La seguridad ciudadana es una preocupación de todos los ciudadanos. De hecho aparece en todas las encuestas junto con temas cruciales como la salud, la educación, la corrupción, el empleo, el costo de la vida, entre otros.
Como candidato presidencial Luís Abinader expresó en múltiples ocasiones su preocupación por los niveles de criminalidad y violencia que arropan el país, incluso trajo especialistas extranjeros para analizar la problemática y presentar posibles soluciones. Como presidente de la República asumió el reto de enfrentar el robo, la ratería, los asaltos, los secuestros, el crimen organizado, la corrupción y el narcotráfico, que se incrementaron enormemente durante los gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana, que no hicieron nada o muy poco, para combatirlos. Por momentos llegué a la conclusión que se trataba de una política de Estado para su propio sostenimiento en el poder. (Aun lo pienso)
La pandemia del coronavirus impidió que el tema de la seguridad ciudadana ocupara el primer lugar en la agenda del presidente Abinader. Pero controlada la crisis -aunque no resuelta- el jefe de Estado retoma el problema y lo coloca entre sus prioridades.
El Plan Nacional de Seguridad Ciudadana ha sido presentado a la nación con medidas concretas que se pondrán en práctica de inmediato otorgando los recursos económicos necesarios. Más allá de los consensos o disensos, de los acuerdos o desacuerdos, lo cierto es que el presidente Abinader expresa una voluntad política para enfrentar los flagelos derivados de la violencia callejera, los atracos, los robos, los asesinatos y los atropellos en contra de la mujer. No se trata, como en otros casos, de promesas que no se cumplen, de palabras que se las lleva el viento. ¡No! El jefe de Estado nos ofrece un Plan que es resultado de estudios realizados por técnicas nacionales y extranjeros sobre la materia. La Policía Nacional y los cuerpos de seguridad nacional jugaran un papel fundamental en la aplicación de las medidas en las calles y carreteras, en los barrios y en las ciudades, en comarcas y campos. Para el éxito del Plan es preciso dinero, mucho dinero. Pero además es absolutamente imprescindible la participación militante y solidaria de la población. Todos, de un modo o de otro, tenemos que hacer nuestro el Plan y contribuir con su implementación. La bola no está en la cancha del gobierno, está en la cancha de todos, porque el país somos todos, porque todos corremos riesgos en nuestros hogares, centro de trabajo, estudio, recreo, etc. Todos podemos y debemos aportar, con ideas, con el comportamiento militante, educado y decente.
No será fácil. Por supuesto que no lo será, pero si hay voluntad política, como parece que la hay, si tenemos los recursos, que los hay también, si cambiamos el rol de la Policía -ojalá- poniéndola al servicio de los ciudadanos, no del delito y la criminalidad, no tengo dudas de que el cambio será una realidad, que lograremos reducir considerablemente los accidentes de tránsito, los puntos de drogas, las armas ilegales, los asesinatos, la violencia en sentido general, etc.
Tenemos un Plan Nacional de Seguridad Ciudadana. Y tenemos la voluntad política. Lo demás no me preocupa mucho. Como dice la gente del pueblo: la carga se arregla en el camino. ¡Avancemos!