El PNUD apunta a la alta desigualdad y el bajo crecimiento como factores que perpetúan la situación.
MADRID, 22 Jun. (EUROPA PRESS) – La concentración de poder, la violencia en todas sus formas y los sistemas de protección social ineficientes constituyen los elementos que refuerzan y perpetúan la "trampa de desarrollo" en la que está inmersa América Latina, de la que "no ha podido escapar" y que la pandemia de la COVID-19 amenaza con intensificar.
Así lo señala el informe regional de desarrollo humano de 2021 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) presentado este martes, que bajo el nombre 'Atrapados: alta desigualdad y bajo crecimiento en América Latina y el Caribe', analiza cómo la crisis del coronavirus ha puesto de manifiesto "la fragilidad política, económica y social" que impera en la región.
La alta desigualdad y el bajo crecimiento forman parte del contexto latinoamericano, que a pesar de décadas de progreso, está en riesgo por la situación derivada de la crisis sanitaria, que ha convertido a la región en la más afectada por el coronavirus del mundo, con cerca de un tercio de las muertes totales por COVID-19, cuando solo representa el 9 por ciento de la población mundial.
A esto, ha precisado el director regional del PNUD en América Latina y el Caribe, Luis Felipe López-Calva, hay que añadir la preocupación de la agencia por la "enorme polarización", que además se ha visto acrecentada con el amplio ciclo electoral en la región, con muchos países renovando sus autoridades.
América Latina y el Caribe es la segunda región más desigual del mundo, a lo que se suma que los países de la región son más desiguales que otros con niveles similares de desarrollo, una característica que adquiere un matiz multidimensional para ir allá de los ingresos.
En este sentido, las mujeres todavía encuentran desnivelado el campo de juego en el mercado laboral, mientras que las personas del colectivo LGTBI+ se enfrentan a la discriminación en gran parte de los aspectos de sus vidas y las minorías étnicas y raciales carecen de reconocimiento como agentes económicos y políticos activos.
A la desigualdad presente se suman un crecimiento económico muy volátil y bajo, asociado a su vez con baja productividad, además de unos mercados de trabajo altamente informales, en los que la mayoría de trabajadores no cuentan con protección como seguridad social o asistencia, factores que también contribuyen a perpetuar la trampa.
Son necesarias, en este contexto, unas políticas públicas que garanticen a toda la población expuesta a algún tipo de riesgo una cobertura bajo un mismo programa –sin diferencias–, que estos programas, además, estén financiados de la misma forma y que los beneficios que se entreguen en especie tengan la misma calidad, por ejemplo, que el sistema sanitario público y privado sean equivalentes, concluye el informe de la agencia de la ONU.
Frente a esta situación, "comprender la naturaleza de la trampa de alta desigualdad y bajo crecimiento, es el primer paso para liberarse de ella", ha precisado la jefa del PNUD en América Latina y el Caribe, Marcela Meléndez, en rueda de prensa.
VIOLENCIA
Otra de las consecuencias derivadas de la desigualdad es que fomenta la violencia criminal, política y social en la región, que es la más violenta del mundo, donde los más vulnerables se ven afectados "de manera desproporcionada", lo que a su vez contribuye a "perpetuar y amplificar la desigualdad en varios aspectos del desarrollo humano, incluidos los derechos, los ingresos, la salud, la educación y la representación política".
Pero no solo en materia de derechos influye esta circunstancia, sino que también afecta al crecimiento económico "a través de su impacto sobre las personas, las empresas, las comunidades y las instituciones".
La violencia es, por tanto, "un factor subyacente importante de la trampa de la desigualdad y bajo crecimiento" de América Latina y su erradicación "requiere activar la política pública en varias áreas", mientras que se necesitan "más y mejores datos" para comprender los fenómenos de violencia y poder articular medidas para acabar con ella, ha aseverado Meléndez.
"La mesa en la que se toman las decisiones tiene que ser más incluyente para asegurar que las políticas responden a ciertos principios", ha matizado López-Calva.
QUÉ PIENSAN LOS LATINOAMERICANOS DE LA DESIGUALDAD
Otra de las cuestiones que aborda y analiza el informe es la percepción que tienen los propios latinoamericanos de la desigualdad que aflige a su región, para detallar que, en efecto, "la gente sabe lo desigual que es la sociedad y lo considera injusto", ya que no solo percibe la injusticia en los niveles de ingreso, sino también en el acceso a servicios básicos y a las garantías de sus derechos.
Asimismo, los ciudadanos se sienten "frustrados" por la injusticia en los procesos, sobre todo por "la gran influencia política que tienen unos pocos grupos poderosos" sobre el resto de la sociedad, recoge el informe. También existe un alto nivel de frustración por la gran influencia política que tienen pocos poderosos, ya que piensan que "en sus países gobierna un pequeño grupo que lo hace siguiendo sus intereses", ha detallado Meléndez.
Por otro lado, la política pública es "capturada" por grupos de mayor influencia, una concentración del poder que "distorsiona y refuerza la trampa", ha agregado López-Calva, mientras que también en el ámbito económico y comercial sucede esta concentración que se materializa en monopolios que contribuyen a la alta desigualdad y bajo crecimiento.
Para afrontar esta crítica situación, son necesarias "políticas integrales", ya que se trata de una "trampa" en que los problemas "están relacionados", y si se sigue abordando de manera parcial, "vamos a seguir teniendo soluciones que no van sino a profundizar estás problemáticas", ha advertido López-Calva.
Algo que va ligado con la importancia de "entender mejor la naturaleza de la trampa, porque en la comprensión está la vía para deshacernos de ella", ha concluido Meléndez.