El PRM en tanto y cuanto herencia del PRD, parece transitar los mismos derroteros de su progenitor, respecto a las luchas internas.
A menos de un año en el poder, el discurso modernista y de cambio del partido de gobierno aparece a la defensiva. Solo lo salva la frescura del discurso del Presidente de la República, el cual, mantiene su credibilidad en un amplio espectro del quehacer nacional gracias a sus acciones como ahora ha ocurrido en la Policia Nacional; mientras sus partidarios otrora imbatibles, son incapaces de articular una idea coherente.
Indudablemente, las palabras modernidad y cambio encierran contenidos incompatibles con el accionar de un partido que solo busca “disfrutar de las mieles del poder”, como tuvo a bien admitir una gobernadora provincial. La rápida intervención de doña Milagros Ortiz Bosch enmendándole la plana y obligándola a retractarse, hizo que la sangre no llegara el río; sin embargo, la nación tuvo ocasión de valorar la sinceridad de la gobernadora como una tendencia que expresa con claridad meridiana el objeto de la lucha política de buena parte de los políticos del PRM.
A la vez, la reacción de Doña Milagros, es indicativa de que dicho partido cuenta con un arsenal de recursos humanos variopinto. O, mejor dicho, cónsono con las características de un partido poli clasista. No se necesita tener la lámpara de Aladino, ni estar en la Cueva de Alí Babá para saber cuál de estas dos posiciones se impondrá como discurso dominante. Obvio, la postura del presidente puede hacer la diferencia. A pesar de que el recurso a atacar desde diversos ángulos al partido saliente PLD, se agota, el PRM cuenta todavía con algunos recursos discursivos. El problema es que, en la lucha por el predominio en el poder, la lucha es intra partido e intra gobierno. Esta situación deja a la oposición con las manos libres para atacar.
El PRM en tanto y cuanto herencia del PRD, parece transitar los mismos derroteros de su progenitor, respecto a las luchas internas. De hecho, una senadora ha proclamado ya su inclinación por la repostulación del actual mandatario. Ese llamamiento no ha tenido reacciones públicas y, probablemente, no las tendrá por las implicaciones que tiene frente al monarca sin corona que es el presidente de la república bajo el régimen presidencialista que nos gastamos. Pero, se sabe, que más de uno, diferente al presidente, ha lanzado ya su proyecto presidencialista. Es decir, la campaña proselitista de 2024-2028 ya ha iniciado no solo en la oposición sino en el seno mismo del gobierno.
Como en el pasado, el PRM cae en el error, de ser proactivo como oposición, desde el gobierno mismo. Esto ocasiona que la obra de gobierno cuente con pocos partidarios, pues la prioridad es ponerse al frente del o los proyectos futuristas. Si el Congreso Nacional y el partido en el poder operaran desde sus respectivas mesas como instituciones, el país no tendría que preocuparse; sin embargo, la realidad es que el Congreso Nacional ha perdido sus mejores voces por aquello de que una cosa es con guitarra y otra con violín. Así las cosas, varias carreras políticas que tienen como epicentro al Congreso Nacional se encuentran ahora sepultas.
Ya oportunamente, el Presidente de la Cámara de Diputados, un político práctico pulido como lo es Rafael Pacheco, lanzó su voz de alarma. En la cámara alta la situación es diferente, allí más que proselitismo, existe gente empeñada en aunar esfuerzos para que la gestión del Presidente de la República, quede bien. De modo que sus discursos van en el mismo tono que el de doña Milagros, lo que no se sabe es ¿hasta cuándo? Pues, en algún momento, habrán de tomar partido hacia una de las facciones como sugiere ya la senadora que, públicamente, se decanta por la repostulación del presidente. El discurso que muestra mayor agotamiento es el de la senadora por el Distrito Nacional la antes opositora vehemente ahora entre en contradicción consigo misma, por ejemplo, en materia de deuda pública interna y externa.
Es decir, la modernidad ha quedado subsumida en la búsqueda de empleos; el cambio se ha quedado sin dolientes mientras el presidente trata afanosamente de mantener su palabra tal y como lo muestra su acción al interior de la Policía Nacional luego del exceso ocurrido con una joven pareja de esposos por demás gente de iglesia.
Un paso en falso del presidente puede poner en peligro la gobernabilidad, pues el partido de gobierno anda tras el encuentro del tesoro perdido más no del bien común. Lo temprano del gobierno permite al presidente relanzarlo no en función de complacer a buscadores de empleos sino en pos de hacer una buena obra de gobierno.
Cuando un dirigente opositor lanzó el estribillo de que “el gobierno parece viejo”, no lo hizo pensando en el degaste del presidente ni del partido de gobierno sino meditando sobre lo lejos que se le ha puesto a él y a su partido el poder. Dicho de otro modo, la oposición sabe que su futuro dependerá del fracaso de las ejecutorias del presente gobierno. Lo que olvida la oposición es que las críticas al presente gobierno no implican que se acepta a la oposición, por el contrario, la ciudadanía se mantiene vigilante buscando que las promesas de campaña en torno a modernidad y a cambio sean cumplidas. De modo que el discurso presidencial resulta atractivo no así el de la oposición morada.
Así las cosas, el actual régimen tiene posibilidades de quedar bien, en la medida sea capaz de responder a las demandas de la sociedad, en torno a cambio y modernidad. Esto implica que, de ser necesario, el cambio y la modernidad abarcan al PRM, es decir, este partido tendrá que reinventarse en torno a su discurso de campaña so pena de caer en una situación en la cual el presidente tenga que tomar la decisión de gobernarlo en función de sus ejecutorias. Esto sería un golpe necesario a la democracia interna en tanto mecanismo para quedar bien ante la voluntad general que desea cambio y modernidad.
Dicho de otro modo, prescindir del partido no es una opción sino un imperativo de la razón de Estado debido a las incongruencias de un partido de gobierno incapaz de adaptarse a los requerimientos de la sociedad. El peligro radica en que sea una octogenaria la que asuma la moral pública como divisa de defensa al gobierno. La juventud de ese partido parece vieja y los viejos parecen jóvenes. Ciertamente, nunca pensaron que podían ganar y, al parecer, están aprendiendo muy lentamente a gobernar y lo están haciendo de forma excluyente. Ahí radica el problema: posturas excluyentes en un ambiente político que demanda inclusión. Por suerte, doña Milagros parece resuelta a colaborar con el presidente más allá de sus fuerzas y de sus principios. DLH-5-4-2021
ULTIMAS NOTICIAS