Con los últimos apresamientos de figuras “intocables” del pasado gobierno peledeísta que encabezó el ex presidente Danilo Medina, el Ministerio Público (MP) sigue extendiendo su plan de acción ante los reclamos de una justicia independiente en República Dominicana.
El precedente en sí constituye una prueba fehaciente que, por los resultados positivos arrojados hasta este momento, la independencia del Ministerio Público y el sistema de justicia deben permanecer como mandato inviolable e inamovible en la Constitución de la República.
La nueva administración de justicia dominicana persigue manejarse con independencia, sin ataduras a esferas del poder. Y el presidente Luis Abinader, hasta donde se ha podido observar, ha dado un paso al frente para que esto sea posible.
Se ha comprobado que los principales representantes de la Procuraduría General y sus dependencias, en anteriores administraciones, actuaban como marionetas guiadas desde las cumbres del poder para beneficio de los gobernantes de turno.
Pero aún falta mucho por ver, especialmente cuando los apresados comiencen a defenderse ante los tribunales y, por necesidad aclaratoria de hechos dolosos que han estremecido al país, se requiera la presencia vinculante y comprometedora del ex presidente Danilo Medina.
Si esto sucede, como lo esperan amplios sectores de la sociedad en República Dominicana y allende los mares, el ex mandatario tendrá que dar explicaciones convincentes a jueces y fiscales, de que la ceguera, sordera y mutismo que le afectó durante los ocho años de su mandato no fue para ocultar y proteger a los involucrados apresados.
Es inconcebible que Danilo Medina ignorara o desconociera las multimillonarias y escandalosas transacciones que ejecutaban para sí, sus hermanos y cuñados, su principal jefe de seguridad personal, funcionarios civiles, oficiales policiales y militares de su confianza que le acompañaron durante sus dos períodos de cuatro años de gobierno.
Como expertos cirujanos, los representantes del Ministerio Público han realizado tres exitosas operaciones: Operación Pulpo, Operación Caracol y Operación Coral faltando quizás la “operación tiburón”.
Los apresados en estas redadas contra la corrupción se enriquecieron sin control, acumulando cuentas bancarias y bienes inmuebles multimillonarios que nunca poseerán, a menos que no fuera a través de actos reñidos por la ley como apropiación del erario público, la extorsión, influencia, lavado de activo y abuso de poder.
Medina debe enfrentar con gallardía las acusaciones que se le hace a su pasada administración haciendo honor a su investidura como ex presidente y actual líder y presidente del PLD, un partido opositor que pretende regresar al poder debilitado por los actos de corrupción de algunos de sus más connotados miembros y resquebrajado por la división interna sufrida.
Al igual que el ex presidente Leonel Fernández, Danilo procuró blindarse de persecuciones judiciales consolidando en puestos claves del sistema judicial y los organismos militares y policiales a hombres y mujeres de su confianza y fáciles de corromper para lograr la impunidad ante los actos deshonestos que hoy se les endilgan.
Uno o varios de los implicados podrían en su confesión, comprometer a Medina obligándolo a sentarse en el banquillo de los acusados y con posibilidad de ser encarcelado por complicidad, o asociación para delinquir.
Danilo sabe que fuera del escenario político bajo esas condiciones, la desbandada de dirigentes y militantes peledeísta correría mayoritariamente hacia el Partido Fuerza del Pueblo, facilitando a Leonel poder disputar con libertad el trono presidencial en 2024 al Partido Revolucionario Moderno (PRM) de Luis Abinader.
Ante esa realidad, tendría la oportunidad de no hundirse solo y arrastrar consigo a
Fernández, su ex compañero de partido y principal enemigo político, develando directa e indirectamente las grandes verdades que se ocultan sobre los actos de corrupción que se cometieron en los 12 años del ex mandatario.
De ser citado Leonel por culpa de Danilo, podría “el león” con gran astucia vengativa revelar actos dolosos que se denunciaron y no se investigaron en el gobierno del ex presidente Hipólito Mejía en 2000-2004 complicando así inteligentemente el escenario político dominicano.
Ante la acción del Ministerio Público contra los principales funcionarios civiles y militares de la administración peledeísta, Hipólito y Leonel, mantienen un extraño bajo perfil estratégico sin omitir opinión pública alguna sobre los hechos que se están sucediendo “para no alterar las avispas”.
Si la imparcialidad investigativa del MP se mantuviera como hasta ahora sin la intervención directa o indirecta del Poder Ejecutivo y llegaran a citar a Medina, entrarían en conflicto directo con Hipólito Mejía quien defiende la teoría de que “los ex presidentes no se tocan”.
De aceptar la Procuraduría General de la República y el MP la teoría de este ex mandatario, quien goza de poder político y militar dentro del gobierno de Abinader , podríamos afirmar que a Danilo sólo lo están despulgando públicamente, para luego enfrentarlo muy desmoralizado en las próximas elecciones del 2024.