La ceremonia se celebró este lunes en la sede de la Comisiòn Nacional Dominicana para la UNESCO.
El periodista José Bujosa Miseses recibió este lunes el Premio de la UnescoRD a la Libertad de Prensa, durante un acto que estuvo encabezado por Andrés L. Mateo, embajador delegado permanente de República Dominicana ante la UNESCO.
El reconocimiento se hizo con motivo de celebrarse este 3 de mayo el Dia Mundial de la Libertad de Prensa y fue instituiod por la delegaciòn dominicana ante la UNESCO, encabezada por el embajador Andrés L. Mateo.
La ceremonia virtual se desarrolló desde la sede de la UNESCO en París, Francia y de las oficinas en Santo Domingo de la Comisión Nacional Dominicana para la UNESCO, ubicadas en la tercera planta de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.
Durante la actividad hablaron el embajador Mateo; el director de la Biblioteca Nacional, Rafael Peralta Romero; Gilherme Canela, jefe de la sesión de Libertad de Prensa de la UNESCO, quien dirigió un mensaje desde Namibia. Y Mercedes Castrillo, presidenta del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP).
La entrega de la placa en la que se hace constancia del reconocimiento a Bujosa Mieses la hizo Jesús Paniagua, secretario general Comisión Nacional para UNESCO.
A continuación, texto del discurso de Bujosa Mieses en agradecimiento del reconocimiento.
Señoras y Señores:
Sean mis primeras palabras para agradecer a los miembros del Comité Ejecutivo del Colegio Dominicano de Periodistas (CDP) por mi escogencia, a unanimidad, para recibir este galardón auspiciado por la UNESCO, en ocasión de celebrarse hoy el Día Mundial de la Libertad de Prensa, oportunidad que nos conduce a evaluar la libertad de prensa a nivel mundial, defender de los ataques los medios de comunicación independientes y rendir homenaje a los periodistas que han sido asesinados en pleno ejercicio de su profesión.
Es de sumo agrado, que la Sra. Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, haya escogido como tema de este año ‘’La información como un bien común’’, subrayando la importancia indiscutible de una información verificada y fiable, poniendo también como relieve el hecho de que, para producir y difundir esa información, resulta esencial, que periodistas libres y profesionales hagan frente a la desinformación y otros contenidos perjudiciales.
O sea, que, al promover el concepto de la información como un bien común en este Día Mundial de la Libertad de Prensa, la UNESCO pone énfasis en la importancia de diferenciar entre la información y otros tipos de contenidos de comunicación social, como la desinformación y el discurso de odio. El objetivo es llamar la atención sobre el papel especial del Periodismo en la producción de noticias, como información verificada y de interés público.
Este Día Mundial de la Libertad de Prensa, es ocasión especial para rememorar a periodistas que durante el ejercicio de su profesión han sido víctimas de la intolerancia, de la delincuencia y acciones de grupos antisociales.
La información como bien común, invoca entonces a renovar el compromiso mundial con la libertad de expresión, la libertad de prensa y la libertad de información.
Por tanto, sirve como recordatorio a los gobiernos, de la necesidad de respetar su compromiso con la libertad de prensa y de reflexionar sobre temas como la ética profesional.
Identificado con estos postulados, aprovecho la ocasión para referirme a la situación de la libertad de prensa y de información en el mundo y en especial en República Dominicana, en el contexto histórico y presente. En el año 2020, la Unesco registró 1,450 periodistas asesinados en diversos países del mundo, siendo América Latina y el Caribe la región con mayor incidencia seguida de las regiones de Asia y el Pacífico. Destaca que durante los últimos años -2018 y 2019- ha caído asesinado un periodista cada 4 días. El informe también subraya que la impunidad para los crímenes contra periodistas continúa, y que las condiciones de los profesionales de los medios de comunicación siguen siendo preocupantes en todas partes. Y la República Dominicana no está ausente de esta realidad, como lo veremos más adelante.
Ante estos hechos, la Unesco se lanzó a crear y promover el año pasado una campaña mundial de sensibilización y de gran impacto, llamada a proteger los y las periodistas bajo el lema: ¡A PROTEGER LA VERDAD!
