Columnistas

Discrepancias políticas impactaron inicio de Cumbre Iberoamericana

Las dos potencias europeas que mantuvieron y siguen preservando en el tiempo estrechas relaciones con Latinoamérica, son España y Portugal.

Francisco Franco y António de Oliveira Salazar nadaron durante sus mandatos en aguas turbulentas y entre el absolutismo férreo, intentando ambos preservar buenas relaciones diplomáticas para así asegurarse el control de la península ibérica.

El presidente Luis Abinader participa en la Cumbre Iberoamericana. A su lado el canciller Roberto Álvarez,

España y Portugal eran conscientes de que vivir desunidas representaba un serio peligro a su seguridad territorial ante el poderío francés que progresivamente ampliaba su predominio en todo el Continente.

Alemania, Italia y el Reino Unido tenían suficientes fuerzas como para socavar cualquier intento de levantamiento que pudiera poner en peligro sus intereses y la propia seguridad interna.

Europa fue devastada por dos guerras mundiales (1914-1918) y (1939-1945). Hubo otros conflictos entre los países europeos que marcaron la historia en esa región.

Veamos algunas de esas confrontaciones bélicas:

-La Guerra de los Cien años (1337-1453), tuvo de principales protagonistas a Inglaterra y Francia, pero igualmente, al resto de los países de Europa Occidental.

-La Guerra de los Treinta Años (1618-1648), fue un conflicto que impactó a Europa Occidental; Central, Septentrional, Meridional y Oriental. La rubricación de los tratados de Osnabrück y Münster (1648), permitieron su concretización en la histórica región de Westfalia, abriendo los caminos de entendimiento y paz entre las comunidades del Viejo Continente, específicamente ante la hegemonía que ejercían España y posteriormente, Francia.

Otras confrontaciones bélicas europeas del siglo XVIII:

-Guerra de Sucesión Polaca (1733- 1738)

-Guerra de Sucesión Austriaca (1740-1748)

-Guerra de los Siete Años (1756-1763)

-Guerras Revolucionarias Francesas, incluidas las Guerras Napoleónicas, (1792-1815).

Las dos potencias europeas que mantuvieron y siguen preservando en el tiempo estrechas relaciones con Latinoamérica, son España y Portugal, y de ambas heredamos la cultura, idioma y muchas de sus tradiciones.

Se trató de un episodio que delineó nuestro presente y futuro para siempre, por tratarse del reemplazo de la autenticidad y raíces culturales de la primera población en habitar al Continente Americano: la raza indígena.

El sagaz almirante Cristóbal Colón fue el eje conductor de la ambiciosa empresa diseñada y auspiciada por los Reyes Católicos para buscar la conquista de nuevos horizontes, recursos y poder en tierras lejanas a la hoy madre Patria.

Efectivamente, aquel 12 de octubre de 1492, el liderazgo expedicionario español dejó sentir todo su poderío estratégico, militar y económico para despojar a los indígenas de sus predios que representan inmensidades minas de oro, diamantes y piedras preciosas esparcidas en un territorio completamente virgen.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano en su obra: “Las venas abiertas de América Latina” (Inglaterra, 1971), considera ese episodio histórico más que una conquista, una acción imperial cuyo objetivo central fue “el constante saqueo de los recursos naturales de la región por parte de los imperios coloniales, entre los siglos XVI y XIX, y los Estados imperialistas, como el Reino Unido y los Estados Unidos principalmente, desde el siglo XIX en adelante”.

Dictadura Franquista

Franco, el octogenario dictador español quien gobernó entre (1939-1975), nunca fue cercano al portugués Oliveira Salazar, pero las circunstancias los obligó a convivir y respetarse mutuamente, aunque con algunas diferencias de estilo.

Coincidieron, sin embargo, en que el comunismo era su principal enemigo y que ponía en riesgo la preservación de su predominio en el poder.

El régimen franquista estuvo precedido de la guerra civil que desangró a la sociedad española (7 de julio de 1936-1 de abril de 1939).

Mientras que la dictadura portuguesa, incluyendo la militar (1926 a 1933) y la Segunda República (1933 a 1974), duró cuarenta y ocho años.

António Oliveira Salazar (Vimieiro, 28 de abril de 1889-Lisboa, 27 de julio de 1970) fue un dictador portugués. Ejerció como primer ministro entre 1932 y 1968 e interinamente la Presidencia de la República en 1951. Fue la cabeza y principal figura del llamado Estado Novo, período 1926-1974.

El 22 de abril de 1500, el Imperio de Portugal optó por conquistar a lo que hoy se conoce como el territorio de Brasil, cuyo idioma oficial es el portugués.

Imperio Portugués

Ese hermosísimo territorio de 8.5 millones de Km2 era totalmente virgen, solo habitado por su población indígena originaria que vivía feliz rodeada de sus exuberantes bosques y plantaciones de frutos diversos; caudalosos ríos, lagos, arroyos, mares, animales silvestres e innumerables minas y yacimientos de oro, plata, zinc, petróleo, yeso y maderas preciosas de todo tipo.

