del PRM no debió terminar en una cárcel, que la medida de coerción debió ser otra. Faña no es un peligro para la sociedad, ni siquiera para la mujer que lo imputa, que por demás se encuentra fuera del país. Me preocupa que en un momento de dificultad su partido lo haya dejado solo, cosa que no hace el PLD con los acusados de robarse el país. El “debido proceso” para los desfalcadores es reclamado con uñas y dientes. El PLD defiende sus demonios hasta que sean condenados en los tribunales. Pero al pobre Faña pocos lo defienden. La presunción de inocencia desapareció en el momento de la acusación. El Ministerio Público actuó rápido, lo que no ha ocurrido en muchos otros casos, lo cual me resulta sospechoso.
Sucede -voy al grano- que Faña fue el único dirigente del PRM que enfrentó la mafia que tenían en el Palacio Nacional con los permisos de importaciones, el que dio la cara, el que acusó directamente al antiguo ministro de la presidencia José Ramón Peralta de beneficiarse y de crear un monopolio con el Ajo y los fertilizantes, al extremo de ser sometido a la justicia y condenado a pesar de tener la razón. Esa justicia que lo condenó teniendo la razón cuando Danilo Medina era presidente es la misma que ahora lo apresa ante una acusación de acoso y agresión sexual que parece inverosímil. Fue Faña el que realizó una investigación nacional sobre las “visitas sorpresa” del ex presidente Medina, que reaccionó airado porque el dirigente agropecuario demostró que las visitas sorpresas eran un fraude, que las promesas que hacia el mandatario no se cumplían en más del 80% de los casos. Al gobierno le dolieron las revelaciones que hizo Faña, a tal grado que el equipo de comunicación oficialista gastó mucho dinero en desmentirlo en algo imposible porque el estudio no dejaba lugar a dudas. Danilo Medina usaba las visitas sorpresas para promover su imagen con miras al proyecto reeleccionista que finalmente fracasó.
La lucha de Faña contra el gobierno del PLD fue frontal y cojonuda. Faña Jugó un papel muy importante, aunque no se le reconozca y hoy, en la cárcel no valga una “mota”.
Me trae de los pelos el hecho de que ese hombre, que luchó contra los desmanes del gobierno pasado, que fue sometido a la justicia y hasta condenado injustamente por el mismo sistema judicial que lo condenó en el pasado, no por corrupto, por asesino, por narcotráfico o lavado de activo, sino por una denuncia de acoso y agresión sexual que no ha sido debidamente probada. ¿Dónde quedó el “debido proceso” de Faña que tal fielmente se acata en los acusados de corrupción del PLD?
Estoy escéptico en el caso Faña. No juzguemos a priori a un buen profesional, buen dirigente político, trabajador y honrado. Me pregunto ¿dónde están los amigos de Faña? ¿Por qué lo han dejado solo, como si tuviera una enfermedad contagiosa peor que la lepra? Como diría Pablo Milanés, ¿” donde estarán los amigos de ayer”? todos cometemos errores. Nadie es perfecto. El que esté libre de pecado que lance la primera piedra. Entre la señora que lo acusa y Faña, le creo a Faña. Aunque se demuestre lo contrario. Y que conste, no soy íntimo de Faña, no sé dónde vive, no conozco a su familia. Solo sé que es un hombre bueno, un luchador por las mejores causas de este país, que no es un ladrón ni un asesino. Y eso me basta.
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