El Tribunal Superior Electoral (TSE) lastima la conciencia nacional desde hace semanas, luego que asumiera un suplente ante la salida de su presidente.
Las llamadas altas cortes y los órganos constitucionales, soportes fundamentales de la vida institucional del país, no resisten un escándalo más.
El diseño sustantivo de colegiados con integrantes de diferentes aceras y diversas escuelas de pensamiento que garantizaran contrapesos, se han estrellado con impensados daños a nuestra construcción democrática.
La eliminación del nefasto reparto partidario en entes determinantes en la definición de las controversias que definen intereses políticos, electorales, económicos y que tutelan derechos fundamentales dio paso a hombres y mujeres que en numerosas ocasiones les falta el coraje que catapulta a puestos trascendentes en la historia y en otras denotan escasa inteligencia emocional para ventilar pequeñeces elevadas a categoría de principios por inflados egos. Hay historias vergonzantes sobre órdenes ejecutivas vía telefónica o por mensajería física ministerial.
La ambición económica y el afán continuista transaron con la corrupción y la impunidad para finales obscenos como el de un órgano de control cuyos miembros terminan bajo proceso penal.
La Cámara de Cuentas anterior, según admisión de su presidente en varios programas de televisión, alteró auditorías, que el ministerio público entiende pretendía encubrir a funcionarios supuestamente corruptos.
La Procuraduría interrogó a los miembros del organismo, ocupó por 11 horas el local principal incautando documentos que afirmó son evidencias de irregularidades y que vinculan a varios de sus funcionarios en delitos como falsificación de documentos, complicidad en estafa contra el Estado, asociación de malhechores y lavado de activos.
Los nuevos integrantes de la Cámara de Cuentas asumieron con amplio apoyo. Realizan un exhaustivo levantamiento cuya que impactaría al país
Hace unos años miembros de la Cámara de Cuentas terminaron sometidos a juicio político ante el Senado.
El Tribunal Superior Electoral (TSE) lastima la conciencia nacional desde hace semanas, luego que asumiera un suplente ante la salida de su presidente y de inmediato entrara en disputa con los titulares por el control administrativo. Los jueces le imputan al ascendido uso irregular de los fondos del tribunal, tema que salió a relucir en las entrevistas de la semana pasada ante el Consejo Nacional de la Magistratura de los cinco, que aspiran a continuar. La disputa dificultará la continuación de sus miembros.
En los últimos años hubo conflictos de sus miembros por decisiones que definieron enfrentamientos entre partidos. Un tema que llamó la atención del país fue la agresión de funcionarios del pasado gobierno al anterior presidente Román Jáquez por una decisión que afectaba a un aliado del PLD.
Por primera vez en el país fueron suspendidas unas elecciones generales y tocó la desgraciada decisión a la pasada Junta Central Electoral que encabezó Julio César Castaños Guzmán. Corren versiones sobre mando unipersonal, aceptadas presiones del gobierno y de una oposición que olía a poder.
Anteriores administraciones fueron afectadas por diferencias entre sus miembros y la ventilación mediática de enfrentamientos internos.
El Tribunal Constitucional no ha quedado exento de enfrentamientos sobre la construcción de mayorías en temas controversiales del interés de los partidos políticos y de los principales líderes del país.
El Consejo del Poder Judicial fue sacudido hace años, en la gestión de Mariano Germán, por un escándalo en que salió imputado uno de sus miembros junto a una jueza de primera instancia, que el entonces Procurador Domínguez Brito llamó una mafia dirigida desde el poder judicial.
La Suprema Corte de Justicia no se ha librado de algunas escaramuzas por diferencias que saltaron a los medios de comunicación.
Se salva el Defensor del Pueblo (aunque con sustitución con dos años de retrasos y algunas bellaquerías en el proceso de elección) por ser órgano unipersonal.
No más líos.