El sábado 2 de marzo del año 2019 se nos invitó a exponer criterios sociológicos e históricos ante veintiséis líderes jóvenes de distintos países latinoamericanos que participaron en un programa de formación iniciado seis meses antes en distintos lugares presenciales de América Latina y que concluyó en Roma, la capital italiana donde está situado en un pequeño territorio soberano el Estado Vaticano que sirve de centro logístico operativo a una institución religiosa y política milenaria: la Santa Sede.
Los temas estaban aspectos relacionados con: la “Doctrina Social de la Iglesia Católica – Por una nueva generación de católicos latinoamericanos en política”. El encuentro se realizó en una residencia hotel llamada Domus Romana Sacerdotalis, en la Via Traspontina, en Roma propiamente pero a unos trescientos metros del Vaticano.
Los organizadores de este importante encuentro, del Pontificio Consejo para la América Latina, nos pidieron que hablara del papel del representante o embajador ante Su Santidad, el Papa, Obispo de Roma, cabeza de la Iglesia Católica. Tal era mi caso, Embajador de la República Dominicana desde el 2009 y ya decano por antigüedad.
Los temas debatidos
Los temas que los 26 políticos jóvenes estudiaron durante seis meses puedo por experiencias vividas decir que hasta el año 1989, cuando se produjo la ruptura del bloque de países organizados después de la Segunda Guerra Mundial, producían hasta entonces más que razonamientos, también emociones, a dirigentes obreros, a los jóvenes estudiantes y a los políticos católicos.
Treinta años después en la el 2019 el mundo era otro. Éstos jóvenes no vibraban con las vivencias de la historia anterior al 1989. En aquel año concluían tiempos de lucha y combate, de estudios sistemáticos que acompañaron la acción política, y se iniciaba una nueva era política que parece se cierra a partir de la crisis política y social producida por la pandemia del coronavirus.
Hasta 1989 soñábamos estudiando o siguiendo el ejemplo de Enmanuel Mounier, de Emilio Máspero, de Jacques Maritain, o de aquel sacerdote que fue militante comunista antes de convertirse al cristianismo, Ignace Lepp.
Quién recuerda a Ismael Bustos? Quién estudia hoy a los pensadores humanistas cristianos de América Latina y del mundo?
Recordamos antes que en 1989 llegaba a su fin un proceso que empezó después de la Segunda Guerra Mundial: la lucha entre ideologías y doctrinas políticas que en realidad se remontaba por lo menos a un centenio anterior. El socialismo, el capitalismo, la democracia cristiana, el sindicalismo, los bloques de poder internacional.
De todas maneras, la reunión de estos jóvenes dirigentes reunidos en Roma en el 2019 pudiera ser el grano de mostaza que ha de producir el árbol robusto que se perdió. Tarea difícil pero no imposible cuando ya no existen los partidos de doctrina o de ideología. Ni siquiera existen grandes partidos, como antes, inspirados en un humanismo cristiano.
Pasados estos años, la ideología del mercado fue barriendo poco a poco la práctica política basada en doctrinas esenciales para un ejercicio sano, y hasta se puede decir organizado y sistémico, de la política.
El “marketing” empezaba ya en 1989, con forma y fondo, dominando en lo esencial del ejercicio de la política. Marketing con mucho dinero, el Dios de estos tiempos.
Diplomático en Santa Sede:
Ahora veamos la importancia de la representación diplomática ante la Santa Sede y las cuestiones que se plantean al servicio a la nación.
Como la Santa Sede es uno de los espacios que permanecen en el tiempo, a pesar de los cambios naturales de las sociedades, es éste un lugar privilegiado para tratar el tema de la política enfocada como servicio basado en el humanismo cristiano. De ahí que por eso es quizá la más importante faceta de la representación diplomática ante el Papa.
Santa Sede es una institución reconocida por unos 190 Estados del mundo. A la cabeza de la misma está el Papa, que gobierna en un sistema de monarquía absoluta electiva. Su territorio es la Ciudad del Vaticano, que tuvo antecedentes hasta 1870 en el Estado Pontificio.
Un embajador ante la Santa Sede es un representante diplomático de un Estado ante otro Estado.
El embajador representa al Jefe de Estado, a su pueblo, a su gobierno. Les dije a los jóvenes políticos latinoamericanos que lo básico por mi experiencia en Santa Sede consiste en saber que un embajador ante la Santa Sede debe:
1. Mantener un contacto permanente con el Gobierno del Papa, que se ejerce a través de toda una estructura dirigida y coordinada por Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Secretario de Estado. También con el Secretario para las Relaciones con los Estados, el Protocolo de la Secretaría de Estado, y con los distintos discasterios, organismos, universidades y otras organizaciones de la Iglesia Católica Romana.
2. El embajador en coordinación con el Ministerio de Relaciones Exteriores canaliza los asuntos de interés común. Temas como migración, derechos humanos, situaciones críticas regionales, son algunos de los que ocupan la atención de las partes.
Santa Sede es uno de los más importantes centros de actividades y mediaciones diplomáticas. Es una especie de Naciones Unidas en Roma.
3. También como es usual en todos los puestos diplomáticos, debe uno mantener contactos fluidos con los embajadores acreditados ante la Santa Sede. Desde 2014 por orden de precedencia fui el Decano del Grulac y de los Embajadores de las Américas (Norte, Centro y el Caribe, y Sudamérica), pues en Santa Sede existe un Decano por antigüedad que sostiene periódicos contactos de coordinación con los decanos regionales.
3. Coordinar las visitas al Vaticano del Presidente de la República, la Vicepresidenta, la Primera Dama, Ministros, y en ocasiones también le corresponde al embajador coordinar visitas de obispos y feligreses provenientes de la República Dominicana.
4. Gestionar las Audiencias con el Papa. Visitas a los discasterios. Visitas a los Museos y Jardines.
5. Coordinar la participación de la Comunidad Dominicana residente en Italia en actividades litúrgicas en el Vaticano.
6. Notificar a las Autoridades del Gobierno de la República de Italia y coordinar las visitas del Presidente de la República y otros funcionarios del Estado dominicano a cuestiones relacionadas con la Santa Sede.
Esas son las más importantes responsabilidades y tareas.