Al ver que el Gobierno se propone integrar una inútil alta Comisión para investigar y dizque ver si sanciona a los criminales que han asesinado a centenares de infelices con bebidas adulteradas (entre los que no figuran ni podrían figurar tutumpotes ni políticos farsantes), en vez de aplicar drásticamente las leyes existentes; ante la plena ausencia de autoridad que se evidencia ante esta y otras ocurrencias trágicas, no puedo refrenar la compulsión de irme a vivir a Tonga, Burkina Faso o Seychelles (que conmigo serían siete), pues, aunque ni sé dónde quedan, deben ser países con verdaderos estados responsables.