En este carrusel de gastos, que impide que la gente llegue a fin de mes con lo que gana, vivimos de deuda en deuda, en un carnaval consumista que no acaba.
Por José Francisco Peña Guaba.
Este artículo se lo dedico a mi padre, porque sé que él estaría satisfecho que lo escribiera debido a que hay tantas inequidades e injusticias en nuestro país, que cada día estamos “para peor”. Penosamente, nada funciona y los dentro de los responsables de este caos, la indiferente clase política nuestra ocupa primeros lugares.
No es posible que en cientos de años no se haya resuelto nada y que subsistan los mismos problemas, sin que nadie actúe pensando primero en la nación, que al final somos todos, dicho esto por encima de consideraciones partidistas o electorales.
Son los mismos males ancestrales. Cada día hay más pobres y los ricos se hacen más ricos todavía, , porque este sistema consumista crea un círculo vicioso de la miseria en el que lo más difícil para cualquier ciudadano es salir de ella, inclusive muchos que a duras penas salieron de los barrios populares y creyeron que no volverían más allá, al punto de que se habían “acomodado” en la clase media, pero ahora están viviendo en el infierno de la impotencia porque, inevitablemente, por el alto costo de la vida cada día qué pasa se van empobreciendo.
Este país hay que dejárselo a los ricos o habrá que pelear nuestro espacio en la sociedad, porque no importa cuánto se gane, sea de clase baja o de clase media, simplemente el dinero “no da”, porque ha perdido todo su valor y todo lo que hacemos y todo lo que consumimos es para beneficio de un Estado que hace poco para el ciudadano y permite mucho para los ricos, dueños de todo lo que consumimos.
Los de abajo y los del medio vivimos endeudados hasta el tuétano, de manera que avanzar se nos hace casi imposible. En este “Decálogo de gastos del diario vivir de los de clase baja y media en nuestro país”, veamos la irrefrenable lista de gastos diarios de una familia cualquiera, en la que se advierte que no hay bolsillos que soporte ese derroche de recursos.
1- Lo esencial es alimentarse, sobre todo en un país que acostumbrados a “las 3 calientes”. A nivel de clase baja, una familia de 5 integrantes está gastando 1,00O a 1,200 diarios, pero además compra más caro porque se hacen presos del colmadero, que más agiotista no puede ser. En la clase media esto sube un 50% cuando menos, aunque compre más barato porque lo hace en los supermercados, pero aun así se comen cosas de un poco más de calidad y esto aumenta su precio.
2 – Si vive en una vivienda adquirida a través de un banco, ni hablar, prepárese a que le saquen la hiel con unos préstamos de intereses tan leoninos, que lo que se abona al capital son centavos. Los que no tienen casa, “pasan las de Caín y Abel” con los propietarios, que cada año presionan por aumentar el precio de alquiler y que, a la vez, quieren que el mantenimiento de su propiedad sea de la única responsabilidad del arrendatario.
3- El gasto relacionado con tener y mantener vehículos se ha convertido en uno de los más importantes, porque hay que pagar la mensualidad del préstamo, pagar el seguro, combustible… que es lo mismo del diario de la comida, más el mantenimiento, lavado y el peor dolor de cabeza, el mecánico, porque cuando hay que cambiar piezas nos manda directo al prestamista para poder arreglarlo. Para los que no tienen vehículo, entre carros públicos, guaguas y motoconchos para ir a su trabajo y regresar a su casa se van no menos del 18% del ingreso salarial, según los datos obtenidos en la Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares correspondiente a 2018, datos presentados por el Banco Central.
4- Los servicios, al día de hoy un componente demencial dentro del consumismo adictivo. El atraco de “las edes” -que nos cobra la electricidad más cara del continente sin importar que además hay que tener inversor, planta eléctrica y, en algunos casos, los dos-. Y cada vez que se dañan las baterías del inversor… prepárese a buscar más decenas de miles de pesos para reponerlas. Si se considera solamente el tema de las plantas eléctricas, dependiendo del uso, eso equivale a tener una boca más que alimentar en su casa. Pero también hay que pagar teléfono, cable, Internet, celular, mantenimiento de la junta de vecinos o del edificio, basura (servicio la han aumentado de precio), el agua… ¡ahh, se me olvidaba, no puede faltar Netflix!
5- Ni hablar de la educación. Como aquí todo es al revés, un colegio privado para varios hijos eso es como pagarle al banco la cuota de la casa. Peor aún si quiere que tus hijos aprendan también inglés, prepárese para que hablemos de cuotas anuales en dólares. Las universidades han encarecido todas los créditos y sus servicios, con y sin pandemia, y una gran parte de los estudiantes para terminar sus carreras tiene que buscar un crédito educativo. A la familia que le tocó tener estudiantes de arquitectura, medicina u odontología ¡ya saben que van a deberle hasta a las once mil vírgenes!
