Normalizar y desarrollar el país, aun en medio de una horrible pandemia; dar empleos a todos los miembros de su Partido Revolucionario Moderno, y cesantía a los corruptos del PLD; estabilizar la moneda nacional; construir miles de viviendas; dar mayor y justa participación a las mujeres en el gobierno.
Los que más saben de todo en el país nunca lo dicen, por razones que algún día quizás explicarán.
Pero no es lo mismo hablar, prometer y conseguir el voto de las masas, que luego cumplir y atender sus demandas y reclamos, aunque se carguen y cuiden la guitarra y el violín.
Por eso es tan válido el viejo refrán.
El presidente Abinader, por ejemplo, (como los anteriores que hemos tenido y padecido), prometió muchísimas cosas si el voto le favorecía, tanto en su primera como segunda campaña.
Más, sin dejar de ser sincero y creyente en tales compromisos, al llegar al poder otras realidades son difíciles de eludir o destruir: los deseos de los ‘poderes fácticos’.
Una cosa, pues, pensó Abinader en campañas y otra es la realidad que afronta cuando llega al poder. Ejemplos sobran.
¿Qué prometió Abinader que le será difícil cumplir?
Normalizar y desarrollar el país, aun en medio de una horrible pandemia; dar empleos a todos los miembros de su Partido Revolucionario Moderno, y cesantía a los corruptos del PLD; estabilizar la moneda nacional; construir miles de viviendas; dar mayor y justa participación a las mujeres en el gobierno.
También, desligar realmente del Ejecutivo los otros poderes del Estado, el Legislativo y el Judicial; respetar las libertades públicas; investigar y profundizar una total reestructuración de la Policía y de las Fuerzas Armadas; perseguir el narcotráfico y disminuir la corrupción estatal al grado mínimo.
¿Logrará esos anhelos durante su mandato? Lo dudamos, auque creemos que Abinader tiene las mejores intenciones.
Los políticos, como también algunos ‘politólogos’, dicen todo lo que les viene a la cabeza para alcanzar primacía en el medio.
Pero cuando vemos a mujeres desafiantes abogar por sus causas; cuando vemos a la gente desconocer a corruptas autoridades; cuando nos enteramos de ‘acosos sexuales’ de funcionarios; de miles de bancas de apuestas; de maestros y profesoras que no cesan en la búsqueda de aumentos salariales en vez de mejorar su preparación y la de los alumnos, nos damos cuenta de que algunas cosas se prometen bajo el sonido hermoso de una guitarra, pero sin el apoyo del no menos encantador sonido del violín.
Por eso, una cosa es con guitarra y otra es con violín.
Y este pueblo, a veces o casi siempre, solo quiere escuchar, bailar, beber y parrandear con ‘música’ estruendosa, ‘música’ urbana; merengue ‘ripiao’ o bachatas tan sensuales que despiertan los oídos y curiosidad hasta de curas y ancianos.