Intereses políticos y económicos generaron la crisis al verse afectados por la actitud de un funcionario que rechaza dar continuidad de lo que está seguro afecta a su comunidad.
Solo era asentir y abrir la gaveta: dos dólares por tonelada de basura. Y sonrisas y abrazos de despedida. El “sistema” continuaría su agitado curso.
El alcalde rechazó el derroche de metálicas propuestas y chocó con una realidad más fétida que basura acumulada.
Su “incomprensión” de las reglas de juego de la politiquería le llevó en dirección contraria y sobrevino el pandemonio.
Manuel Jiménez llegó a la Alcaldía de Santo Domingo Este y dinamitó los contratos de desechos sólidos pactados en otras administraciones. Además, canceló a empleados señalados como “botellas”, rehusó cuotas de empleos para compañeros y rechazó diversas propuestas de negocios de las que llegan por montones a los ayuntamientos.
Se desconoce oficialmente lo que halló, aunque ha hablado de entramado mafioso y solicitó una auditoría a la Cámara de Cuentas y una investigación a la Procuraduría Especializada de Persecución de la Corrupción (PEPCA).
El comportamiento del alcalde unió a propios y ajenos: perremeístas beligerantes que aún lo ven como extraño y peledeístas que son denunciados por supuesta corrupción que quieren castigar, al excompañero, al converso. Todo esto precipitó la lucha por la candidatura a la alcaldía para el 2024.
¿Hay amontonamientos de basura? ¿Tienen razón los munícipes al subir el tono de sus reclamos? ¿Ha demostrado incapacidad el alcalde para crear alianzas y resolver el problema? Todas las respuestas son afirmativas.
A Manuel se le atribuye alto nivel de tozudez cuando cree tener la razón sobre determinados problemas y cuentan que rechaza opciones que puedan aparentar que transa con la ilegalidad.
Lo cierto es que su enfrentamiento con los negociantes de la basura, sus vinculados y beneficiarios no debió llegar al extremo de poner en riesgo la salud de los munícipes. Estos podrían entender las razones del alcalde en la defensa de los fondos públicos, pero nunca a costa de su tranquilidad y salud.
Los residentes de Santo Domingo Este concedieron a Manuel el beneficio de la duda durante meses, al recibir lo que muchos entendieron un desastre administrativo de parte de Alfredo Martínez (El cañero). Munícipes pacientes, que se estrenaron con “Domingo basura” y que aún en las aplaudidas administraciones de Juan de los Santos sufrieron por la acumulación de desperdicios en calles y avenidas.
Manuel guardaba silencio o comunicaba mal y poco. Los residentes en SDE estallaron al extremo de pedir la declaratoria de la emergencia sanitaria, lo que se saldó al final con la intervención del gobierno.
Todo agitado mediáticamente por los adversarios políticos internos y externos de Manuel, que parecía convencido que bastaba con tener la razón y que los munícipes esperarían pacientes los camiones que el alcalde adquirió para enfrentar los incumplimientos de los “dueños” de la basura.
Se oyeron cosas horribles contra Manuel de ciudadanos molestos y preocupados por la salud familiar y planteamientos extremistas de sujetos articulados por los intereses de la basura. Hasta comparaciones con “Domingo basura” y El cañero.
Intereses políticos y económicos generaron la crisis al verse afectados por la actitud de un funcionario que rechaza dar continuidad de lo que está seguro afecta a su comunidad.
Extremistas perremeístas y cercanos al PRM ignoran que un triunfo de ese partido pasa por el éxito de la administración de Manuel Jiménez. PLD y otras fuerzas lo tienen clarísimo.
Faltó habilidad, creatividad y comunicación a un hombre exitoso precisamente por estas cualidades.
Manuel, me cuentan, ejecuta interesantes proyectos que prometió a los munícipes de SDE, pero el tema de la basura impide ver esos logros.
Daré una vuelta por el municipio y si veo a Manuel, espero que antes que concluya el año, le pediré una canción…