Un verdadero paraíso terrenal conquistado por europeos que buscaban ansiosamente acumular riquezas para afrontar las terribles embestidas de conflictos económicos y políticos internos y lógicamente, atraídos por la ambición de poder que caracteriza la esencia de los Imperios de la Época Antigua.

El viejo continente se desangraba y Portugal no fue la excepción, especialmente a partir de la invasión que sufrió por parte de Francia.

El 22 de abril del año 1500 la Corona Imperial de Portugal decide conquistar o lo que es lo mismo “invadir” un vasto territorio de América bautizado con el nombre de Brasil.

El nombre del país surge de un árbol que es de un color rojo intenso casi similar a las brasas encendidas. Los portugueses que llegaron a esas tierras lo llamaron Pau Brasil. Es muy común hallar esta especie en este territorio de América del Sur y los aborígenes lo utilizaban por su llamativo tinte.

Fue en el litoral costero del norte de Río de Janeiro donde el aventurero portugués Pedro Alvares Cabral desembarcó junto a sus tropas navales transformando perpetuamente el curso de la historia de América.

Régimen Monárquico

La Monarquía Hispánica nació en 1479 de la unión dinástica de la corona de Castilla y de la corona de Aragón, tras el matrimonio de sus respectivos soberanos Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón. Este acontecimiento histórico dio a conocer a la pareja como los Reyes Católicos.

España y Portugal habían comenzado a superar el trauma de las guerras y dictaduras que les impactó por más de 40 años, teniendo que lidiar ante un escenario complejo, terriblemente marcado por dos conflictos mundiales que prácticamente destruyó a Europa.

La conmemoración de los 500 años del Descubrimiento de América trajo consigo el aceleramiento de la reapertura de los tradicionales vínculos de España y Portugal con América Latina.

España buscó nuevamente acercarse a la comunidad Latinoamericana propiciando una modalidad diplomática de contactos directos con sus principales líderes políticos y empresariales. Ocurrió a inicio de la década del noventa cuando la mayoría de nuestros países habían recobrado su democracia tras un largo periodo de regímenes dictatoriales, golpes de Estado y violaciones a los derechos humanos.

El entonces rey español, Juan Carlos de Borbón, ejerció con mucho tacto su liderazgo para convencer a la comunidad Latinoamericana de que el camino de la integración era necesario y que, serviría de base para “olvidar” e intentar cicatrizar las heridas dejadas por el colonialismo en América (1492-1898).

La década del noventa fue estremecida por múltiples acontecimientos políticos en el escenario mundial, con repercusiones directas en Iberoamérica. La caída del muro de Berlín; la desaparición de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y el fin de la dictadura de Augusto Pinochet, en Chile, aceleraron el proceso de integración regional.

El liderazgo político Latinoamericano abría las puertas a los mecanismos integracionistas, ejemplificado en la realización de la Primera Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica, que tuvo de escenario la ciudad de Guadalajara, México, en 1991.

Con anterioridad, entre (1980-1989) se produjeron intentos de aglutinar a las naciones de América Latina, metrópolis por varios siglos del poder imperial español y portugués.

Se avanzó, aunque en medio de tropiezos que significaban los constantes golpes de Estado auspiciados por militares y sectores ultraderechistas de la región.

Rompiendo el Hielo

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial la composición e integración de las naciones se convirtió en una prioridad para la comunidad internacional, y particularmente Estados Unidos, que había salido prácticamente indemne del conflicto y emergió como una futura potencia política, económica y militar.

En 1948, es constituida la Organización de Estados Americanos (OEA) en Bogotá, Colombia, con la participación de 35 estados latinoamericanos y el firme apoyo del gobierno de Estados Unidos.

Pero en 1962, la República de Cuba fue expulsada de ese esquema integracionista por presiones de la potencia del Norte, aduciendo para ello, que "la adhesión de cualquier miembro de la Organización de los Estados Americanos al marxismo-leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano".

El triunfo de la revolución cubana (1953-1959) y su declaración como estado socialista aceleró el distanciamiento entre Washington y La Habana, agudizando aún más a partir del bloqueo impuesto por el gobierno del presidente John F. Kennedy (20 de enero de 1961–22 de noviembre de 1963).

Desde su constitución, la Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de Iberoamérica, adoptó como idiomas oficiales, el español y el portugués.

Artículo de Manuel Diaz Aponte

Manuel Diaz Aponte

Periodista y profesor universitario. Es egresado de la Universidad Central del Este y de la Universidad Metodista de Sao Paulo, Brasil, donde hizo maestría en comunicación científica y tecnológica así como estudios en relaciones internacionales. Egresado del Instituto Internacional de Periodismo “José Martí”, en La Habana, Cuba. Finalizó estudios en diplomacia y relaciones internacionales en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Fue reportero de El Nuevo Diario y de la televisora estatal hoy CERTV y desde el año 2000 labora en la Dirección General de Comunicación de la Presidencia de la República como periodista profesional habiendo ocupado diferentes funciones.

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