En República Dominicana, así como en toda la historia de la humanidad, la Palabra, que es el principal don de la inteligencia humana, siempre ha constituido un fenómeno de liberación del pensamiento y de las aspiraciones humanas.
En nuestra Patria, la libertad de palabra ha sido una demanda permanente desde que fuimos invadidos por el imperio español en 1492, lo que constituyó en América el más grande genocidio de la historia. Estamos hablando de que solo en Quisqueya como nos llamaban, más de 200 mil indígenas fueron exterminados en menos de 30 años, y en el continente latinoamericano se calculan en millones las víctimas del periodo colonial.
La Palabra, desde entonces, en América y en nuestra isla ha sido el instrumento, la vía de expresión de los sentimientos y de las aspiraciones de este pueblo.
Ya en la historia republicana, si arrancamos en 1821, las ideas pudieron difundirse mediante la proclama independentista de José Núñez de Cáceres, a través del primer medio de comunicación en el país, el periódico El Telégrafo Constitucional.
Años después, previo a constituirse la sociedad secreta La Trinitaria, algunos activistas de las ideas independentistas difundían sus convicciones mediante pasquines o panfletos, convirtiéndose en instrumentos efectivos de comunicación que contribuyeron a formar una conciencia contestataria, frente a la dominación haitiana.
Por tanto, el ejercicio de la palabra, de la libertad de expresión, ha sido una aspiración permanente y un instrumento liberador de los dominicanos.
Esta misma expresión libertaria se sintió de manera desafiante en la postrimería del régimen del tirano Rafael Leónidas Trujillo. Cuando su dominio era absoluto y de total represión, aparecieron los valientes muchachos de Santiago denominados Los Panfleteros, quienes desafiando el terror distribuían volantes, de manera clandestina, que demandaban la caída del régimen, igual como lo hicieron los muchachos integrantes de la Juventud Democrática (JD) en los años de 1945-1947, y los del Movimiento Clandestino 14 de Junio en los años de 1959-61, organizaciones de la resistencia antitrujillista que se apoyaron en la edición de periódicos clandestinos, pintura en las paredes y volantes para expresar su rechazo al régimen imperante. Un total de 28 panfleteros fueron torturados y asesinados en la ergástula de La 40, ocurriendo igual con decenas de jóvenes del 14 de junio, quienes con su sacrificio aportaron a despertar la conciencia dormida logrando a la postre la conquista de la libertad.
No hay dudas, de que la libertad de expresión es la más fundamental de todas las libertades que ha reclamado el ser humano a lo largo de la historia. Y la Palabra escrita, ya sea en un panfleto, prensa escrita, radio, televisión o en versión digital, ¡es la más contundente!
Después de la caída de Trujillo renace la libertad de prensa, reaparecen y se crean nuevos medios, se aprueba la ley 6132 sobre la libertad de expresión y difusión del pensamiento, las libertades se hacen efectivas, entre ellas, la del derecho más elemental del pueblo: el derecho a la palabra.
Nuevos aires de libertad soplan en febrero de 1963 tras el ascenso al poder del gobierno democrático presidido por el profesor Juan Bosch, abriéndose un abanico de amplias libertades que, lamentablemente, sucumbieron con el golpe de Estado Militar que le derrocó el 25 de septiembre de 1963. Bosch fue sustituido, a siete meses de estar gobernando, por un gobierno de facto denominado El Triunvirato, un gobierno totalitario que limitó la libertad política, de expresión, de prensa y de tránsito.
Periódicos y emisoras fueron cerrados generando un ambiente de resistencia contra la negación de las libertades fundamentales.
En este proceso de defensa de la libertad de expresión y de prensa se perdieron vidas de ciudadanos a quienes se les negó el derecho a la palabra, impidiéndoles acceso a los medios de comunicación y enviándoles al destierro por sus ideas políticas. En respuesta a este régimen totalitario y por el retorno de Bosch, estalla la insurrección del 24 de abril de 1965, ocasionando el cierre por decisión de sus editores, de los periódicos Listín Diario, El Caribe y emisoras de radio y televisión. Sobrevive de manera efímera el Canal 4 de la televisión estatal, que había sido ocupado por los líderes de la Revolución Constitucionalista. La incomunicación total da pie a la aparición de emisoras clandestinas y a periódicos como Patria y La Nación que circulaban en la Zona Constitucionalista, los que desempeñaron un rol fundamental en aquellos días difíciles, ocurriendo lo mismo en el espacio dominado por los militares contrarios a la insurrección y apoyados por los EEUU, país que intervino militarmente para impedir la derrota definitiva de la facción militar aliada a sus intereses. El ingrediente de tropas extranjeras en el conflicto armado hizo más imperiosa la necesidad de crear medios de información.
