Desde que en la ciudad de Nueva York se aprobó el consumo de la marihuana, como tratamiento medicinal y recreativo para adultos mayores de 21 años, pareciera que la gran mayoría de los residentes padecen de enfermedades que requieren de esta planta alucinógena para “curarse”.
Tan pronto el gobernador Andrew Cuomo firmó el pasado miércoles el proyecto de ley en ese sentido, permitiendo el consumo y comercialización del Cannabis -como también se conoce la planta, el penetrante mal olor que se expande cuando arde se deja sentir por todas las calles,avenidas y parques como si se tratara de la quema de incienso para espantar los malos espíritus que deambulan por las casas o apartamentos de los edificios de la ciudad.
Observar a fumadores inhalando el humo de unos diminutos y peculiares “cigarrillos” en esquinas, zaguanes, escalinatas, y especialmente en las plataformas subterráneas de los trenes, ya es común por todos los rincones del estado de Nueva York y sus cinco condados.
Según la motivación legal para la despenalización del uso de la marihuana, su aprobación se hizo efectiva con la finalidad de que personas con padecimiento de cáncer, epilepsia, glaucoma, VIH-Sida, esclerosis múltiple, mal de Parkinson, entre otras, la usaran como medicina o calmantes para aliviar dolores y otros síntomas que producen estas enfermedades.
Lógico es que el uso será permitido si un médico certifica que la persona sufre una de esas enfermedades y es declarada paciente para uso de marihuana medicinal.
Todo comenzó en 1914, cuando Nueva York restringió el cannabis solo para uso medicinal, y debía obtenerse mediante receta médica
En 1927 el estado eliminó su uso medicinal penalizando la marihuana por completo, debido a la inmensa cantidad de plantas que se cosechaban de forma clandestina por todas partes.
Nelson Rockefeller, en 1973, siendo gobernador de Nueva York, endureció las penas entre 15 años y cadena perpetua a los culpables de tráfico, distribución y uso de heroína, morfina, cocaína o marihuana.
En 1977 la ciudad legisló para suavizar la penalización, permitiendo la posesión de hasta 25 gramos o menos de marihuana.
Esto provocó que millares de personas traficaran la sustancia por encima de esa cantidad a finales de los años ’80 y a principios de los' 90.
Según reportes publicados, unas 525,000 personas fueron arrestadas por posesión ilegal, siendo en su mayoría afroamericanos e hispanos.
Fue entonces que, en julio de 2014, bajo la administración del alcalde Bill De Blasio, se ordenó al Departamento de Policía de la Ciudad de Nueva York cesar los arrestos y solo multar a los infractores.
Completando la historia, el gobernador Andrew Cuomo firmó recientemente el nuevo proyecto de Ley S854A, el cual había sido aprobado por el Senado con 40 votos a favor y 23 en contra, siendo luego aprobado también por la asamblea estatal con 100 votos a favor y 49 en contra.
Dicho proyecto beneficia de manera retroactiva a aquellas personas que cumplían condenas, las cuales entre 100 y 150 mil serían liberadas de los cargos, y libres tras la legalización de la droga.
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¿Pero qué busca realmente el gobernador Cuomo con la firma de esta nueva legislación en favor del uso medicinal y recreativo de la marihuana?
Todos sabemos que la ciudad de Nueva York está en una grave crisis económica que se agravó con la llegada de la pandemia del covid-19, que afectó todos los ingresos fiscales provenientes de las fábricas, empresas comerciales, turismo y transporte, entre otros.
Sus autoridades buscan desesperadamente ingresos millonarios que puedan aumentar las arcas estatales casi en banca rota. Y con solo este renglón, otorgandolicencias a productores y distribuidores, estiman crear entre 30,000 a 60,000 puestos de trabajo.
De acuerdo con la Ley de Regulación e Impuestos del Cannabis o Marihuana del Estado de Nueva York, esta agregaría por ese concepto un impuesto del 13% a las ventas minoristas de esta sustancia.
¿Objetivo?, lograr conseguir unos $350 millones de dólares anuales en recaudaciones que tanta falta hacen a la ciudad para enfrentar su gran déficit fiscal.
El pasado primero de marzo, aumentaron el precio de las cajas de cigarrillos en un 9% por lo que los precios por cajetillas y dependiendo de la marca costarían entre $7 y $19 dólares. Paquetes de 20 entre $220, $195 y $108 dólares. Esto, como es lógico, aumentaran los ingresos fiscales.
Las autoridades y legisladores saben que la marihuana y el tabaco son adictivos y tienen efectos secundarios negativos en los asiduos usuarios. Unas 12 mil personas mueren aproximadamente en Nueva York anualmente a causa del tabaquismo.
Investigadores han encontrado que el humo de la marihuana contiene productos de combustión carcinógenos. Su inhalación tiende a afectar el cerebro. Produce falsa sensación de felicidad, relajamiento o euforia, mareos y dificultad para razonar, aprender y recordar, entre otras afecciones.
Pero todo esto importa un carajo, siempre y cuando produzca dinero para vendedores, distribuidores y beneficiarios de impuestos federales y estatales.