6- La vestimenta. Para los que no tenemos la comparonería consumista de hoy, no es mucho problema el tema de la ropa, pero a los “marquistas” vanguardistas que quieren estar “con el último look”, tendrán que gastar más en ropa que en todos los gastos de una casa juntos, porque eso es un lujo que solo los ricos se los pueden dar. Lo que está salvando a la gente de los barrios son las pacas, y claro que a uno que otro clase media, que escondido compra en “agáchate boutique”, la tienda que, si dejara de vender, medio país anduviera en tapa rabos.
7- La “belleza” hoy tiene su presupuesto y no hay casa por pobre que no lo tenga, porque los hombres van a su barbería a pelarse solamente pero los cuartos del salón de las mujeres, ¡eso es religioso, no puede faltar! Cuando hay varias mujeres en la casa las idas constantes al salón le quiebran el bolsillo a cualquier cristiano, pero esos chelitos hay que darlos sin chistar, porque en eso las dominicanas no comen cuentos. Claro, a las de la clase media hay que incluirles las visitas a la estética, al gimnasio y a la maquillista… y a casi todas, en su momento hay que pagarles “un mantenimiento” en las manos de un cirujano estético. ¡Válgame Dios!
8- Las actividades recreativas son parte integral de toda familia, cada una en su nivel y a su forma. La encuesta de hogares dice que entre restaurantes y recreación hay más de un 15% de los gastos hoy. Aquí no se juega con el “romo” o la cerveza del fin de semana, la pizza y los refrescos para los muchachos y, desde que dan una facilidad en un tour, anótelo, porque los dominicanos no se quedan y más si es “fiao”, por aquello de que “punta de lápiz no mata a nadie” (que es lo mismo que decir “goce hoy y pague mañana”. No en balde los dominicanos vivimos más “enliaos” que un andullo).
9- Uno de los gastos más importante es el de la salud, comenzando por el pago del seguro de toda la familia en las ARS, los medicamentos (porque en este país medio pueblo está enfermo o tiene una condición, siendo las más comunes la hipertensión, la diabetes y los problemas gastrointestinales. Aunque usted pague “un diferencial” en la farmacia, sabrá lo que dejar medio sueldo allí y ni hablar de pagar consulta médica. A cualquiera le baja la presión cuando le dicen que “aquí no aceptamos ese seguro”, pues el costo de los medicamentos y servicios médicos, hasta los más básicos, está “dolarizado”. Y si alguien tiene que internarse, es seguro que habrá que buscar préstamos, si tiene buena suerte, porque si le toca de la mala y tiene que pagar un tratamiento como el de cáncer, entonces no es préstamo sino hipoteca y hasta la quiebra familiar, puesto por más que hemos avanzado las enfermedades catastróficas no solamente se llevan la vida de nuestros seres queridos, sino que, además, deja a la familia en una catástrofe sentimental y económica. No hay cosa que acabe más rápido a una economía del hogar que la llegada de una enfermedad fatídica o, como les dicen ahora, “catastrófica”.
10- Aunque ustedes se sorprendan, hay un gasto diario que está en la mayoría de los hogares dominicanos: el del juego. Los niveles de ludopatía del país son alarmantes, con más de un 70% de la población jugando regularmente y el 50% jugando a diario, en los sorteos de 7 loterías más la de New York. La clase media no deja de jugar “su loto” por nada del mundo. El último informe al que tuve acceso estimaba que, en la República Dominicana se hacían jugadas por más de 3 mil millones de dólares al año, siendo las que más juegan las mujeres, que del diario que les dejan los maridos sacan lo de “jugar sus numeritos”.
En este carrusel de gastos, que impide que la gente llegue a fin de mes con lo que gana, vivimos de deuda en deuda, en un carnaval consumista que no acaba y que nos somete, a los de las clases baja y media, a un estrés permanente.
Mientras, somos presa de los usureros del “módico 10%”, porque el sistema financiero que tenemos solo da facilidad para gastos de consumo (vehículos y mobiliario), de manera que solo sirve para mantener enredados todo el tiempo a los pobres y a la maltratada clase media.
La verdad es que no hay cuartos que rindan ni basten, por más pluriempleo y búsqueda que se tenga. Lo que se gana no cubre todos los gastos de una familia en este país. Pero al que también le toque mantener a una “segunda base”, ¡¡a ese solo le queda ahorcarse!!