Recientemente estuve viendo un video de un abogado (ido a destiempo) que apodaban “Bueyón”. El Bueyón decía que República Dominicana es un país de negros que no quieren saber de los demás negros. No se puede generalizar, pero la verdad que he visto a muchas personas de color referirse a sus compatriotas, también de ascendencia africana, con adjetivos denigrantes. Ni decir la forma en que se expresan respecto a los nacionales haitianos.
Muhammad Ali siempre ha sido mi ídolo boxístico, pero su lucha en contra de las guerras, la desigualdad social y racial lo catapultan en gigante universal. Sentía orgullo por ser afroamericano y pudo, inclusive, llegar a ser presidente de Estados Unidos de no haberse enfermado de Parkinson. Tenía mayor carisma que Kennedy, Clinton y Obama.
El doctor José Francisco Peña Gómez es el dominicano que ha gozado siempre de mi mayor admiración, por ser un líder político paradigmático en todos los órdenes. Ideario hermoso, trayectoria inmaculada, más honesto que Bosch y que Balaguer, pero su grandeza cada día se reconoce menos. Y todo es por el color de su piel.
Las actitudes racistas ameritan detestarlas, pero la adulonería no es menos nociva. Tengo décadas observando la forma como muchos se acomodan con los poderosos y con los gobiernos, siempre atribuyendo culpa de los males al pasado, a un pasado al cual también les sirvieron en su momento.
Trujillo era un Dios para el 80% de los dominicanos, pero una vez lo mataron el primero en acabarlo en una sesión de la OEA fue Balaguer, su presidente títere. Y todas las diabluras que cometía Balaguer, en 22 años de gobierno, las atribuían a su anillo palaciego. Desde chiquito escucho decir: “El presidente no es malo, malos son quienes le rodean”. ¡Pero son los presidentes que escogen su equipo!
Muchos dirigentes del PRM atribuyen el desempleo de la militancia de ese partido a los funcionarios, pero es el propio presidente de la República que ha reiterado la supuesta necesidad de elevar el nivel educativo de los perremeístas. ¿Ahora es que descubre que quienes le llevaron al poder no califican para puestos públicos? ¿En la campaña fueron inteligentes?
Y no faltan adulones, incluyendo a periodistas que presumen en serios, que acusan a los perremeístas de no dejar trabajar al presidente. Siempre cortando la soga por el lado flaco. El racismo y la adulonería son conductas condenables.
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