El PLD en principio, fue un partido con una fuerte carga ideológica que arribó al poder con base a una facción.
La ley que motoriza el accionar de los partidos políticos es la ley de las facciones, estas, a su vez, poseen subdivisiones que determinan su accionar político. Grosso modo, se las divide en facciones por principios y facciones por interés. Se observa, de manera general, que, dada la naturaleza del capitalismo, termina imperando la ley del mercado. Esto quedó claro cuando el PRSC fue gobierno, Balaguer se mantenía aferrado a principios muy particulares: la conservación del poder a cualquier precio. De ahí que permitió que las demás facciones de su partido se repartiesen, tal perros doberman, el Presupuesto Nacional. Este esquema se ha destacado por su operatividad en la República Dominicana y podría calificarse como el de mayor acierto.
En el caso de los gobiernos del PRD, no fue posible a este partido conciliar ambas facciones, pues nadie tenía interés en conservar el poder (a excepción de Peña Gómez), sino en depredar el Estado. Esto produjo un desequilibrio que echó a este partido del poder y lo diluyo en el tiempo, lo consumió la avaricia.
El PLD en principio, fue un partido con una fuerte carga ideológica que arribó al poder con base a una facción por principios donde la conservación del poder era su prioridad con la finalidad de cumplir sus metas programáticas: completar la obra de los fundadores de la república. A su paso por el poder, ha quedado demostrado que esto no fue sino una máscara en la que su dirigencia ocultó sus reales propósito: ser una facción basada en el interés de depredar el Estado y no en cumplir los principios programáticos que le dieron origen. El desequilibrio así manifestado le sacó del poder, en la medida el votante pasó a darse cuenta que no era un partido de ideas sino un partido de intereses, un partido que depredaba el Estado, incluso más que la competencia a la que criticaba por esta misma causa.
Ahora la nación, observa, muy detenidamente, el comportamiento, los hechos que se vienen sucediendo en torno al ejercicio gubernamental del PRM. A leguas se nota que el PRM es un partido que no esconde sus propósitos detrás de una ideología. Es un partido cuya militancia abiertamente manifiesta que es un partido de facciones de interés, que carece de ideología y que esta le importa un comino. Como siempre, una pequeña pero importante facción ideológica capitaneada por el Presidente Abinader y doña Milagros Ortiz Bosch, se colocan en la acera opuesta. Es decir, abiertamente se declaran partidarios de cumplir compromisos electorales de cambio en lo referente a actuar como un partido de facciones por interés; en cambio, buscan actuar como un partido con principios ético morales conforme a las expectativas que la población votante cifró en ellos.
El desenlace que tengan las pugnas entre estas dos facciones del partido en el poder, determinará también, el futuro de la nación, porque, nadie se llame a cuentos, una interpretación equivocada de lo que la gente quiere en un ambiente de profundización de la democracia en transición que se vive en el país, puede resultar catastrófica. Pues, aunque, supuestamente, todo mundo aborrece al populismo, al liderazgo mesiánico, nadie está dispuesto a ceder para permitir que el Estado de derecho se entronice en la nación. Resulta gracioso observar cómo la facción que se dice mayoritaria al interior del PRM, comulga con la facción saliente y ahora en problema judiciales, del PLD. Es un hecho inverosímil para los de ideología de principios, pero explicable dentro de la lógica de la ideología depredadora, las coincidencias son pues muchas. Es más, la facción reformista que forma parte del gobierno también se suma a esta cruzada porque esta y no otra ha sido siempre su naturaleza.
En pocas palabras, la supuesta lucha anti corrupción, pende de un hilo muy delgado sostenido solo en las oscilaciones del péndulo de la independencia del Ministerio Público, no así en la independencia del Poder Judicial, el cual queda pendiente de mostrar al país sus bondades institucionales y pro institucionalidad.
No debe olvidarse, que estamos ante un gobierno de corte marcadamente empresarial con concepciones neoliberales que, como se sabe, busca impregnar al Estado de la idea de la eficiencia empresarial y el lucro particular, como mecanismos de estabilidad macro económica. Es decir, la equidad no entra dentro de su lógica, al revés, su lógica consiste en maximizar los privilegios empresariales o concentración de riqueza, a expensas de las demás clases sociales. El problema es el espejo colombiano. De ahí que, muchos esquemas de coerción hayan tenido que ser aplazados, porque, además, la pandemia se prolonga más allá de lo previsto. Sin contar con el hecho de que las secuelas de crisis económica que dejará a su paso, todavía no han sido cuantificada.
Es decir, el gobierno está sentado sobre un polvorín socio económico que ha pretendido abordar con una política anti corrupción de cuya seriedad no ha convencido aun a la sociedad. Aunque, la palanca de la embajada que sabemos, esta vez, parece estar dispuesta, a ir más allá de la convención política para adentrarse en asuntos concernientes a la ideología de la aplicación de la ley, en tanto y cuanto mecanismo estabilizador del sistema. Porque han tomado consciencia de que el sistema está siendo atacado desde adentro por aquellos que dicen ser sus guardianes.
Es debido a ello, que la independencia del Ministerio Público se está expresando, sin distingos o color de partidos. Dicho de otro modo, el PRM deberá decidir si se coloca a la altura de los tiempos o, si por el contrario, va a seguir actuando fuera de tiempo. Es un hecho, que bajo la lógica actual, ya el PLD salió de competencia. Su postura de individualizar los delitos de corrupción no aplica pues las redes comunicativas son ya capaces a nivel del ciudadano más humilde, de no dejarse emboscar por maniobras a todas luces dudosas sino que presionarán hasta conseguir que el ex presidente sea sentado en el banquillo de los que traicionaron su confianza. Este espejo ha de servir también para el PRM. Es decir, las facciones por interés están en su peor momento y no es suficiente con que ladren a la luna advirtiendo de la llegada del cuco del populismo o del líder mesiánico.
Ellos condujeron al sistema a esta encrucijada y pagaran un precio muy alto porque, en todo el mundo se observa, que la democracia no se debilita sino que se fortalece pero con una fuerte carga del Estado Social. Es esto es: una lucha enconada entre deudores de derechos fundamentales y acreedores de estos derechos porque la política se ha judicializado para bien. Esto implica que el Presidente Abinader habrá de hacer serias concepciones sociales muy a su pesar porque habrá de escoger entre el modelo chileno actual o el modelo colombiano. DLH-20-6-2021