Las mujeres desempeñan un papel esencial en garantizar la protección de ecosistemas frágiles, la capacidad de las familias para sobrevivir a los desastres naturales y la gestión justa, eficiente y sostenible de los recursos naturales, si bien, aunque las mujeres han demostrado sus capacidades para la gestión y adaptación al cambio climático, con frecuencia sus aportaciones son menospreciadas o infravaloradas.
Existe una relación directa entre igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y el cambio climático, ellas son desproporcionadamente vulnerables a los efectos del cambio climático, lo que podría exacerbar las disparidades de género existentes.
Así mismo, las mujeres tienen conocimientos y habilidades únicas que pueden ayudar a que la respuesta al cambio climático sea más eficaz y sustentable, a nivel local, la inclusión de las mujeres en el nivel de liderazgo ha llevado a mejorar los resultados de los proyectos y las políticas relacionadas con el clima.
El cambio climático tiene un mayor impacto en quienes más dependen de los recursos naturales para su subsistencia y en quienes tienen menos capacidad de respuesta ante desastres y amenazas, como sequías, inundaciones y huracanes, por lo que ellas suelen enfrentar mayores riesgos y cargas por los impactos del cambio climático en situaciones de pobreza.
La actual crisis climática ha provocado un aumento de las catástrofes, las migraciones forzadas, la pérdida de medios de vida, el aumento de los precios de los alimentos y los conflictos regionales por recursos escasos como el agua o las tierras fértiles.
A esta crisis se suma la pérdida acelerada de biodiversidad, la contaminación de los suelos, los alimentos y el agua, así como los conflictos impulsados por la industria extractiva. Estas crisis que se entrecruzan están profundamente ligadas al género, con efectos a menudo devastadores para las mujeres y niñas en todo el mundo, las cuales ya enfrentan desigualdades en la toma de decisiones, el acceso a la educación, la salud y los servicios financieros y no tienen autonomía sobre su propio cuerpo.
Las mujeres y niñas de todo el mundo, aunque están en la primera línea de los impactos, también están liderando luchas transformadoras por el cambio y por un planeta sano. Las mujeres, sobre todo las pertenecientes a comunidades indígenas, suelen estar al frente de la denuncia de la degradación medioambiental en sus comunidades, de la lucha contra la pérdida de los medios de vida y la salud de la comunidad, y del desafío a los sistemas extractivos y de explotación.
Estas luchas suelen ser peligrosas, en especial para las defensoras de los derechos de las mujeres y del medio ambiente.
Desde tiempos atrás con la creación de la Plataforma de Acción de Beijing, muchos países han incorporado una perspectiva de género en las políticas y programas nacionales sobre el clima y medio ambiente, así como en la política mundial a través de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y en los compromisos con los derechos humanos, los derechos de los pueblos indígenas, la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres consagrados en el Acuerdo de París.
En el camino hacia el futuro, es imperativo integrar una perspectiva de género, tanto en las iniciativas de mitigación como en las de adaptación, es fundamental pasar de las palabras a la acción y garantizar una transición justa hacia una economía verde inclusiva, circular y regenerativa.
Esto requerirá no sólo de la acción de los gobiernos para implementar políticas y enfoques de género transformadores, sino también de cambios en las finanzas privadas y públicas, que se alejen de las inversiones en sistemas dañinos, como la infraestructura de combustibles fósiles, el militarismo y el estado carcelario, y se enfoquen en sistemas de atención de necesidades, como la salud, la educación, el bienestar y la protección del medio ambiente.
La pandemia y crisis de COVID-19, que no puede sino ser una salida verde y circular, abre la puerta a un proceso de cambio y transformación, en definitiva, un proceso de modernización, que requiere de medidas que hagan a nuestras sociedades más justas y que tengan en cuenta una perspectiva de género.
Ha llevado a una lucidez colectiva sobre la profundidad de la interdependencia global, sobre el hecho de que el mundo es resiliente solo en tanto lo sean los países y las personas menos resistentes y que, en un contexto de vulnerabilidad generalizada, estamos alcanzando puntos de inflexión en diferentes dimensiones sociales, económicas y medioambientales.
La participación continua de las mujeres en toda su diversidad y de los movimientos feministas y ecologistas sigue siendo de suma importancia para analizar, alzar la voz, exigir, proponer y colaborar en la búsqueda de estrategias justas, rápidas y eficaces para lograr una mayor justicia ambiental y de género y revertir la explotación y degradación extremas que actualmente ponen en peligro la supervivencia de innumerables especies silvestres e incluso de la especie humana.
El acceso de las mujeres a empleos verdes y a los medios de vida resistentes al clima será un paso clave para ayudar a recuperarnos, tenemos que asegurar que los paquetes de recuperación económica tengan en cuenta el cambio climático y no dejen a nadie atrás, todavía queda mucho por hacer para apoyar el papel de la mujer en la toma de decisiones y la garantía de un futuro mejor para todas y todos.
Es necesario contar con un enfoque integral sobre el género y el cambio climático que incluya tanto estrategias de mitigación como de adaptación que deberían ser parte de las acciones clave que se pueden y deben emprender desde todos los sectores para lograr un mundo sostenible:
Este año 2021 en el que la humanidad haga las paces con la naturaleza, por lo que será necesario los liderazgos de las mujeres, ellas son clave para reducir la brecha de desigualdad, la vulnerabilidad de las mujeres ante el cambio climático y su empoderamiento en la gestión de recursos naturales.
Así como tomar conciencia sobre el enorme aporte de las mujeres, las niñas, las adolescentes, las adultas y las que alcanzan la tercera y cuarta edad, en la construcción de un espacio armonioso para que la humanidad entera pueda disfrutar de un mundo armonioso, de una naturaleza sana y de mejores y equitativas oportunidades de vida para todas y todos.
Y un futuro sostenible también significa aprender de la crisis de COVID-19 para evitar nuevas pandemias, la degradación de los ecosistemas aumenta el riesgo de que los patógenos pasen de los animales a los humanos, y la importancia del enfoque de “Una sola salud”, que considera la salud humana, animal y planetaria en conjunto.
“El mundo es un lugar peligroso, no a causa de los que hacen el mal sino por aquellos que no hacen nada para evitarlo” Albert Einstein
Araceli Aguilar Salgado Periodista, Abogada, Ingeniera, Escritora, Analista y comentarista mexicana, del Estado de Guerrero, México.
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