Al concluir la Gesta del 24 de abril e instalarse un gobierno provisional, las violaciones a la libertad de Prensa y de expresión continuaron aún más, tal como aconteció con la explosión de una bomba de alto poder en las instalaciones de la Revista ¡Ahora! donde hoy se editan los periódicos El Nacional, HOY y El Día. “En ese tiempo existía una ley absurda que prohibía las ideas comunistas, como si las ideas se pudieran prohibir".
Este atentado terrorista fue el preámbulo que anunciaba la llegada de una época de restricciones a la libertad de prensa y de información y sus secuelas de represión, terror y asesinatos de periodistas. Proceso luctuoso que se inició a partir del ascenso al poder, del déspota ilustrado Joaquín Balaguer, elegido de manera fraudulenta, en unos comicios celebrados en un país intervenido por los EEUU.
Durante los tres períodos sucesivos, y por 12 años, la libertad de prensa sufrió la embestida de un régimen intolerante, obcecado e irrespetuoso del ejercicio del periodismo dominicano. Fue en ese escenario que cayeron asesinados brillantes periodistas que asumieron con suma responsabilidad la defensa de la libertad de expresión y de prensa. Recordamos entre ellos a Guido Gil, Gregorio García Castro, Orlando Martínez y Narciso González. Fue en este ambiente de persecución y terror que se produjo el atentado contra el periodista Juan Bolívar Díaz.
Con el rescate de la democracia perdida y el ascenso del presidente Antonio Guzmán Fernández en 1978, se abrió un nuevo período de respeto a los derechos humanos y las libertades públicas. Logrando el país el disfrute de una plena libertad de expresión y de absoluto respeto a la libertad de prensa.
Sin embargo, con la llegada al poder del Partido de la Liberación Dominicana y su permanencia durante 20 años, se produjo un retroceso, esta vez con la compra de conciencia a periodistas, lo que ocasionó la censura y autocensura de quienes eran favorecidos por el millonario presupuesto publicitario del Estado. Aunque se permitió la diversidad de ideas en los medios y se respetó la libertad de prensa, información y opinión, este proceso estuvo sesgado por la incidencia de las llamadas “bocinas”, término con que el pueblo bautizó al sector de la prensa adicto al gobierno. La corrupción durante este largo periodo de gobierno no sólo afectó un sector de los periodistas sino también a empresarios de grandes medios de comunicación favorecidos con colosales contratas de obras del Estado y de otras facilidades.
El ascenso al poder del presidente Luis Abinader en agosto de 2019 bajo la consigna de ¡El Cambio Va! Abrió las puertas a la esperanza por el rescate de un periodismo ético, objetivo y sin sumisión, como lo expresara este mandatario durante un encuentro con el Colegio Dominicano de Periodistas y la Sociedad Dominicana de Diarios, celebrado el pasado 5 de abril, Día Nacional del Periodismo, donde anunció la excepcional apertura por parte del gobierno, de un Diplomado de Ética para Periodistas, dando una muestra de un gobernante preocupado por un ejercicio ético del periodismo y de las dependencias de su propio gobierno.
Quiero abrigar la esperanza de que esta gestión gubernamental no se traduzca en una nueva frustración para el ejercicio del periodismo dominicano. Espero que la palabra empeñada y comprometida sea respetada por hoy y para siempre.
En este trayecto de avances y retrocesos del pueblo dominicano, en la defensa de la libertad de expresión y la libertad de prensa, hemos logrado importantes conquistas; empero aún quedan pendientes grandes retos qué enfrentar y que obligan a los periodistas y sus gremios a colocar en agenda, como forma de garantizar una absoluta libertad de expresión y de prensa. Nos referimos a la concentración de los grandes medios de comunicación en manos de dos o tres empresarios propietarios de bancos y de otras grandes empresas que tienen el monopolio de la opinión escrita, radial y televisiva, lo que, en términos prácticos, atenta contra la libertad de expresión y difusión del pensamiento.
