Desde años atrás los analistas de la economía dominicana ya abogaban por un acuerdo nacional para reestructurar la industria, que sería la mesa con su plan, “especialmente los sectores manufacturero local y zona franquero, bajo la rectoría del Gobierno central”, como afirmó en una entrevista de 2016 el economista Luis Vargas.
La industrialización es el catalizador del crecimiento productivo de cualquier país y propulsora de la reactivación económica en un contexto de crisis como el actual provocado por la imprevista irrupción y declaratoria de la pandemia por el coronavirus. En el caso de República Dominicana, se suma además el proceso de desindustrialización que vive el país durante los últimos 30 años.
Desde el año 1991 y hasta 2020, la República Dominicana mostraba un proceso de desindustrialización prematura que se evidencia en la disminución del aporte de la industria manufacturera a la creación de riqueza; pasando ese aporte de 26.2 % a 13.8 %, lo que representa una caída de 47.3 % en casi tres décadas.
En ese sentido, en 2018, el economista Pavel Isa Contreras señaló que “casi todas las economías que hoy tienen un alto nivel de ingreso vivieron un proceso de industrialización que incrementó aceleradamente la producción y la productividad, e hizo crecer el empleo en ese sector de la economía”, en un artículo de marzo de 2018.
En el contexto actual, marcado por la pandemia derivada por el covid-19 que llevó a la implementación en el país de medidas estrictas de confinamiento, paralización temporal de actividades productivas no esenciales, restricciones a la libertad de tránsito, cierre de las fronteras marítimas, terrestres y aéreas, entre otras restricciones, generó un impacto severo en la actividad económica nacional durante el año 2020. Para abril del 2020, el sector de manufactura local registró un aporte negativo al Producto Interno Bruto (PIB) de -5.5 y -13.7 el de zonas francas, según las cifras del Banco Central.
Advertido desde los tiempos de campaña, cuando se refirió a poner freno y revertir esta situación de la industria dominicana, agravada por la mencionada pandemia, ante la amenaza que se presentaba, el gobierno del presidente Luis Abinader decidió adelantar los pasos y poner en marcha cuanto antes un plan y una estrategia nacional de industrialización, medios para el rescate y promoción del sector industrial, bajo la coordinación ministerio de Industria, Comercio y Mipymes (MICM).
Para concretarlos, diseñar, identificar y operativizar las medidas y herramientas necesarias, se emitió el decreto 588-20, donde por primera vez la industria se establece como prioridad nacional y se crea la Mesa Presidencial de la Industrialización en la que confluyen el sector público y el sector privado, aportando cada uno su experiencia y compromiso. Ambos sectores, y además el educativo y el financiero, entre otros, son imprescindibles para llevar a cabo una gran movilización que supere barreras y prácticas inoperantes, logre transformaciones profundas y eleve la competitividad y productividad de las zonas francas e industrias.
Desde años atrás los analistas de la economía dominicana ya abogaban por un acuerdo nacional para reestructurar la industria, que sería la mesa con su plan, “especialmente los sectores manufacturero local y zona franquero, bajo la rectoría del Gobierno central”, como afirmó en una entrevista de 2016 el economista Luis Vargas.
Esos puntos siguen vigentes y tocará a la Mesa de la Industrialización abordarlos y proponer los correctivos y aceleradores necesarios, para fortalecer el ecosistema industrial en el país. Un ecosistema que vislumbra un panorama esperanzador al ver cifras récord de exportación de las zonas francas y cómo la industria de manufactura local superó sus mejores cifras de 2020 antes de los efectos de la covid-19 en la economía dominicana, alcanzando un 6.5 % durante el mes de febrero 2021, en comparación con el mismo mes en 2020, de acuerdo al Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE) del Banco Central.
Sin dudas es hora de arreciar en los esfuerzos para atacar la desindustrialización y de que el país aproveche la coyuntura global para dar el salto cualitativo y creciente hacia la promoción industrial y de zonas francas, ambas actividades tomadas como un solo motor robusto de la economía por la actual gestión del MICM.