El gobierno, al ser variopinto, no se ha percatado tampoco de los cambios operados, podría decirse que el PRM está sufriendo una metamorfosis que ojalá consolide la posición del presidente.
El proceso electoral nacional de 2020, mostró que la ciudadanía venció al clientelismo político; sin embargo, el PRM se niega a aceptar esa realidad y se ha convertido en el principal obstáculo de la obra de gobierno del Presidente Luis Abinader. Así, se ha llegado al punto de que cada día crecen los actos de corrupción en el presente gobierno y se habla incluso de conspiración, el tema no es para nada despreciable, si se toma en cuenta la tradición golpista de la República Dominicana. Se observa que en el PRM no se lucha por ideas sino por puestos en el Estado para enriquecerse ahora robustecidos por la ideología neoliberal que parte de ver al Estado como una empresa. En un país sin seguridad social, es entendible que los que van al Estado lo hagan con la intención expresa de “resolver sus problemas personales” y no los del país. Esto plantea, sin embargo, una lucha entre la tradición clientelar y la ciudadanía que emerge desde el sector social.
Esto implica, el que, mientras se habla de la impopularidad del gobierno, mientras se dice que la ciudadanía prefiere orden y no democracia, en la práctica, la democracia se está consolidando. La primera lectura es que la nación no está dispuesta a tolerar que se conspire contra su presidente, ni contra los funcionarios que, junto al primer mandatario, están abiertamente enfrentando la corrupción. Tal y como lo mostró el repudio que causó el posible atentado que supuestamente se fraguaba contra ciertos fiscales anti corrupción; tal y como lo muestra el deseo de justicia que pende sobre la cabeza de un ex procurador que se apartó de la ley para servir intereses bastardos.
Así, un presidente popular, tiene un partido fuera de época, o, lo que es lo mismo, un partido que debe entender que el clientelismo político, ya es visto como cosa del pasado, porque la ciudadanía quiere ser ciudadanía. Esta posición de la ciudadanía tiene por fuente al sector social tal y como lo mostró en su momento el movimiento Marcha Verde y volverá a mostrarlo con ese nombre o cualquiera otro. Es que ya nuestro pueblo tiene memoria gracias a las redes sociales, es decir, la comunicación se ha hecho una madeja horizontal-circular, y todos pueden, de un modo u otro, acceder a ella. En esto la pandemia ha jugado un rol revolucionario, pues ha permitido la expansión de herramientas comunicativas excelentes.
A pesar de lo anterior, el PRM junto al PLD, se obstinan en que las cosas sigan siendo igual que antes sin observar que ya no lo son. Es sintomático, por ejemplo, el cómo, el denominado grupo de los “Saulos”, intentó hacerse con una postura hipócrita y farisea y ha recibido el rechazo unánime del conglomerado social.
El gobierno, al ser variopinto, no se ha percatado tampoco de los cambios operados, podría decirse que el PRM está sufriendo una metamorfosis que ojalá consolide la posición del presidente y del sector anti corrupción que lo acompaña. En cuanto a la oposición corrupta, es obvio que no podrá recomponerse, porque las redes y la ciudadanía por el sector social están alertas. No vigilándoles a ellos sino a los del gobierno. Esto se traduce en la lectura de que la ciudadanía crece lo que implica que se consolida la democracia. Se podría llegar a un punto de no retorno, que es lo que parecen temer: los “Saulos”, los del PLD y los del PRM.
Una crítica que debería ponderar el gobierno, es la de que debe constituirse en un ente equilibrado, pues, hasta ahora, se le ve con un desequilibrio hacia el sector empresarial, sector, que dicho sea de paso, tiene una importante cuota de responsabilidad en la existencia del clientelismo político porque, junto a los corruptos, han resultado beneficiario del clientelismo político.
En palabras diferentes, este gobierno acusa un desinterés pasmoso hacia el sector social, no le está dando el respaldo que merece y, desde esta perspectiva, podría perder la gallina de los huevos de oro. Pero, al final, esto podría ser bueno para el sector social y para la ciudadanía, pues estarían obligados a ganar espacio social y espacio político, al margen de los partidos y del gobierno. El esfuerzo organizativo será mayor y sin recursos, pero la victoria de la democracia será más contundente.
Las cooperativas de producción están observando cómo el gobierno las descuida al tiempo que éstas entienden que el gobierno va bien en materia de lucha contra la corrupción, a la vez, están aprendiendo a no depender del Estado, igual ocurre con el sector consumo, ante un Pro Consumidor indeciso acompañado con todo lo cuestionable del pasado, que mantiene la política equivocada de la pasada gestión de gobierno, el movimiento responde alejándose de este y buscando independencia e integración; las amas de casa también, pues los inorgánicos representantes de los órganos sectoriales, al igual que los del PRM, solo están interesados en temas diferentes a los que interesan al movimiento consumerista. De ahí el divorcio latente entre ambos sectores. Un INDOTEL lejos del sector consumo, un Pro usuario al servicio de la banca, un Protecom dormido, una DIDA que no se siente, Superintendencia de Seguros que no es segura, etc., una Silsaril poco interesa en cobertura universal, un sector eléctrico que va a la justicia pero no denuncia los abusos contra los consumidores, auguran un movimiento que deberá aferrarse a su fuerza social y a la Administración de justicia.
En pocas palabras, si se ha intentado detener el movimiento social coligiendo que, tal y como se logró destruir al sector sindical, estos también perecerán, se habrán equivocado porque la respuesta es una ciudadanía que crece desde el sector social. DLH-6-7-2021