A estas tareas pendientes se le suma la crisis sanitaria y económica que está padeciendo la humanidad a causa del COVID 19, que ha provocado un mayor deterioro en la situación social del periodismo mundial con sus secuelas de muertes, despidos masivos y el cierre de sus medios alternativos, entre otras consecuencias.
Por otra parte, es preciso detenernos a repensar acerca del auge alcanzado por las redes sociales, dado su impacto en la creación de opinión pública.
Sus plataformas han revolucionado la forma y el fondo del periodismo tradicional, que lentamente está siendo suplantado por nuevas herramientas para hacer periodismo, lo que ha fortalecido la apertura, la pluralidad, independencia y acceso inmediato a la noticia, dada la transformación informática de los contextos mediáticos, tanto de producción como de acceso a los medios. Y por igual, han reforzado la valoración de los flujos de información, los conocimientos y las relaciones sociales a partir de la comunicación social.
Con la grave situación de que ahora, cualquier persona que escribe en las redes, solo por el mero hecho de publicar, puede ser creíble. No se requiere de formación académica, fuentes identificables, y no existen las medidas de seguridad que impidan el flujo de noticias falsas, lo que viene a atentar contra la propia academia del periodismo.
De esta manera, cualquier usuario de internet es considerado periodista, cual lo real es que quien emite este tipo de texto es un impostor de nuestra profesión, afecta enormemente el ejercicio de nuestra carrera y, en consecuencia, nos detractan, pues ponen en duda la credibilidad informativa de nosotros los periodistas profesionales y por tanto se quebranta la confianza del receptor hacia nuestro sector.
Su impacto es tan negativo, que atropella el principio fundamental de la Ética en el Periodismo: Informar la verdad y solo la verdad.
No quiero concluir estas palabras en esta memorable ocasión sin relatarles una de las tantas vivencias de mi vida profesional, como legado a las futuras generaciones para el ejercicio de un Periodismo vehementemente defensor de la libertad de expresión y de Prensa. Les cuento:
“Cuando fui a cubrir por el diario La Noticia y el Noticiero Popular la Guerra de liberación del pueblo de Nicaragua contra la dinastía de los Somoza en el año 1979, me vi obligado a compartir trincheras con guerrilleros que se refugiaban en ellas, evitando ser alcanzados por los misiles y morteros de la aviación del ejército somocista. Imagínense ustedes los momentos de tensión por la sobrevivencia y por cumplir con la misión de Informar al pueblo dominicano y al mundo, desde el mismo lugar de los hechos, los terribles acontecimientos que cotidianamente allí ocurrían. En uno de esos momentos me encontré en la misma trinchera con el médico-guerrillero panameño y comandante de la Brigada Internacional, Hugo Espadafora, a quien entrevisté desde la trinchera. No habían transcurrido más de 3 minutos de la entrevista, cuando un guerrillero, fuera de la trinchera, anunciaba la presencia de un avión que dejaba caer una bomba de 500 libras de material explosivo, en dirección a la referida trinchera. Y no pudo ser más preciso, pues cayó a pocos metros, de tal manera que la grabadora que portaba fue destruida por las ondas expansivas, mientras encima de nuestros cuerpos caía una lluvia de tierra y lodo. Mientras, afuera escuchábamos el grito del guerrillero que había visualizado el avión: ¡No me dejen morir! Al salir de la trinchera lo encontramos despedazado y el vehículo en que nos transportábamos convertido en un guayo por las esquirlas de la bomba. Es obvio que en este ejercicio profesional para informar al pueblo dominicano y al mundo detalles de todo lo acontecido, pudimos perder la vida. Y ese es el precio que todo Periodista, defensor de la libertad de Prensa, debe estar dispuesto a pagar. Porque nuestro ejercicio nos obliga a ofrecer un producto informativo confiable, veraz, verificable en la misma fuente y sin importar el peligro a que nos podamos exponer.
Finalmente, felicitamos a la UNESCO en esta nueva celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, por su marcado e insistente interés por el ejercicio de un periodismo ético, crítico y objetivo, inspirado en la verdad y solamente la verdad, entendiendo la información como un bien común para toda la humanidad.
¡Muchas gracias!