Corresponsal de IPS
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) “reiteran su llamado a la comunidad internacional a tomar medidas urgentes para poner fin a las pérdidas de vida evitables en el mar”, indicó un texto divulgado por ambas entidades.
La última tragedia en el Atlántico se registró el 26 de abril, cuando los servicios españoles de salvamento y rescate acudieron en auxilio de una embarcación a la deriva, a unos 500 kilómetros al sur las islas Canarias, y encontraron tres supervivientes junto a 24 cadáveres de víctimas de deshidratación.
La mala mar en esta época del año y las largas distancias que recorren, entre 400 y 1500 kilómetros, hacen que esta ruta sea especialmente peligrosa. Las frágiles embarcaciones quedan a veces a la deriva durante varios días, sin agua ni alimentos.
Se estima que unas 90 personas han fallecido este año intentando alcanzar las Canarias desde costas africanas, entre ellos al menos ocho niños y seis mujeres. Desde enero, más de 4300 migrantes y refugiados, incluidos menores no acompañados, han llegado por mar al archipiélago canario.
La OIM y Acnur destacaron igualmente los reportes de que hasta 130 personas murieron en un trágico naufragio reportado el 22 de abril por la organización humanitaria SOS Méditerranée, y que habría ocurrido en el Mediterráneo central frente a las costas de Libia.
Los reportes recibidos en esta ciudad suiza indican que probablemente una balsa inflable sobrecargada –localizada luego desinflada, sin sobrevivientes y con varios cuerpos flotando a su alrededor- se hundió debido al mal tiempo y el mar tormentoso.
Sería la mayor pérdida de vidas registrada en el Mediterráneo central desde principios de año, pero tan solo en lo que va de 2021 al menos otras 300 personas se han ahogado o han desaparecido en esas aguas que migrantes africanos buscan cruzar para alcanzar las costas de Italia o de Malta.
SOS Méditerranée dijo que días antes al menos 40 personas se ahogaron en un naufragio frente a Túnez entre el 15 y 16 de abril, según confirmó la guardia costera tunecina. Dos barcos habían partido de la ciudad tunecina de Sfax pero solo uno, con 17 personas a bordo, consiguió llegar a costas italianas.
Según la misma oenegé, el 21 de abril una mujer y un niño murieron en un bote de goma abarrotado que fue interceptado por la guardia costera libia, y 103 personas fueron devueltas por la fuerza a Libia en ese evento.
Ocho organizaciones civiles de búsqueda y rescate solicitaron públicamente una reunión con el primer ministro italiano, Mario Draghi, para discutir alternativas a la actual descoordinación del salvamento marítimo en el Mediterráneo central.
La OIM y Acnur advierten que más personas refugiadas y migrantes pueden intentar esos peligrosos cruces si mejoran las condiciones meteorológicas y marítimas, y se deterioran las condiciones de vida en Libia.
En ese país norafricano los refugiados y migrantes padecen detenciones arbitrarias, malos tratos, explotación y violencia, lo que los empuja a emprender viajes riesgosos, pues las rutas legales hacia la seguridad les son limitadas.
Las agencias indicaron que la comunidad internacional debe reactivar las operaciones de búsqueda y rescate en el Mediterráneo, establecer una mejor coordinación con todos los actores de rescate, poner fin a los retornos a puertos inseguros y establecer un mecanismo de desembarco seguro y predecible.
También se declararon “profundamente consternados” por la última pérdida de al menos dos vidas después de que una embarcación se hundió frente a las costas de Venezuela el 22 de abril.
Según sus informes, al menos 24 personas, incluidos varios niños, estaban a bordo del barco que se dirigía a Trinidad y Tobago, nación vecina en el Caribe sudoriental. Siete personas fueron rescatadas por embarcaciones comerciales y sigue la búsqueda de sobrevivientes entre 15 personas que continúan desaparecidas.
“A medida que las condiciones en el país siguen deteriorándose, agravadas por la pandemia covid-19, las personas venezolanas continúan emprendiendo viajes que ponen en peligro sus vidas”, dijo Eduardo Stein, representante de Acnur y la OIM para los refugiados y migrantes de Venezuela.
Stein agregó que “el establecimiento de vías regulares y seguras, a través de visas humanitarias y la reunificación familiar, así como la implementación de sistemas de ingresos sensibles a la protección y mecanismos de recepción adecuados, pueden prevenir el uso de rutas irregulares, el contrabando y la trata de personas”.
En diciembre de 2020 perecieron 25 personas que migraban a Trinidad y Tobago, cuando naufragó la embarcación en que viajaban desde el oriente venezolano.
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